Ya
no sé qué más tiene que pasar para que los militantes del PSOE, especialmente los
militantes sensatos y con experiencia gubernamental, apuesten decididamente por
una revolución o cambio radical en el partido que simplemente consiste en
recuperar sus señas originales de identidad, perdidas en estos últimos años de
caótico liderazgo socialista y ausencia de propuestas razonables, razonadas y creíbles,
que tanto agradaron a la ciudadanía en tiempos pretéritos. Hoy, perdidas dichas
señas de identidad, el PSOE es una formación política irreconocible incluso
para socialistas históricos de toda la vida que quedan estupefactos ante lo que
acontece en el partido, viendo como pierde cada vez más apoyos ciudadanos y
como empeora progresivamente en cada contienda electoral (ya sea local,
autonómica o general) los peores resultados de toda su historia obtenidos en la
contienda anterior, sin que sus dirigentes actuales asuman responsabilidades
políticas por semejante reiterado fracaso desde que Rubalcaba, ya en caída
libre tras la pésima gestión de Zapatero, sí lo hiciera con unos malos
resultados que, comparados con los que obtiene Sánchez, eran óptimos. El último
de estos fracasos estrepitosos del PSOE de Sánchez es la doble debacle sufrida
el pasado 25-S, tanto en Galicia (pierde cuatro escaños y la segunda plaza por
el sorpasso de En Marea, la peculiar marca gallega de Unidos Podemos) como en
País Vasco (pierde siete escaños, sufre el sorpasso de Podemos y queda en
penúltimo lugar empatado en escaños con el PP), siendo el partido que más
apoyos pierde entre todos los que se presentaban en sendos comicios. ¿Y qué
respuesta da Sánchez y su Ejecutiva ante tan caóticos resultados que en tiempos
pasados hubieran supuesto la dimisión inmediata de la cúpula dirigente y el
nombramiento de una Gestora neutral para preparar la convocatoria de un
Congreso? Pues todo lo contrario: el actual líder socialista no sólo se olvida
del verbo dimitir, sino que además reta a quienes tímidamente critican su
nefasta gestión anunciando desafiante la celebración de primarias y la
convocatoria de un Congreso, preparado por él y los suyos, en el que obviamente
se postula para seguir dirigiendo el partido ante una militancia previamente
aleccionada a favor de un frentismo asambleario radical de izquierdas más
acorde con el populismo podemita, que tanto daño está causando al PSOE, que con
las tradicionales dosis de moderación y responsabilidad política esenciales en
la ideología socialdemócrata progresista.
Quienes
venimos advirtiendo públicamente del peligro de esta caótica deriva de indefinición
calculada e irresponsabilidad manifiesta en temas cruciales para el futuro de
España y su gobernanza, estamos estupefactos no sólo ya ante la relegación de
intereses generales frente a los partidistas que hace el PSOE de Sánchez, sino
especialmente ante la relegación incluso de éstos frente a sus propios
intereses personales, que perjudican a todos los españoles y hunden al partido
que progresivamente se aleja como alternativa gubernamental razonable, mientras
favorece a otras opciones poco fiables en Europa a las que, en vez de combatir,
como hacen las socialdemocracias europeas, considera sus aliados naturales,
bajo el epígrafe genérico de bloque de izquierdas. Es la diabólica estrategia
de Sánchez desde que, para camuflar su estrepitoso fracaso en las últimas
elecciones locales y autonómicas, decidiera pactar con el diablo antes de
reconocer su derrota electoral y el
éxito del PP (no absoluto obviamente), dejándole gobernar para ejercer una
oposición constructiva y prefiriendo arrebatarle gobiernos locales y
autonómicos para dárselos a populistas, radicales e independentistas, o para
que los gobiernen los socialistas con su envenenado apoyo y pretendiendo hacer
lo propio a nivel nacional, tras las derrotas del 20-D y el 26-J, para
desalojar al PP del gobierno a pesar de ser el claro triunfador en las
elecciones, bajo el pretexto de un “gobierno alternativo”, nuevo epígrafe que
incluye a partidos nacionalistas e independentistas de derechas para hacerlo
aritméticamente posible. Estrategia diabólica que, como ven, supone una sangría
de votos socialistas sin precedentes, pero que, de momento, salva a Sánchez al
frente del PSOE, arropado por dirigentes socialistas histéricos, que no históricos,
como Iceta, experto en perder elecciones como Sánchez, a quien, como un poseso
incontrolado, grita públicamente: “Pedro, ¡mantente firme!, ¡líbranos de Rajoy
y del PP!, ¡por Dios!”, mientras apoya gobiernos locales independentistas no
sólo de ERC y compañía sino incluso de la CUP.
Fomentando
el desprecio en la militancia hacia los dirigentes históricos, avalados de
sobra por sus hechos, y el aplauso hacia dirigentes histéricos e histriónicos,
instalados en la España negra irreal diseñada por los populistas es muy difícil
para el PSOE salir del agujero. Y, como era de esperar, a Sánchez le sale un
valedor frente a los barones críticos: Unidos Podemos rompe el pacto de
gobierno con Page en Castilla La Mancha y amenaza a Vara en Extremadura y a
Lambán en Aragón…. Para los intereses de Iglesias, Iceta y compañía, son más
favorables y, por supuesto, más perjudiciales para el PSOE.
Fdo.
Jorge Cremades Sena