domingo, 27 de julio de 2014

DESHONOR DEL MOLT HONORABLE PUJOL

                        Cercado por la Justicia, tanto él como buena parte de su familia, Jordi Pujol i Soley, el Molt Honorable ex President de Catalunya durante 23 años, fundador de CDC y, como líder de CiU al asociarse con la UDC de Durán i Lleida, referente indiscutible de las cada vez más agresivas reivindicaciones nacionalistas catalanas, mentor y promotor de Artur Mas, al que nombra sucesor tras apartarse del primer plano político (eso sí, en estrecha colaboración con uno de sus vástagos, Oriol Pujol i Ferrusola, protagonizando ambos el definitivo derrape suicida de CiU hacia el independentismo bajo las órdenes del izquierdista partido republicano ERC de Oriol Junqueras), admite a sus 84 años de edad, obligado por las circunstancias, que durante más de tres décadas, nada menos, tuvo dinero en paraísos fiscales. Asunto que todos intuían y sobre el que especulaban, pero que el Molt Honorable siempre desmentía. Sin embargo ahora, tras reconocerlo al verse acorralado, argumenta que dicho dinero procede de una herencia de su padre y que durante todos estos años no ha “encontrado el momento” para regularizarla por lo que se declara como único responsable, pide “perdón” y se pone “a la disposición de las autoridades tributarias y judiciales”. Y se queda tan a gusto, como si de nada grave se tratara y como si nos chupáramos el dedo. Con semejante manoletina el octogenario Pujol pretende torear una vez más a todos los españoles y, muy especialmente, a los catalanes, olvidando que hasta los toros están ya prohibidos en Cataluña y que en esta ocasión ya no puede refugiarse en ningún burladero.
            En efecto, si en otras ocasiones no ha necesitado que su cuadrilla le echara un capotazo ante un mal lance (siguiendo el símil taurino), hoy ni siquiera le libra el quite de su subalterno Artur Mas al manifestar que la faena del maestro (su confesión) es un asunto privado y familiar, mientras el público asistente a la corrida, excepto CiU, pide entre pitos y abucheos que se devuelva el toro a los corrales, por el afeitado del mismo o se proceda al descabello y se acabe la Fiesta ante la deshonrosa faena del maestro y su cuadrilla prestándose a semejante engaño para el respetable. Tanto los empresarios, que consideran el asunto como “una indecencia”, como los partidos políticos, a excepción de CiU, piden explicaciones a Mas, en desacuerdo con su forma absurda e irresponsable de rematar la faena. De asunto privado y familiar, nada de nada. Se trata de la primera autoridad de Cataluña durante la mayor parte del periodo democrático, encarnando y desarrollando un determinado proyecto político que, una vez más, queda en entredicho, pues, como su principal protagonista, se basa en la mentira como método de obtener beneficios particulares. Queda patente que el manido eslogan proselitista de “España roba a Cataluña” es una verdad a medias, pues quienes roban y engañan a Cataluña y a los catalanes no es España, sino otros que tienen nombres y apellidos. El deshonor del Molt Honorable Pujol es inapelable, no sólo por tener parte de su fortuna y de sus hijos en paraísos fiscales, eludiendo el deber cívico y patriótico de colaborar al sostenimiento del Estado y al bienestar de sus ciudadanos, sino también por mantener semejante indecencia en secreto durante tantos años y, sobre todo, por negarlo, reiterada y contundentemente, cuando, ante la sospecha, se le ha preguntado al respecto, argumentando además que tales especulaciones suponían un “ataque a Cataluña”, confundiendo adrede la gimnasia con la magnesia para obtener un doble beneficio particular, el político y el económico. Deshonor indiscutible por defraudar al fisco reiteradamente, por mentir conscientemente a los españoles y sobre todo a los catalanes y por utilizar el sentimiento catalán y a Cataluña en beneficio propio.
            Que a estas alturas de la película pida perdón, no lava su deshonorabilidad, que la familia haya pagado una multa a Hacienda del 50% de la fortuna aflorada “hace unos días”, tampoco. Y que a su edad se declare único responsable y se ponga “a la disposición de las autoridades tributarias y judiciales” menos aún. Desde que en el Parlament se amagara con el famoso escándalo del 3%, la Justicia anda detrás de algunas de las inexplicables vidas de lujo de algunos de sus millonarios hijos, al extremo de que Oriol, definitivamente imputado, ha tenido que abandonar su fulgurante carrera política, supongo que con inmenso dolor de su papá. Se rumorea que Pujol acordó con Mas la dimisión de su hijo y el reconocimiento público de sus cuentas en paraísos fiscales ante el peligro inminente de que algún medio las publicara y porque las últimas investigaciones de la UDEF (Pujol dijo en su día que qué era eso de la Udef, supongo que ahora ya lo sabe) sobre cuentas opacas podrían llegar hasta el fallecido padre de Artur Mas (la cosa puede no acabar aquí). Además el Molt Honorable podría ser llamado a declarar a petición del fiscal en relación a la situación de su primogénito Jordi Pujol i Ferrusola (de los siete hijos del ex President, salvo Mireia, todos han sido cuestionados por sus negocios o por su patrimonio). Él, al parecer, asegura en su entorno: “Defenderé a mis hijos hasta el final”. No se percata de que hay conductas totalmente indefendibles que deshonran y denigran no sólo a quienes las cometen, sino también a quienes simplemente las defienden. Él hace ambas cosas. Y Artur Mas le sale al quite. Entretanto Cataluña se hunde.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

viernes, 25 de julio de 2014

RESPUESTA DE ESTADO AL PRESIDENT

                        Avanzar en la solución del problema independentista catalán no sé si avanzamos; ahora bien, en marear la perdiz y darle vueltas y vueltas al asunto, somos expertos. Por fin, tras varios meses de silencios calculados, Rajoy y Mas se entrevistarán en Moncloa el próximo 30 de julio. Según la Generalitat, hablarán de todo, pero, obviamente, del prioritario asunto de la consulta ilegal. Es decir, de lo que menos hay que hablar, pues ya sabemos la respuesta nacional e internacional, que, obviamente es, que la consulta no se celebrará ni puede celebrarse, pues supondría un atentado a la soberanía nacional que reside en todos los españoles. En todo caso, Rajoy, tras modificar Moncloa su agenda para dar prioridad a Sánchez, como debe ser al tratarse del líder de la oposición, hablará con él dos días antes de su reunión con Mas para intentar pactar con el PSOE una “respuesta de Estado” al President catalán. Así debe ser entre los dos partidos que han protagonizado la gobernabilidad en España durante casi todo el periodo democrático. Obviamente Rajoy también se verá antes con el Rey, a quien, por cierto, en su visita a Francia, Hollande le ha planteado la “superación de la crisis económica” como antídoto frente al independentismo.
            Así las cosas, una “respuesta de Estado” ante un verdadero problema de Estado, excede los legítimos intereses del Gobierno, del partido que lo sostiene y de los partidos de la oposición que quieran situarse simplemente en la responsabilidad democrática. Un problema de Estado va mucho más allá que cualquier otro problema al afectar al conjunto de todos los españoles al margen de ideologías, credos u objetivos de ámbitos sectoriales, ya sean económicos, políticos, territoriales o de cualquier otro tipo. Y, ante un problema de Estado, como el que nos ocupa, la solución pasa, en primer lugar, por un escrupuloso y estricto respeto a la legalidad vigente, sin que ello impida, en todo caso, la búsqueda de compromisos futuros que, además del gobierno de turno, siempre dependerían del Legislativo, es decir, de la representación y expresión de la soberanía nacional que, en definitiva, es quien tendría la última palabra para aceptarlos, enmendarlos o rechazarlos. Por tanto, ni Rajoy puede ni debe ir más allá, ni Mas puede ni debe quedarse donde está, pues su obligación como representante del Estado Español en Cataluña, que es lo que es, le obliga a cumplir estrictamente la legalidad vigente, que, por cierto, demandada al Tribunal Constitucional, por si alguien tenía alguna duda, dice que la consulta que pretende Mas es ilegal. Por tanto, cualquier respuesta de Estado, pactada o no con el PSOE o con quien sea, pasa inevitablemente porque Artur Mas desista de la anunciada consulta o referéndum. Lo contrario no sería una “respuesta de Estado” sino una respuesta contra el Estado en toda regla. Toca pues que cada cual asuma en toda su dimensión sus respectivas responsabilidades, pero justo las que el pueblo español les ha dado o, en caso contrario, que renuncie a ellas dimitiendo del cargo que ostenta, para evitar que sea la propia ley quien se las retire.
Si de verdad se trata de encauzar el futuro de Cataluña por los derroteros de la legalidad democrática, bienvenida sea la entrevista de Rajoy con Sánchez, con Mas y con quien haga falta, pero si se trata de buscar una salida digna para el President Catalán del berenjenal en que libremente se ha metido sobra cualquier entrevista, cualquier componenda o cualquier chapuza. Los españoles, incluidos los catalanes, no merecerían tanta ignominia. El asunto ha llegado a tal extremo que a estas alturas requiere que cada palo aguante su vela. Con mantenimiento o no del actual Estado de las Autonomías, con modificaciones para mejorarlo, con previsiones de cambiarlo por un Estado Federal (habría que ver de qué tipo, cómo y cuándo) o con cualquier otro objetivo de modelo de estado de cara al futuro, pactado o no ahora, el presente requiere que Artur Mas anuncie, como dice Rajoy, que la consulta ilegal prevista para noviembre no se hará. Que, por ser ilegal, no se convocará desde ninguna institución del Estado. Pero, desgraciadamente, Mas no lo hará; le supondría suicidarse políticamente, si es que ya no lo ha hecho, al ponerse al servicio de los sectores independentistas de la derecha dentro de CiU y echarse en los brazos de los independentistas de izquierdas agrupados en ERC, ANC, CUP y compañía, en vez de asumir su papel como President de la Generalitat, es decir, de todos los catalanes, garantizándoles, como españoles que son, el futuro del Estado de Derecho del que Cataluña forma parte. Esta es la tragedia personal de Mas, su callejón sin salida. Su muerte política. Los demás, a quienes ha servido como tonto útil, ni siquiera le avalarían un último gesto de honestidad democrática en caso de que se decidiera a entonar el mea culpa, rectificando su errada y antidemocrática conducta. Él es el único responsable, él y su partido que se lo ha permitido. Él es el President. Los demás pueden seguir, con él o sin él, con su pantomima. Ellos no gobiernan. Es la sustancial diferencia entre unos y otros.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

