sábado, 23 de enero de 2016

LA MONCLOA POR ASALTO



                        Justo cuando Pedro Sánchez se disponía a comparecer ante Felipe VI para expresarle su alergia no ya a negociar sino incluso a hablar con Mariano Rajoy y con el PP (partido conservador, pero nítidamente democrático) y su atracción fatal no ya por hablar sino incluso negociar y lo que haga falta con Pablo Iglesias y Podemos (conglomerado de partidos radicales, con propensión totalitaria), justo entonces, en el penúltimo capítulo de la ronda de comparecencias para proponer candidato a investir Presidente de Gobierno, Iglesias, seguramente pensando que tomar el cielo “por asalto” requiere asaltar primero la Moncloa, publica su propuesta al Rey de un gobierno tripartito, PSOE-Podemos-IU, con Sánchez como Presidente, él como Vicepresidente, con las principales carteras ministeriales para Podemos, una para Alberto Garzón y la creación de un pintoresco Ministerio de la Plurinacionalidad para En Comú Podem que solucione el conflicto catalán. Lo proclama arropado por la plana mayor podemita y sus ministrables sin haber hablado con Sánchez y además dicta las medidas urgentes en Economía, Defensa, Interior o Asuntos Exteriores, la necesidad de crear una “RTVE pública independiente” (más o menos como la venezolana, digo yo), y exige “medidas de Estado para cambios constitucionales” con “espíritu constituyente”, es decir, la liquidación del “régimen” político español, avalado por sus 69 escaños (muchos ni siquiera suyos), desvelando incluso la estrategia diabólica para burlar los votos de bloqueo del PP y ningunear la amplia mayoría parlamentaria que requiere cualquier cambio constitucional sustancial. Insólita osadía, digna de cualquier dictador de tres al cuarto, autoproclamándose Vicepresidente de un Gobierno presidido por el socialista Sánchez, quien, en vez de desacreditar y desautorizar al podemita por humillarle, manifiesta que “hay que esperar a que Rajoy fracase” pues “las negociaciones tienen que basarse en la confianza”.
            En definitiva una puñalada trapera de Iglesias a Sánchez, retándole a que demuestre quien “manda” en el PSOE y si es capaz de imponerse a las “élites” socialistas que le piden que no pacte con Podemos, recordándole que PSOE y Podemos tienen casi los mismos votos y él aporta ahora el millón de votos de IU, por lo que “la posibilidad de que Sánchez sea presidente es una sonrisa del destino que podría agradecer”, dejando entrever quien tiene en este guiso la sartén por el mango. Humillación en el fondo y en la forma a un PSOE centenario y a su Secretario General que, cegado por la ambición o la necesidad personal de gobernar, se traga lo que le echen, aunque provenga de un arrogante aficionado al totalitarismo populista venezolano, sin que desde el socialismos democrático y solvente se atrevan a quitarle la careta de demócrata y sus incoherencias, recordándole que juró y perjuró que jamás iría en un gobierno socialista del “bunker” si él no lo presidia, cuando ahora intenta imponérselo a Sánchez, con apariencia de segundón, porque “hemos venido a gobernar” y contradiciéndole en su estrategia negociadora porque “España no puede permitirse esperar a Rajoy ni esperar a los juegos parlamentarios” (ese es el respeto al parlamentarismo), mientras que, molesto por las preguntas de alguna periodista contesta: “muchas gracias por su pregunta; por cierto, precioso el abrigo de pieles que trae usted”. Así es el personaje con quien Sánchez intenta negociar basándose “en la confianza” cuando, disconforme con humillarle de forma tan vergonzante, se enorgullece de “tener el talante necesario” (¡menudo talante!) que “las fuerzas del bunker no han demostrado tener” (el bunker incluye a los socialistas), alegando cínicamente que si ahora quiere entrar en un gobierno de coalición (a los podemitas no les mueve el intereses material, son como ángeles) es por desconfiar de los socialistas “que dicen una cosa y luego hacen otra” por lo que “Podemos es la garantía del cambio” (omite que del cambio a peor) pues ni confía en el aparato socialista ni en sus élites. Y Sánchez, evitando valorar lo dicho por Iglesias, asegura que sus votantes “no entenderían que no nos entendiéramos”, cuando lo que no entienden es el sometimiento a los intereses populistas antidemocráticos.
            Y cuando toca comparecer ante el Rey a Rajoy, éste, consciente del boicot al PP por el resto de partidos y en medio del espectáculo bochornoso que protagonizan Iglesias y Sánchez, declina la propuesta de investidura que le hace Felipe VI al ser el grupo mayoritario del Congreso y haber ganado las elecciones, alegando “mantengo mi candidatura, pero en estos momentos no tengo votos suficientes para ser investido y aún no estoy en condiciones de presentarme a la investidura” a la que “no iré mientras otros negocian ya el reparto del gobierno”, trasladando la presión a Sánchez mientras reitera su oferta de un pacto moderado. Se acaba la mascarada. No se escenifica una investidura fracasada a priori. Vuelta a empezar con otra ronda de comparecencias. Quien tenga los votos que lo diga. Y que cada cual apechugue con sus responsabilidades y las consecuencias derivadas. De nuevo a partir desde cero, pero, al menos, somos más conscientes del pie que cojea cada uno.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

miércoles, 20 de enero de 2016

INEXPLICABLE NO, IRRESPONSABLE



                        La polvareda política interna y externa que ha causado Pedro Sánchez con la cesión de cuatro senadores socialistas, dos a ERC y dos a DiL, para que tengan grupos propios en el Senado, lo que le negaron las urnas, y posibilitar que el PNV tenga un puesto en la mesa, cedido por el PSOE, ha provocado una serie de calificativos por parte incluso de los propios barones socialistas que van desde “inexplicable” a “indeseable”, pasando por “inoportuna”, “anómala” “desafortunada”, acertados todos ellos menos el de “inexplicable” pues la obsesión de Sánchez y su necesidad política personal de ser investido Presidente de Gobierno, al estar cuestionada su supervivencia política, lo explicaría todo. Cuestión distinta es la explicación que da él y sus más fieles colaboradores, conscientes de que si no logran su único objetivo le acompañarán al exilio político, para justificar medida tan cuestionada y darle apariencia de normalidad cuando el asunto no sólo es anormal e inédito sino que además es irresponsable, adjetivo que, curiosamente, ninguno de los barones socialistas utiliza, lo que hace pensar que como muchos de ellos ya gobiernan autonomías y ayuntamientos en perfecta sintonía con opciones separatistas totalitarias (entre otros, varias decenas de ayuntamientos catalanes adscritos a la Asociación de Municipios por la Independencia), la airada protesta pública frente a la irresponsable decisión de Sánchez de pactar con el diablo para conseguir gobernar es, simplemente, una pose de cara a la galería y no un rechazo radical a un pacto larvado de los socialistas con radicales de extrema izquierda, independentistas totalitarios y pintorescas opciones anticapitalistas que, en caso de consolidarse, acarreará graves perjuicios políticos, sociales y económicos a todos los españoles. Por tanto, la decisión de Sánchez y su Ejecutiva, inexplicable no, simplemente irresponsable.
            Irresponsables incluso los argumentos, engañando a la ciudadanía, para justificar lo injustificable, como si fuésemos idiotas, al manifestar que el préstamo de senadores es simplemente una cuestión de “cortesía parlamentaria” (Oscar López), una tradición que supone simplemente “una cierta situación anómala” (Ximo Puig) o una práctica habitual que socialistas y populares hacen con “asiduidad” por lo que “es una circunstancia que se ha repetido mil veces; no es la primera vez” (Micaela Navarro), ya que, incluso pasando por alto esa especie de beatífica y gratuita “cortesía parlamentaria” sin pedir nada a cambio, que nadie se cree, ocultan de forma irresponsable que, en efecto, no siendo la primera vez que populares y socialistas han cedido parlamentarios, aunque no por razones altruistas de profundización democrática (para eso están los resultados electorales y los reglamentos que ponen a cada uno en su sitio), sí es la primera vez que semejantes concesiones, hechas a espaldas de los ciudadanos, se hacen a opciones políticas antidemocráticas, anticonstitucionales o independentistas (cuando se hicieron a CiU, era una opción nacionalista constitucional) que tienen planteado un pulso totalitario al Estado de Derecho, una especie de golpe de Estado civil, amenazando con romper España y secuestrar la soberanía nacional mediante la desobediencia a la legalidad democrática y el desacato desde las propias instituciones al Imperio de la Ley, base esencial de cualquier Estado de Derecho democrático. Esta es la grave irresponsabilidad en que incurre Pedro Sánchez y quienes le apoyan dentro del PSOE, partido esencial desde la Transición en la vertebración de España y en su gobernabilidad, que, con semejante medida se echa al monte, al igual que en su momento hizo Zapatero prometiendo a nacionalistas e independentistas catalanes, sin tener competencia para ello, que todo lo que viniera del Parlament de Catalunya sería apoyado por el Gobierno que presidía. De aquellos polvos, estos lodos antidemocráticos que Sánchez, en vez de aislar, prefiere extender amplificando la voz de quienes se sienten tan a gusto revolcándose en semejante lodazal. ¿Se entendería como irresponsable semejante “cortesía” con Amaiur, Bildu, Geroa Bai, BNG… en plena efervescencia del radicalismo abertzale? Por razones obvias, jamás se hizo, ni por “cortesía”, ni por interés particular alguno.
            Así pues, explicable, aunque irresponsable, para que a Pedro Sánchez le salgan las cuentas, pactando con los comunistas de Pablo Iglesias, pacto que ambos siempre negaron, si éstos permiten venderlo mejor de cara al Comité Federal, posponiendo el ilegal “derecho a decidir” y retirando la promesa de un “referéndum” independentista. De ser así, salen las cuentas para investir a Sánchez en segunda votación con los votos afirmativos de PSOE, Podemos, IU y PNV, además de la “cortesía” generosa de la calculada abstención de los independentistas de ERC y DiL, la camuflada marca de CDC. Objetivo personal de Sánchez cumplido que venderá a la ciudadanía como “gobierno de izquierdas progresista” a pesar de los apoyos, ¡eso sí, por “cortesía”!, de las derechas nacionalistas (PNV y DiL), de las izquierdas totalitarias independentistas (ERC) y del variopinto elenco de minoritarios partidos radicales, aglutinados en Podemos, que andan a la gresca entre ellos mismos y califican a nuestra democracia como “régimen”, heredero del franquismo, al que hay que eliminar y sustituirlo por las solventes “democracias” populistas.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

miércoles, 13 de enero de 2016

ENSOÑACIONES IRRESPONSABLES



                        Como en política todo es posible y casi nada debiera sorprendernos (basta referirse a la última chapuza antidemocrática en Cataluña), nuestros políticos, respecto a la gobernabilidad del Estado, andan emperrados en moverse al filo de lo imposible para lograr finalmente la cuadratura del círculo, cuando todos ellos saben que, les guste o no, les convenga o no, lo más probable será nuevas elecciones generales, salvo que, aunque sea “in extremis”, recuperen la cordura y, renunciando a ensoñaciones irresponsables, que los ciudadanos no han avalado, entonen el “mea culpa” y, asumiendo la realidad del resultado electoral, decidan esforzarse por hacer viable lo posible y deseable en beneficio de toda la ciudadanía en vez de emperrarse en hilvanar un gobierno inestable, sin rumbo fijo ni factibles objetivos concretos, que, en el mejor de los casos, sólo retrasaría la convocatoria de dichas elecciones y, obviamente, prolongaría la ingobernabilidad, aunque esté barnizada cínicamente con cierta apariencia de gobernabilidad que sólo conduce a la inestabilidad política,  social, y económica. Los ciudadanos, si se leen correctamente los resultados, no han avalado un gobierno “de izquierdas progresista” en España por más que la suma torticera de escaños en el Congreso pueda dar como resultado una mayoría absoluta mediante el mecánico proceso de añadir a la misma cualesquiera de las opciones políticas y sus opuestas en temas fundamentales; pero tampoco han avalado un gobierno “de derechas conservador” por más que la fuerza política más votada sea conservadora. De ser así, el pueblo no hubiera castigado severamente a PSOE y PP, tradicionales y mayoritarias fuerzas políticas, respectivamente, del progresismo socialdemócrata de izquierda moderada y del conservadurismo liberal de derecha democrática, oposición mayoritaria y gobierno en la pasada legislatura, que, no obstante, se mantienen como segunda y primera fuerza política en la presente legislatura, por delante de un conglomerado variopinto de opciones radicales territoriales de izquierdas, Podemos, y de un emergente partido centrista, Ciudadanos.
Con los datos electorales citados, se observa además que de los cuatro primeros partidos, tres de ellos (PP, PSOE y Ciudadanos) son claramente constitucionalistas y, como tales, homologables con las opciones político-ideológicas democráticas moderadas que predominan en toda Europa, mientras el cuarto (Podemos) está alineado con populismos radicales (en este caso de extrema izquierda), minoritarios en Europa y de deplorable gestión en aquellos otros lares en que consiguió gobernar, con guiños totalitarios, antisistema, anticapitalistas y antieuropeos. Por tanto, teniendo en cuenta que entre los tres partidos citados suman más de 250 escaños de los 350 que forman el Congreso, quedando los menos de 100 restantes repartidos entre partidos nacionalistas, tanto de izquierdas como de derechas, independentistas y, en todo caso, claramente anticonstitucionalistas, la indiscutible lectura del resultado electoral del 20-D es que los españoles apuestan por una aplastante defensa del orden constitucional vigente, amenazado seriamente por totalitarismos populistas que cuestionan peligrosamente la democracia. Ese es el principal mandato de las urnas a la hora de conformar un gobierno fuerte que España necesita más que nunca.
Pero si además observamos que entre los tres partidos constitucionalistas sólo cabe conformar una sólida mayoría gubernamental PP-PSOE, más sólida aún si se sumara Ciudadanos por razones de emergencia democrática, o se materializa dicha mayoría o, como segunda opción, se buscan fórmulas de mayoría suficiente entre los tres partidos mediante sólidos apoyos parlamentarios que garanticen la estabilidad de un programa de gobierno pactado que salvaguarde los objetivos que se consideren urgentes y fundamentales para la actual legislatura en el terreno institucional, social, político y económico. O una de estas opciones o convocatoria urgente de nuevos comicios y que cada cual apechugue con sus responsabilidades. Todo lo demás son ensoñaciones aventureras que, en caso de hilvanarse cogido con pinzas, si es que se consigue, pueden acarrear graves consecuencias.
Una vez más los ciudadanos españoles hemos apostado por la moderación muy mayoritariamente, ahora repartida entre tres partidos en vez de dos, que, como en el resto de Europa, abarcan la derecha, el centro y la izquierda democrática. Y, como en el resto de Europa, los citados partidos están condenados a entenderse, les guste o no, para evitar arriesgados experimentos que suelen costar muy caros, especialmente a los partidos moderados que participan en ellos, pero, sobre todo, a los pueblos que los sufren. Basta echar un vistazo para comprobarlo.
Si a la hora de conformar la Mesa del Congreso de los Diputados acaban de actuar con la requerida responsabilidad y sensatez, evitando demagógicos experimentos reglamentarios de funcionamiento, aunque se hayan soportado esperpénticos comportamientos demagógicos en el acatamiento a la Constitución por parte de sus señorías de las bancadas anticonstitucionalistas, esperemos que idéntica responsabilidad y sensatez se ejerza a la hora de formar el futuro Gobierno. Rajoy, Sánchez y Rivera tienen la última palabra, demostrando que están a la altura de las circunstancias en momentos tan difíciles. Es lo que mayoritariamente el pueblo espera de ellos. Y quien no esté a dicha altura, mejor que se dedique a otra cosa.
                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

CASO NOOS, ¿JUSTICIA O ESPECTÁCULO?



                        Celebrada la primera sesión del juicio del “caso Noos”, que, como era de esperar, provoca una gran expectación, cabe preguntarse si lo que interesa del mismo es que se haga justicia o que se convierta en un espectáculo mediático, como suele suceder en casos que afectan a personajes importantes de gran relieve social. Para lo primero se requiere dejar que el tribunal actúe sin más, informando simplemente de las estrategias legales de defensa y acusación que cada uno, en el uso de su derecho, tenga a bien utilizar; para lo segundo, criticar todas las actuaciones de cada uno de los agentes que intervienen en el mismo, adornándolas con juicios de intenciones interesados en cualquier sentido. Y me temo que, al igual que ya sucediera en la fase de instrucción, al menos, en lo referente a la Infanta Cristina, va a prevalecer lo segundo. Ya, de entrada, que Hacienda considere que la Infanta no cometió delito fiscal, que es de lo que se le acusa en calidad de cooperadora necesaria, o que el fiscal aporte por sorpresa un reciente dictamen exculpatorio, admitido por los jueces, se vende como una presión de Hacienda y Fiscalía para exonerar a la Infanta mediante la aplicación de la “doctrina Botín” solicitada por su defensa, en vez de explicarlo como una actuación normal ajustada a derecho, descalificando por tanto subjetivamente la objetividad o imparcialidad del Ministerio Público, por presentar dicho informe exculpatorio, y la de Hacienda por haberlo elaborarlo en dicho sentido. Yo, lego en asuntos jurídicos como la inmensa mayoría de la población, no sé si, como dice la Agencia Tributaria en su informe, admitido por el Tribunal, el delito fiscal sólo lo comete quien genera las rentas y no basta con ser socio del mismo para imputárselo, como es el caso de la Infanta en Aizoon, por lo que me limito a confiar en el Tribunal que es quien, como en los demás casos, ha de decidir sobre dicho asunto tras escuchar los argumentos jurídicos y estudiar las pruebas a favor y en contra, como sucede en todos los juicios. Doctores tiene la Iglesia, que dirían los clásicos.
            Mal asunto pues si, como sucediera al inicio de la fase de instrucción sobre la imputación de la Infanta, que al final se ha sentado en el banquillo frente a los que afirmaban que jamás sucedería, ahora, ya desde esta sesión de cuestiones previas, nos dedicamos mediáticamente a pontificar en favor o en contra de que se le aplique la “doctrina Botín” para generar en la ciudadanía, supongo que intencionadamente y no por ignorancia (grave en ambos casos), más dudas sobre la Justicia española en vez de limitarse al derecho y deber de informar. Yo no sé si las cinco sentencias anteriores que aportará la defensa son suficientes o no para sentar jurisprudencia, por lo que tampoco puedo concluir que por razones de igualdad jurídica a la Infanta hay que aplicarle o no “la doctrina Botín” que la liberaría del juicio. Pero sí sé que la defensa de la Infanta, como la de cualquier imputado, tiene todo el derecho a semejante petición y a aportar como prueba argumental todo aquello que considere conveniente para que el Tribunal decida lo que sea justo. Por tanto, ni ahora ni después, me posicionaré a favor o en contra de lo que decida el Tribunal, me faltan conocimientos y pruebas para semejante osadía, que, en todo caso, sólo sería mi versión particular y no necesariamente lo justo; pero sí tengo claro que, si procede legalmente, no se puede negar la aplicación de la citada doctrina a Cristina por el mero hecho de ser Infanta, cuando a otras personas se les aplicó antes y, que yo sepa, la aplicación de la “doctrina Botín” no ha sido derogada. Proceder así, sí que sería lo injusto. Además siempre queda la garantía del recurso al Supremo para quien, disconforme con el veredicto, sea el que sea, lo consideren errado.
            Y como supongo que a la inmensa mayoría lo que le interesa es que se haga Justicia, con mayúsculas, aunque no pueda evitarse el morbo, convendría que se actuara con responsabilidad por parte especialmente de los generadores de opinión para que prevalezca lo primero, es decir, que cada uno de los imputados, incluida la Infanta, apechugue con las responsabilidades penales probadas que le correspondan, pero ni más ni menos, y, sobre todo, que devuelvan lo malversado o apropiado indebidamente. Y eso, guste o no guste, ha de decidirlo un juez, un Tribunal de Justicia. Por lo tanto afirmar gratuitamente que el Estado se moviliza para salvar a la Infanta del juicio y cosas por el estilo sin prueba alguna (y en caso de tenerlas, ahí están los tribunales) me parece una flagrante irresponsabilidad que en nada favorece la aplicación de la Justicia, sino, más bien, un espectáculo peligroso.
                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

lunes, 11 de enero de 2016

TRIUNFO DE LA INDIGNIDAD



                        Cuando todo presagiaba que Cataluña se disponía a celebrar nuevos comicios (en este caso autonómicos y no pseudo-plebiscitarios) para elegir el nuevo gobierno de la Generalitat tras el fracaso de la última y efímera reunión de Junts pel Sí y las CUP, así como las declaraciones de Artur Mas de que la Presidencia y demás instituciones de la Generalitat no eran moneda de cambio, lo que al menos hubiera supuesto una cierta dignidad política (si es que se puede hablar de dignidad en el ilegal comportamiento de los políticos independentistas catalanes) y, como última trinchera, una cierta reparación democrática implícita del fraude de la anterior convocatoria electoral y una cierta rectificación de la torticera interpretación de su resultado; cuando se esperaba todo esto, sorprendentemente, con nocturnidad y alevosía (y probablemente, con premeditación), unos cuantos iluminados, reunidos en “petit comité”, le dan un visionario giro copernicano al asunto e hilvanan un indecente acuerdo a espaldas de los catalanes para que triunfe “in extremis” la indignidad antidemocrática y puedan mantener intacto el totalitario “golpe de estado” planificado en el ilegal “procés” independentista, que el propio Mas, traicionado por su subconsciente, reconoce públicamente cuando, tras utilizar como moneda de cambio su candidatura a la Presidencia de la Generalitat y cederla a los caprichos de los anticapitalistas de las CUP, dice en su cínico discurso de renuncia obligada, disfrazado de honorabilidad, que “lo que no nos dieron las urnas lo ha corregido la negociación” (más claro, el agua), mientras anuncia que entrega la candidatura, por decisión exclusivamente personal, a Carles Puigdemont, número tres en la lista de Junts pel Sí por Girona, de donde es alcalde, presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia y el más fiel de sus cachorros convergentes, superándole en apasionamiento independentista al ser capaz incluso de amenazar con que “los invasores serán expulsados de Cataluña”, lo que ni siquiera fue capaz de hacer el ya ex President Artur Mas.
            Y, por si todo lo anterior fuera poco, para que la indignidad fluya a raudales, se prostituye hasta el procedimiento para generar la nueva mayoría que garantice la solidez del indigno “procés” independentista, pues ni siquiera se trata de un pacto de gobierno o sólo de investidura Junts pel Sí-CUP, sino de un amaño democrático por el que dos de los diez diputados cupistas, burlándose hasta de sus propios electores, son transferidos a modo de préstamo como tránsfugas permanentes al grupo Junts pel Sí para alcanzar la necesaria mayoría gubernamental, aunque el grupo parlamentario de las CUP, según su propio portavoz, seguirá teniendo diez diputados con funciones diferentes, pues dos de ellos actuarán como si fueran de Junts pel Sí, en tanto que los demás se comprometen a no votar junto al resto de la oposición en asuntos que arriesguen la estabilidad parlamentaria del Govern. Además, según Mas, habrá diputados de las CUP que renunciarán a su escaño y la formación anticapitalista (por haber sido mala) reconocerá haber cometido “errores” en la negociación para bajar la tensión habida durante las negociaciones. Con tan insólita ficción democrática, que rebasa cualquier planteamiento democrático en el fondo y en la forma, la componenda miserable entre Junts pel SÍ y las CUP, contraviniendo lo prometido a sus electores y a espaldas de ellos, Carles Puigdemont, siendo número tres en las listas de Gerona, es investido President de la Generalitat en sustitución del candidato ofertado a la ciudadanía, Artur Mas, ya camuflado en las listas como número cuatro por Barcelona. El orden de los factores, no altera el producto.
            No extraña pues que Carles Puigdemont en su discurso de investidura, transmutado en Artles Masdemont, repitiera casi literalmente el mismo programa expuesto por Artur Mas en su fallida investidura, afirmando rotundo: “Mi programa de gobierno es el mismo de Mas” y faltándole sólo reconocer que simplemente es  su clon. Que todo será como con Mas, pero sin Mas. Y, obviamente, al igual que Mas, ni la más mínima alusión al grave problema de la corrupción que atenaza a CDC, el partido de ambos (el argumento cínico de las CUP para negarse a la investidura), con su sede embargada para responder a las imputaciones judiciales. Masdemont, al igual que Mas, no se enteró de nada al respecto y, sin lugar a dudas, esta indignante suma de las CUP al “Junts pel 3%”, que bajo el seudónimo de “Junts pel Sí” integraba a CDC y ERC, le ayudará a mantenerse ignorante sobre el tema, sin la menor mácula para declarar la ilegal, antidemocrática y totalitaria “preindependencia” de Cataluña, pues eso de respetar las normas constitucionales y actuar bajo el imperio de la Ley es precisamente lo antidemocrático y totalitario. Ya ven, los efectos alucinógenos del opio independentista generan este estado de ánimo en el que las cosas no son lo que son, sino lo que parecen. Y los partidos constitucionalistas deshojando la margarita.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena