martes, 25 de octubre de 2016

EL SER O NO SER DEL PSOE



                        Todo lo ocurrido en el PSOE desde que Pedro Sánchez, un perfecto desconocido, accediera a la Secretaría General por obra y gracia de Susana Díaz, quien, si quería controlar el partido, debiera haber asumido la responsabilidad de presentarse ella directamente a liderarlo en vez de apoyar a un hombre de paja, que finalmente le salió rana, pone de manifiesto la deriva ideológica y organizativa que sufre el PSOE desde que Zapatero, accediera inesperadamente a la Presidencia del Gobierno tras los trágicos atentados del 11-M en 2004, que, en plena campaña electoral, provocaron un vuelco inesperado en el resultado de unos comicios, celebrados tres días después en plena conmoción nacional y previo asedio ciudadano a las sedes del PP, presumible vencedor de las mismas, incluso el día de reflexión, actos de corte claramente antidemocrático. Desde entonces el viraje ideológico del PSOE, no sólo en política interior y territorial sino también en política exterior, ha propiciado una pérdida de identidad que, agravada por la pésima gestión gubernamental de la crisis económica con los gobiernos de ZP y por las pintorescas ocurrencias de ciertos ministros y ministras incompetentes, no sólo propiciaron el rotundo éxito electoral del PP y el primer gran batacazo del PSOE, sino también su posterior descrédito político como primer partido de la oposición, al extremo de que, desde entonces, su caída electoral progresiva en los sucesivos comicios celebrados, tanto locales como autonómicos y generales, es alarmante. Si el mismísimo Rubalcaba, clave en la política española desde tiempos de Felipe González, no pudo atajar la crisis galopante del PSOE, tanto a nivel interno como de prestigio ante los ciudadanos, la llegada de Pedro Sánchez puso la guinda al desbarajuste total del partido, provocando uno de los periodos más oscuros y preocupantes de toda la larga historia del socialismo democrático español, que, totalmente desnortado y sin rumbo, casi no sabe ya adónde va. Hoy, al margen, de la más que acertada decisión del Comité Federal (a instancias de la Gestora que preside Fernández) de abstenerse para facilitar la gobernabilidad de España, primer objetivo de cualquier partido democrático que se precie como tal, el PSOE, tras los reiterados errores cometidos en estos últimos tiempos, está obligado a reflexionar para decidir sobre su “ser o no ser”, pues está en juego no sólo su propio futuro sino también el futuro de España en buena medida.
            Y el ser o no ser del PSOE pasa inevitablemente por recuperar sus señas de identidad, tanto ideológicas como organizativas, tan fructíferas en el pasado, lo que supone beber en las tradiciones de este partido centenario, para aprender de los aciertos y errores del pasado, afianzando aquéllos para no repetir éstos. De entrada, debe tener muy claro que la socialdemocracia, familia ideológica a la que pertenece, aboga por una democracia representativa y no asamblearia, que, siendo típica de ideologías comunistas y populistas, ha conducido donde se ha impuesto a la ruina económica y al partido único; pero además debe rechazar falsos planteamientos como la “unidad de la izquierda” para defender su propio proyecto moderado y progresista, huyendo de frentismos absurdos y demagogias innecesarias, que conducen al caos y a enfrentamientos radicales abyectos dónde y cuándo se han practicado; asimismo debe desligarse de cualquier veleidad nacionalista (el nacional-socialismo ha provocado terroríficas tragedias) y actuar siempre firmemente en favor del Estado de Derecho, sin lugar a dudas, apostando siempre, cueste lo que cueste, por los llamados asuntos de Estado y por los intereses generales, incluso a costa de sacrificar los legítimos intereses particulares. Sin duda, de haber obrado firmemente con arreglo, entre otros, a estos básicos principios socialdemócratas, el PSOE no hubiera sufrido la grave amnesia ideológica que hoy le caracteriza.
            Es intolerable pues que tras la decisión del Comité Federal, algunos de los perdedores amenacen con votar lo contrario o planteen que sólo se abstengan once diputados, sin haberlo debatido en el mismo, para seguir intentando engañar demagógicamente a los ciudadanos de que personalmente mantienen el “no” a la investidura y, por ende, a la gobernabilidad. Y es que, desde aquel famoso y demagógico triple “no” (a la investidura de Rajoy, a terceras elecciones y a pactar o negociar con independentistas), que era una entelequia inaceptable, los argumentos de unos y otros para defender lo imposible se basaron obligadamente en mentiras o verdades a medias, hasta que finalmente Pedro Sánchez, con tal de ser investido presidente, optara por romper el triple no pactando, como ya se había hecho en ayuntamientos y CCAA, con quienes tenía prohibido incluso dialogar, y además apelando a que su elección como Secretario General por primarias prevalecía sobre cualquier decisión de los órganos del partido elegidos democráticamente, salvo en lo que a él personalmente le conviniera (no rotundo a Rajoy y sí a pactar con independentistas). Una apuesta por la democracia asamblearia frente a la representativa, que algunos sanchistas pretenden mantener con falsas legitimidades. El ser o no ser del PSOE, obviamente, está en juego.
                        Fdo. Jorge Cremades Sena

lunes, 17 de octubre de 2016

BURLA IMPERDONABLE



                        Tras la defenestración de Pedro Sánchez, ajustada perfectamente a lo que dicen los Estatutos y no un golpe de Estado interno como sostienen algunos, el PSOE, inexplicablemente, sigue inmerso en una maraña de indecisiones cuando apenas quedan días para que, sí o sí, el Comité Federal tenga que optar por abstenerse y permitir la investidura de Rajoy o por mantenerse en el “no es no” y provocar terceras elecciones. No cabe otra opción, pues marear la perdiz con ello, como ha hecho Sánchez desde el 20-D y sobre todo desde el 26-J, es simplemente un engaño manifiesto a los ciudadanos, especialmente a los votantes socialistas, que, según las encuestas, prefieren mayoritariamente la abstención a nuevos comicios (como la gran mayoría de españoles), y una desilusión para los propios militantes, quienes, animados y convencidos de la perversidad intrínseca de dejar gobernar al ganador electoral simplemente porque es la derecha y hay que repudiarla, cuando no odiarla, son incapaces ahora de entender no ya lo menos lesivo para los intereses españoles sino además lo más conveniente para el propio PSOE. Pero es más grave aún, pues al margen de las preferencias de cada uno sobre el “no es no” o la abstención y la valoración que haga sobre las consecuencias de una u otra, tanto para España como para el PSOE, los socialistas, que tienen todo el derecho a tomar la decisión que consideren oportuna, divididos en dos bandos irreconciliables, se han enredado en una especie de guerra sin cuartel, dirigida por líderes intermedios o baronías, en la que los partidarios del “no es no” y, por tanto, de terceras elecciones, instan a los militantes a que apoyen su anunciada rebelión frente al Comité Federal, máximo órgano de dirección socialista en estos momentos, en caso de que decidiera decantarse por la abstención, amenazando seriamente la unidad de acción futura del partido. Como paradigma, Miquel Iceta, uno de los  principales barones rebeldes, que no el único, que acaba de revalidar en primarias su liderazgo en el PSC frente a Nuria Parlón, su ya número dos en la Ejecutiva, defendiendo ambos exactamente lo mismo, tal como reconocen; ambos defensores ultramontanos del “no es no” y, lo más grave, de desobedecer al Comité Federal si decide lo contrario. El mantra “no podemos ser muleta de un Gobierno conservador” (sí muletas de gobiernos municipales o autonómicos independentistas o comunismo-populistas). Participación en tan sustancial debate entre Iceta y Parlón, la mitad de los militantes.
Y mientras el nuevo PSOE post-sanchista recibe con desconfianza el triunfo en primarias del “sanchista” Iceta (no sabemos si con la misma desconfianza que si las hubiera ganado la “sanchista” Parlón), quien llama a la rebelión contra el PSOE (al igual que hubiera hecho ella si las hubiera ganado) en caso de que el Comité Federal decida abstenerse en vez de mantener el “no es no” a la investidura de Rajoy (buena forma de entender la democracia interna del partido), cabe preguntarse si el proceso de primarias para el Congreso del PSOE o la consulta a los militantes, que pretenden los sanchistas, para que decidan abstención o “no es no” a la investidura de Rajoy, tendría idéntica pluralidad que la que los dirigentes del PSC le han ofertado a sus militantes, pues, descartada la frase maldita de “terceras elecciones” a las que abocarían los defensores del “no es no” en caso de triunfar, se especula con que, para que todos queden lo menos perjudicados posible ante la galería, muchos dirigentes intermedios, como Iceta o Parlón, intentarán negociar con la Gestora una “abstención técnica” que bien podría consistir en que once diputados se abstengan para que la investidura de Rajoy salga adelante, lo que, como sucede en las primarias del PSC, el remedio es peor que la enfermedad.
            En efecto, someter a la militancia a unas primarias, como en el PSC, para que elijan entre el proyecto personal del actual líder o de su número dos, defensores ambos del idéntico proyecto político que están ejecutando entre ambos, es simplemente un paripé bochornoso para justificar la existencia de primarias. Y plantear en el Comité Federal una “abstención técnica” aparentando que el PSOE rechaza existencialmente la investidura de Rajoy, mientras la posibilita, es eludir de forma chabacana y cobarde ante la ciudadanía un ejercicio imprescindible de responsabilidad político-partidaria. El PSOE tiene todo el derecho a decidir lo que considere oportuno, ¡faltaría más!, pero camuflar la decisión que tome eligiendo once abstencionistas como traidores para que algunos barones salven los muebles ante una militancia a la que ellos mismos instaron erróneamente al metafísico “no es no” de Sánchez, me parece la peor de las opciones. El Comité Federal ha de ser limpio y transparente y la decisión que tome de obligado cumplimiento; siempre será más fácil de explicar un error que una burla, como ha venido sucediendo hasta ahora. Y así le va al PSOE.  
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

domingo, 2 de octubre de 2016

“NO ES NO” A SÁNCHEZ



                        Tras un prolongado y bochornoso espectáculo dentro y fuera del Comité Federal, Pedro Sánchez, minutos antes de que le echaran, dimite y deja un PSOE más dividido y derrotado que cuando entró a dirigirlo por obra y gracia de Susana Díaz, entre otros, que ahora, y con razón, le dicen “no es no”, como ya le venían diciendo desde hace algún tiempo no sólo muchos socialistas sino también la mayoría de españoles, retirándole cada vez más apoyos en todas las sucesivas elecciones en que el PSOE se ha presentado desde que él y su nefasta cúpula dirigente se hicieran cargo de liderar el partido. Pero Pedro y los suyos (su bando, como él mismo reconoció finalmente), erre que erre, pretendía mantenerse a toda costa sin que nadie entendiera qué parte del “no” no entendía él mientras llevaba al PSOE al precipicio más profundo. De haberlo entendido antes se hubieran evitado los profundos desgarros internos entre los propios socialistas y todos los españoles nos hubiéramos ahorrado asistir estupefactos a vergonzantes escenas televisadas, protagonizadas por socialistas (algunos dicen que entre ellos había cantidad de podemitas camuflados) concentrados en las puertas de Ferraz, la sede socialista, casualmente todos partidarios de Sánchez, que obligaban a los críticos a hacer un paseíllo infernal para acceder al Comité Federal en medio de todo tipo de insultos y descalificaciones, simplemente por criticar tan nefasta gestión y por hacer uso de sus derechos estatutarios para poner fin a la misma. Pero Sánchez y los suyos, su bando, seguía sin entender que ya estaba inhabilitado y desautorizado desde que la mayoría de su Ejecutiva presentara su dimisión con arreglo a los Estatutos, prefiriendo atrincherarse en el absurdo invitando a los dimisionarios, que lo rechazaron, a volver a la Ejecutiva como si de una pataleta se tratara, mientras, para mantenerse en el poder a costa de lo que fuera, era capaz de iniciar en el Comité Federal una opaca votación en una urna tras un biombo, rechazada mediante gritos de “¡pucherazo!”, para que saliera adelante su insólita propuesta de un Congreso Exprés, gestionado por su bando, en tanto que los críticos recogían firmas para ponerle un voto de censura. Fue en ese instante cuando supimos la parte del “no” que no entendía Sánchez, quien, entendiéndolo por fin, aceptó finalmente una votación limpia y transparente a su absurda propuesta y, al perderla por 132 votos frente a 107 (auténtica división del partido), presentó su dimisión para evitar su destitución fulminante por parte del Comité Federal que, como es lógico y procedente, designó una Gestora que gestionará, entre otros asuntos, la convocatoria de un nuevo Congreso donde, con tiempo y con todas las garantías procedimentales, se elegirá la nueva Ejecutiva y el proyecto político socialista que habrá de ofertar a los españoles.
            Por fin el PSOE finiquita, de momento, este nefasto periodo de “sanchismo”, que hace bueno incluso al “zapaterismo”, aunque pagando un precio muy alto innecesariamente cuando podría haber salido mucho más barato si el PSOE hubiera asumido su primera debacle electoral en las elecciones locales y autonómicas en vez de disimularla entregando parcelas de poder, no obtenidas en las urnas, a Unidos Podemos, su verdadero enemigo político, o entregándose a él para conseguirlas en vez de combatirlo políticamente, o sí, al menos, Sánchez, para reparar tan grave error, hubiese dimitido tras la estrepitosa derrota del 20-D, asumiendo las responsabilidades políticas pertinentes. Un costoso “no es no” al autoritarismo (gestoras caprichosas digitalizadas frente a Ejecutivas locales o autonómicas, imponiendo candidatos encima perdedores), a la ausencia de autocrítica (asumiendo derrotas y contradicciones como algo normal), a la incoherencia, la desobediencia y el oscurantismo (justificando vetar a Rajoy por mandato del Comité Federal y pactando en secreto con Podemos e independentistas, igualmente prohibido), a la mentira y la demagogia (postulándose tras afirmar que no lo haría y sería oposición), a la irresponsabilidad, la incompetencia y la ambición desmesurada (intentando un gobierno alternativo imposible con fuerzas manifiestamente antidemocráticas)… y ante otra serie de inconveniencias no acordes con las virtudes que debieran adornar a cualquier hombre de Estado.
            Lamentablemente, el legado del bando de Pedro Sánchez no puede ser más catastrófico y ahora toca intentar recomponer el devastado PSOE por el bien de la democracia española y del socialismo democrático, imprescindible en toda Europa y por tanto en España. Tarea nada fácil ante semejantes desgarros. Y justo cuando el tiempo se agota para consolidar la gobernabilidad de España o para convocar terceras elecciones, que nadie desea; el PSOE, destrozado, queda hasta sin candidato para afrontar hipotéticos comicios que, previsiblemente, perdería estrepitosamente más que nunca, para regocijo de Unidos Podemos, que ya se dispone a estigmatizar al PSOE como partido de derechas si ahora decide finalmente abstenerse y permitir la investidura de un Rajoy cada vez más cargado de razón y más crecido ante semejante panorama. Un “no es no” pues al mejor aliado del PP y de Unidos Podemos a la vez. Insólito, ¿verdad? Pero así es.
                            Fdo. Jorge Cremades Sena