martes, 22 de julio de 2014

DURÁN, UN POLÍTICO COSMÉTICO

                        Se va como número dos de CiU pero se mantiene en la política. Es la decisión que ha tomado Durán i Lleida, diciéndole a Mas que no quiere ser “un político cosmético”, aunque dejando bien claro que no es la consulta ilegal que mantiene Mas la que ha influido en su decisión. Entonces ¿qué es lo que ha influido en su dimisión? Algunos lo relacionan con sus discrepancias con la abstención de CiU en la Ley de Abdicación del Rey Juan Carlos; otros creen que es otra estrategia de las suyas para mantener, como hacen otros, la ambigüedad calculada; otros, que la ruina electoral de CiU, que desde que Mas se echara al monte ha perdido nada menos que la mitad de apoyos; otros, que para salvar a Mas una vez más; otros, que la discrepancia de UDC, que aún no ha decidido la respuesta en el referéndum, con CDC y, por tanto, CiU, que apuesta y ya hace campaña por el “sí” a la independencia; otros…. En fin, especulaciones y especulaciones sobre las causas y las consecuencias de la dimisión de Durán, que, por cierto, sí se queda al frente de UDC, sí como portavoz de CiU en el Congreso y sí como Presidente de la Comisión de AAEE en la Cámara Baja. ¿Alguien entiende algo? ¿Es que se da cuenta ahora de su condición de político cosmético? ¡Qué pena que con su reconocido prestigio no lo hiciera a su debido tiempo! Otro gallo cantaría. Salvo que todo, absolutamente todo, forme parte de la burda operación de maquillaje público para distorsionar, tras la máscara del más burdo cinismo, la verdadera cara impresentable del nacionalismo independentista con sus múltiples facetas, en las que obviamente cobra gran importancia la cosmética a la que se refiere Durán.
            En definitiva, Durán se va de CiU sin aclarar los motivos de su dimisión, salvo esa referencia difusa de no querer ser un “político cosmético”, pero al quedarse como líder de UDC, salvo que pronto mueva ficha, no le importa que su partido siga siendo un partido cosmético que, en esta ocasión, designa como sucesor de Durán en CiU a Espadaler, uno de los más proclives al independentismo en UDC, quien, tras mostrar su agradecimiento por el nombramiento, ha garantizado el “statu quo” a Mas, de cuyo gobierno forma parte, afirmando que “cambian algunos nombres y algunas personas, lo que no cambia son los objetivos prioritarios de la federación”. Nada cambia pues en el terreno político catalán. Es ridículo por tanto que algunos, como Iceta desde el PSC, mantengan que Durán “gana margen de libertad” para defender sus posiciones o que no es una buena noticia su dimisión porque ha habido “puntos de coincidencia” sobre cómo solucionar el encaje de Cataluña en España. Más acertado sería hablar del desencaje de Cataluña en España y en Europa, que es de lo que se trata. Salvo que Iceta se refiera a la coincidencia táctica de la ceremonia de la confusión que les impide proclamar un “no” rotundo a la consulta ilegal y un “sí” contundente al sometimiento a la legalidad democrática vigente, tanto en España como en Europa, que, al margen de conversaciones y aspiraciones legítimas, exige como punto de partida y esencial principio la inmediata desconvocatoria del referéndum ilegal sin contrapartidas ni condiciones torticeras. Esa es la fundamental coincidencia entre UDC y PSC, su indefinición como método para no llamar al pan, pan, y al vino, vino, queriendo contentar a tirios y troyanos cuando no se trata de contentar a nadie sino de apostar y ponerse del lado de la democracia o del totalitarismo, de los cauces de la libertad democrática o de los de la violencia.  
            Ante el desafío de la ANC, verdadero líder de esta locura antidemocrática junto a ERC, advirtiendo a Mas antes de su entrevista con Rajoy, de que no admitirá “terceras vías”, que tanto defienden o dicen defender UDC y PSC, no caben medias tintas. La respuesta de cualquier demócrata que se precie, al margen de su ideología política, debiera ser el aislamiento y desenmascaramiento inmediato, de semejante locura totalitaria que, desde una minoría, por importante que sea, pretende imponer su criterio a todos los españoles, incluidos los catalanes. Ninguna vía, ningún respeto a la ley; sí o sí, como sea, a la independencia. Es la única negociación si queremos tener la fiesta en paz. Lástima que otros, errados en su estrategia política, como demuestra su espectacular caída de apoyo electoral, sean arrastrados hacia este abismo y se sientan incapaces de hacer frente a tamaña locura, colaborando consciente o inconscientemente, directa o indirectamente al desarrollo de un futuro irrespirable, rechazado por la inmensa mayoría no sólo de españoles, sino de europeos, que sólo genera discordia, rechazo, enfrentamiento, insolidaridad y, en definitiva, ruina y violencia con beneficio exclusivo paro los visionarios de siempre. Cada vez queda menos tiempo para evitarlo. Y, entretanto, andamos con cosméticos.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

sábado, 19 de julio de 2014

NO A JUNCKER, GRAVE ERROR

                        Mal asunto si el gran error de Sánchez, ordenando votar en contra de la pactada elección de Juncker como Presidente de la Comisión Europea, es el preludio de su anunciado proyecto renovador socialista. Y no tanto por la figura de Juncker en sí misma, sino por el incumplimiento de un acuerdo previo entre conservadores, liberales y socialistas europeos de apostar por el candidato más votado, que, guste o no, ha sido Juncker. ¿Qué se diría si los eurodiputados del PP hubieran hecho lo mismo en caso de haber ganado Schulz? Con toda razón, se diría que el PP no es un partido de fiar, ni para los españoles, ni para los europeos. Por tanto, toca aplicarse el cuento. Hoy por hoy, la orden de Sánchez, cuando ni siquiera ha sido proclamado oficialmente como Secretario General, desautorizando al todavía oficial líder Rubalcaba, que suscribió el compromiso, deja bastante aislado el PSOE en Europa, situándolo en el lado, junto a los laboristas ingleses, del variopinto mosaico radical que conforman tanto la extrema derecha como la izquierda, pasando por todo tipo de populismos utópicos que, sin poder entenderse entre ellos mismos en un mínimo proyecto concreto y práctico, conforman una trasnochada estrategia eurófoba, intransigente e insolidaria que, en el mejor de los casos, nos conduciría al abismo crónico del histórico desencuentro europeo que tanta tragedia, sufrimiento y ruina causó en Europa en el siglo pasado. Error de Sánchez sin duda que, obviamente, genera malestar en el eurogrupo socialista español y en el europeo al que pertenecen.
            No en vano el mismísimo Jáuregui, que sí sabe de qué estamos hablando, ha criticado públicamente, aunque con exquisita moderación, la absurda decisión de Sánchez advirtiendo que “no es fácil” el asunto por el compromiso previo entre populares y socialistas europeos para repartirse los puestos de mayor relieve de la Unión Europea, como es la Presidencia de la Comisión para el PPE y la del Parlamento Europeo para el PES, donde ha sentado fatal la deslealtad de los socialistas españoles que forman parte del mismo. No vale por tanto suavizar la gravedad del problema con el argumento de que en la campaña europea los socialistas españoles reiteraron por activa y pasiva que Juncker sería un mal presidente de la Comisión (obviamente para ellos era mejor Schulz, que perdió), cuando, por sentido común, pasadas las elecciones y según sus resultados, de lo que se trata es de conformar una estable y sólida gobernabilidad, en este caso de la UE, para evitar el caos y la inestabilidad. Así es como funcionan las cosas en Europa y así es como debieran también funcionar en España, lo que evidencia otra errónea afirmación de Sánchez asegurando que “nunca” pactará ni en Europa ni en España un gobierno con el PP, avalando (al menos en su vertiente local, que no europea) lo que dijo en su día Rubalcaba frente al criterio de Felipe González, al que Sánchez dice tener como referente. En democracia, no se puede decir a casi nada nunca jamás con esa rotundidad profética pues siempre cabe la posibilidad de que la decisión ciudadana te ponga en el brete de elegir entre lo malo y lo peor, que puede ser el caos, quedando obligado, al no darte la opción de lo bueno, a inclinarte por lo malo para evitar lo pésimo.
            Sánchez, la gran esperanza del PSOE (tal como afirmé en un artículo reciente), debiera reconocer su error en este asunto y ponerse en Europa del lado de la inmensa mayoría de los europeos, donde están, salvo los laboristas, sus compañeros en afinidad ideológica, pero sobre todo, en responsabilidad política que exige ser fiel a los acuerdos libremente suscritos, esencia fundamental de la democracia. Su grave error, que podía haber evitado simplemente con este argumento frente a quienes legítimamente son contrarios a nivel interno al acuerdo citado, matizando que él no lo hubiera suscrito pero no al extremo de romper lo pactado por el partido y el resto de colegas europeos, no puede ni debe dejar de cara al futuro la mínima sospecha de que el PSOE no es un partido de fiar. Pero, lamentablemente, Sánchez persiste en su error, incrementando la gravedad del asunto, al contestar que quienes desde sus propias filas le critican por el incumplimiento del acuerdo de apoyo a Juncker lo que han de hacer es acompañarle a cualquier agrupación socialista local y explicárselo a los militantes de base. Si no entiende que es bien fácil explicarlo, mal asunto. Si no entiende que la responsabilidad de liderazgo es mucho más que dejarse llevar por las opiniones cambiantes de la militancia en cada momento y lugar, peor aún. Si no entiende que algunos asuntos, como el que nos ocupa, excede la dimensión de una agrupación local, de una federación territorial e incluso estatal, pésimo asunto. Esperemos que sólo se trate de un error de principiante que, precisamente por ello, puede enmendarse a tiempo.
            Basta comprender que no es fácil entender que quienes están errados son los socialistas franceses, italianos, alemanes, suecos… y, prácticamente, los de todos los países que integran la UE y muy especialmente la eurozona, mientras que los socialistas españoles están en el acierto, gracias además, a la visionaria decisión del novedoso liderazgo de un principiante que ni siquiera ha tomado aún las riendas del partido. Es más razonable entender justo todo lo contrario.

                            Fdo. Jorge Cremades Sena 

martes, 15 de julio de 2014

PEDRO SÁNCHEZ, LA ESPERANZA

                        Sin lugar a dudas el flamante Secretario General electo del PSOE, Pedro Sánchez, es la esperanza, probablemente la última, que tienen los socialistas para, al menos, cambiar el rumbo suicida al que le habían conducido sus últimas cúpulas dirigentes, tanto las de nivel federal (las de Ferraz), como las de las baronías, más pendientes de conservar sus cada vez más ridículos poderes internos, garantía de aseguramiento de sus cada vez más escasos cargos públicos, que del interés general de la ciudadanía. Los militantes, salvo ese largo 30% que, inexplicablemente, ha decidido quedarse en casa, han optado por el mejor de los candidatos que se presentaban. Madina, ante la opinión pública, representa la continuidad del rubalcabismo, apoyada por el aparato heredado del zapaterismo, y tiene cierta imagen de radicalidad y confusionismo en ciertos asuntos de Estado o de vital importancia para el futuro de España, lo que le convierte en poco fiable. Por su parte Pérez Tapias, como representante de la corriente minoritaria Izquierda Socialista, estaba descartado de antemano entre la propia militancia. Sólo Sánchez, el tercero en discordia, es, al menos a priori, quien, ligero de equipajes heredados, ofrece más credibilidad para pilotar ese cambio urgente y necesario que el PSOE necesita, esa renovación real y no retórica, sin hipotecas ni componendas interesadas, que tanto daño han hecho al socialismo democrático español.
            Pero, dicho lo anterior, el itinerario para llegar al destino previsto no será ningún camino de rosas. En otras ocasiones, cierto que mucho más predecibles, ya hemos oído hasta la saciedad en boca de los antecesores de Sánchez esos mensajes de unidad, solidez, solvencia, fuerza e integración que ahora él propone y promete, pero que se desvanecieron minutos después de clausurar el congreso que les confería semejante autoridad entre unánimes felicitaciones, abrazos y sonrisas. Cierto que ahora a Sánchez, a diferencia de sus antecesores, le han elegido directamente los militantes y no los delegados congresuales, siempre más controlables por los aparatos, lo que le confiere una mayor autoridad frente a ellos, aunque al final sean quienes le proclamen oficialmente en el próximo Congreso. Pero también es cierto que los militantes no han decidido de forma espontánea, sino dirigidos y aleccionados por los aparatos locales y territoriales. Basta analizar con cierto rigor el resultado de la elección por circunscripciones territoriales, la trayectoria de sus ejecutivas respecto al aparato de Ferraz, así como sus coincidencias y discrepancias en los últimos tiempos, para constatar el papel fundamental que han tenido en el apoyo a uno u otro candidato. Que Madina sólo haya salido más votado que Sánchez en Asturias, Cantabria, Castilla y León, Extremadura, Navarra, Cataluña y Ceuta no es mera casualidad; como tampoco lo es que la mayor diferencia a favor de Sánchez, que ganó en las doce comunidades restantes, se haya dado en Andalucía. Ya, y esto no ha hecho más que empezar, hay quien especula con que quien ha ganado las novedosas primarias del PSOE, sin presentarse a ellas, ha sido Susana Díaz, que, al menos de momento, controlará el partido, pues no en vano el clamoroso triunfo de Sánchez es fruto directo del apoyo “no expreso” de la Presidenta andaluza.
            Y este asunto es el que a más corto plazo va a poner a cada uno en su sitio. La promesa por parte de Sánchez durante el proceso electoral de convocar primarias para elegir candidato a la Moncloa en noviembre, contrata con el consabido rechazo de Susana Díaz a dicha celebración y, menos aún, en dicha fecha. De entrada el Secretario General electo ya ha dicho que las primarias se celebrarán “sí o sí” aunque no asegura la fecha prometida, dejando la decisión a la voluntad de la Ejecutiva que configure, del Comité Federal y de los gerifaltes territoriales, lo que algunos interpretan como un sometimiento a Susana Díaz, para que se consolide como posible candidata tras las elecciones municipales, mientras otros piensan que igualmente interesa a Sánchez para ganar tiempo y consolidar su liderazgo, no sólo como Secretario General sino además como candidato a la Presidencia de Gobierno, que, tal como ha venido sucediendo, sería lo más acertado, pues una bicefalia en el PSOE supondría, a mi juicio, más problemas que los ya existentes.
            De cómo afronte Sánchez el liderazgo que, de una u otra forma, acaban de ofrecerle los militantes socialistas dependerá si la esperanza de futuro del PSOE se consolida o simplemente es un espejismo. No es cuestión de si su Ejecutiva será tan de izquierdas como quieran las bases, es cuestión de diseñar un proyecto político progresista fiable, creíble y posible a corto y medio plazo, alejado de utópicas y demagógicas propuestas irrealizables. Para eso ya están otros. Aunque él mismo ha dicho que huirá “de populismos y demagogia”, aunque, en concordancia con Rubalcaba dice que “jamás” participaría en una coalición gubernamental con el PP si fuera necesario, ahora le toca demostrarlo con hechos y no con palabras. Si, como dice, sus referentes son Felipe González y Renzi, sólo recordarle que, en su día, González sobre el asunto del marxismo, se negó a liderar un proyecto mayoritario que él no compartía, forzando un Congreso extraordinario, bien para que las bases modificasen el proyecto o para que otro compañero lo liderara. Barrió Felipe en aquel Congreso Extraordinario. Yo estaba allí. Y el PSOE, poco después, tuvo el mayor éxito de toda su historia. Ahora, Pedro Sánchez, tiene la palabra.

                             Fdo. Jorge Cremades Sena 

lunes, 7 de julio de 2014

CONTROL DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN

                        Anda Pablo Iglesias, el carismático líder de Podemos, muy enojado con estos “mayordomos de los ricos” que “nos están gobernando”, al extremo de que anuncia que va a llevar a los tribunales a Esperanza Aguirre, entre otros, porque “define como críticas la imputación de delitos” ya que “decir que alguien forma parte del entorno del terrorismo no es una crítica, es una infamia”. El amigo Pablo tiene toda la razón y sabe perfectamente que las infamias, injurias y calumnias son figuras delictivas contempladas en el Código Penal. Pero la ex presidenta madrileña, que le sitúa como “amigo de Hugo Chaves, Fidel Castro y ETA”, apoyándose en declaraciones de Iglesias, algunas incluidas en videos que circulan por las redes sociales, le reta a que lo haga, pues también sabe que demostrar dichos delitos no es tarea fácil, sobre todo si hay documentos que indiquen cierta veracidad en sus palabras probando su admiración, comprensión, justificación o colaboración con dichos regímenes o proyectos políticos populistas o totalitarios. Menos aún si quien se queja de que se defina como crítica la imputación de delitos, es experto en utilizar imputaciones de delitos, insultos y descalificaciones como método de crítica política. Y Pablo Iglesias, desde su protagonismo callejero en los movimientos antisistema, no sólo es un experto en ello sino un cínico maestro, aunque, desde su ingreso en la “casta”, que él mismo popularizó, cada vez sea más víctima de sus propias contradicciones, olvidando que uno es dueño de sus silencios y reo de sus palabras.
            ¿Acaso no ha culpado a Aguirre, entre otros políticos del “régimen” populares o socialistas, de casos de corrupción que están en fase de investigación sin sentencia judicial y en la que ella ni siquiera está imputada? Pero, Pablo lo explica desde su autoproclamada verdad absoluta: “Si digo que la Señora Esperanza Aguirre estuvo vinculada a las empresas de la Gürtel, lo que estoy haciendo es contando lo que sucedió, si digo que utilizó su puesto para favorecer a empresas de sus amigos, estoy contando lo que sucedió”. Pero si alguien dice o saca a relucir sus conductas pasadas, que ahora, desde la “casta”, prefiere mantener ocultas (hasta afines del régimen de Maduro se han quejado por ello), según él, no está haciendo crítica política, sino que le está injuriando o difamando, por más documentos orales, escritos o audiovisuales que lo avalen. Su cinismo político y su arrogancia ya quedaron patentes tras las europeas, cuando con sólo un millón doscientos mil votos, dijo: “Hemos derrotado a los cínicos, a los arrogantes y a quienes asumían la resignación ante lo que ocurría en nuestro país”. Como si hubiera ganado las elecciones y se dispusiera a gobernarnos. Y ahora se declara víctima de la “persecución de la casta” a la que ya pertenece, cuando, sólo porque Felipe González manifiesta que “una alternativa bolivariana sería una catástrofe sin paliativos”, arremete contra el ex presidente tachándole de haber “quedado reducido a una caricatura tan patética de sí mismo”. Es su razonado argumento para rebatir el manifiesto rechazo político por parte de González del sistema bolivariano chavista.
            Y en este ambiente de despropósitos antidemocráticos es patético que quien pide a la Eurocámara que acabe con “el secuestro de la democracia” en Europa manifieste que “los medios de comunicación tienen que tener control público” bajo el cínico argumento de “garantizar la libertad de prensa” ya que “no puede ser que algo tan importante, y de interés público, imprescindible para la democracia, como son los medios de comunicación, esté sólo en manos de multimillonarios”, mientras su camarada Monedero, desde un medio televisivo en manos de millonarios (donde sustituye como tertuliano a Iglesias tras su promoción y ascenso a la “casta” desde los medios propiedad de millonarios) intenta justificar lo injustificable, suavizando las palabras de Iglesias sobre el control público de los medios de comunicación. Es para que se diga la verdad y no se mienta ni se injurie, ni se difame. Alguno de los contertulios del programa, caso insólito, le recuerda que para eso están los tribunales, al considerar excesiva la costumbre de pasar siempre la mano por el lomo incluso ahora en que se pone en cuestión la libertad de prensa. Ya hace días Oswaldo Payá, hermano del fallecido opositor cubano Carlos, recordaba a Iglesias que en Cuba, su tierra, “hay pobres y se reprime a la gente de izquierdas” y “no es posible asociarse, no es posible publicar nada que no esté acorde con el régimen, y mucho menos constituir un partido político”. En fin, será para que los medios de comunicación no estén en manos de multimillonarios y para que sólo publiquen la verdad.
            Sólo faltaba que el PP, con su mayoría absoluta, le tomara la palabra a Podemos en esto del control público de los medios de comunicación. ¿Qué diría Pablo? ¿Qué diría el resto de partidos de la oposición? Lo extraño es que nada digan sobre la propuesta de Iglesias. Bueno, no todos. Desde IU lo tienen más claro. Alberto Garzón, catapultado a las alturas para tratar con Iglesias, manifiesta que “Podemos no es el rival. Igual hay que cambiar las siglas de IU”. Ya ven, asume de antemano que quien sobra es Izquierda Unidad. De seguir este ejemplo, al final sobrarán todos los partidos.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

martes, 1 de julio de 2014

IMPUTACIÓN ATÍPICA

                        Es innegable que la imputación de un delito fiscal y otro de blanqueo, que hace el juez Castro a la Infanta Cristina, es, se mire como se mire, radicalmente atípica. Con toda certeza, en las decenas o centenares de casos sobre este tipo de delitos que habrá instruido Castro, o cualquier otro juez con experiencia, no habrán confluido en ninguno de ellos, ni con tamaña intensidad, el interés mediático y político, las correspondientes presiones y especulaciones, la repercusión nacional e internacional, el alto estatus social de los investigados, los apriorismos populares inducidos por demagogias interesadas, y tantas y tantas otras variables que, obviamente, convierten el “caso Nóos”, especialmente en lo concerniente a la Infanta de forma directa, en un caso singular. Y es precisamente en esta singularidad dónde hay que buscar los atípicos comportamientos, tanto del juez instructor como del fiscal, que, a mi juicio, rebasan la lógica discrepancia jurídica, precisamente en la fase instructora del proceso en que, al fin y al cabo, sólo se dilucida, aunque no es poco, si, con las pruebas aportadas, se imputa o no a los encausados algún tipo de delito en esta primera instancia para pasar a la fase de juicio, en que habrá, en todo caso, que demostrarlo o no, en caso de que la siguiente instancia mantenga la imputación.
            De entrada, ni es habitual tan prolijo auto de imputación por parte del juez Castro para argumentar su decisión, ni tan descalificador recurso por parte del fiscal Horrach para oponerse a la decisión del juez, excediendo ambos el estricto y habitual ámbito argumental jurídico. Máxime si ya, en la anterior imputación de Castro a la Infanta, desestimada por la Audiencia de Palma en su momento, la refriega dialéctica pública entre ambos fue de tan alta tensión y con tamañas descalificaciones que parecía imposible que ahora se repitiese e incluso se superase. Tanto Castro como  Horrach tienen un prestigio suficiente, como para no entender su protagonismo en un espectáculo que, en definitiva, deteriora la escasa credibilidad que los ciudadanos tienen en la justicia. Pero si el comportamiento de juez y fiscal es atípico, más atípico es el debate especulativo mediático y callejero que, en definitiva, condena “a priori” a la Infanta antes de que la Audiencia de Palma ratifique o no la imputación que le hace Castro, sin tener en cuenta que, según los expertos, es difícil imputar un delito fiscal con informes contrarios de Hacienda y complicado demostrar el de blanqueo de capitales, que requiere un conocimiento previo del origen fraudulento de los fondos, concluyendo que, en todo caso, con las pruebas aportadas, hubiese sido más adecuado imputarle otro tipo de delitos como puede ser el de enriquecimiento indebido.
            En todo caso, para la inmensa mayoría de la gente, lo que menos importa ya es la demostración o no de los delitos imputados a la Infanta. “Ha mentido”, dicen unos. “¿Es que era tonta?”, preguntan otros, tras su declaración judicial, basada en “no sabe, no contesta”, olvidando que son estrategias y derechos de la defensa legales que todos utilizan habitualmente. Pero, convencidos todos de su culpabilidad real, que no jurídica, mientras exigen igualdad de la ley, niegan a la Infanta igualdad en su defensa, olvidando que, al final, la verdad real no coincide muchas veces con la verdad jurídica, que ha de demostrar fehacientemente un tribunal. Por lo visto, en este caso no, pues, si Hacienda no acredita documentalmente la categoría de delito de fraude, es que miente, aunque nadie le exija responsabilidades, ni a Hacienda, ni a las autoridades que permitieron a Urdangarín todo tipo de tropelías simplemente por ser “vos quien sois” saltándose la legalidad a la torera. Si el fiscal, en su papel de defender la legalidad, discrepa del juez, es que está vendido en vez de estar cumpliendo con su obligación o si el juez la imputa es por razones interesadas. Y así tantos otros detalles atípicos en cualquier otro procedimiento normal y corriente. Es el absurdo maniqueísmo popular, inducido y alimentado por claros intereses políticos.
            Y para colmo Horrach, en su atípico celo por ejercer su responsabilidad, rebasa todos los límites señalando prácticamente en su recurso conductas delictivas del juez al considerar que “cuando el puerto de destino está determinado antes de iniciar la investigación, basado en meras conjeturas, contamina de tal forma la marcha exploratoria que la convierte en un itinerario inamovible, en el cual los parámetros de imparcialidad, objetividad y congruencia que deben presidir cualquier actuación judicial quedan relegados”. Si añade que la instrucción está “presidida por un credo y no por la sana guía de la duda”, con alguna deducción que “no ostenta ni la categoría de simple sospecha”, y manifiesta que “no es que la imputada sea evasiva sino que no dice lo que el instructor quiere oír” y que “ante la falta de nuevos datos que contradigan o desvirtúen lo que en el año 2012 manifestó el instructor, cabe preguntarnos a qué se debe este cambio de criterio tan radical, por qué lo que era blanco y transparente en el año 2012 muta a oscuro y con tintes criminales en el año 2014”, es obvio que, al margen de lo que se resuelva sobre la Infanta, a quienes debiera procesarse es, bien al juez Castro por prevaricación, bien el fiscal Horrach por injurias y calumnias. Castro le insta a que le denuncie por prevaricación, Horrach no lo hace. Ambos, teniendo la posibilidad de recurrir a la Justicia, prefieren mantenerse en el peor de los escenarios para hacer creíble la Justicia, con mayúsculas, a la ya bastante manipulada opinión pública. Por tanto, se decida lo que se decida sobre la Infanta, quien realmente ya ha perdido es la Justicia.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena