miércoles, 29 de octubre de 2014

ESPAÑA, UNA POCILGA POLÍTICA

                        Es imposible soportar un minuto más el hedor putrefacto que se respira en España, convertida en una descomunal pocilga política que rebosa inmundicias de todo tipo por todas partes. Ya no cabe más basura política por kilómetro cuadrado, al extremo de que se tiene la sensación de que sólo los cerdos pueden vivir a gusto en tan repugnante escenario. Han sido tantos años echando todo tipo de porquerías impunemente por todos los rincones que, al final, nuestro país se ha convertido en un inmenso basurero en el que ya no cabe ni un centímetro más de mierda por más que algunos pretendan comprimir los estratos anteriores de todo tipo de porquerías. Ni siquiera así cabe la posibilidad de hacer un pequeño hueco para que quepa un poquito más. Ahora, inevitablemente, o se sanea de arriba abajo la pocilga sin ningún miramiento ni contemplación y, sacando de cuajo a los cerdos de la misma, se transforma urgente y radicalmente en un lugar habitable, o, por el contrario, serán las alimañas carroñeras quienes se encarguen de ocupar su lugar en el futuro a costa de los despojos que queden de tamaña podredumbre. Quienes desde hace bastante tiempo venimos advirtiendo que, o la democracia acaba con la corrupción política o ésta acabará con la democracia, cada mañana quedamos atónitos ante el nuevo caso de corrupción de turno que, como los anteriores, se sigue tratando de forma parcial y maniquea por voceros partidistas (militantes o no), como si la corrupción tuviese color político, mientras los líderes de los partidos, en el mejor de los casos, se enredan en la oratoria, para quedar bien ante la audiencia, en vez de hacer propuestas y tomar medidas legales concretas encaminadas a extirpar este corrosivo cáncer.
            La última macrorredada dentro de la “operación Púnica” con 51 imputados por una supuesta trama delictiva, formada por políticos y empresarios corruptos, es la gota que colma el vaso de la paciencia de los ciudadanos honrados, quienes, sin recuperarse aún por el escándalo de las “tarjetas opacas”, el del clan Pujol o el del Alcalde de Barcelona (por no citar el resto de “casos” anteriores, que no cabrían en este espacio), están hasta las narices de seguir manteniendo con sus impuestos a tantos y tantos sinvergüenzas, que, como Paco Granados o Jordi Pujol (por citar sólo los últimos), hasta se permiten el lujo de darnos clases de ética y moral en las tertulias o comparecencias televisivas, negando cínicamente conductas evidentes que, antes o después, salen a la luz inevitablemente, aunque muchos nos preguntemos que para qué, pues en el peor de los casos para ellos, se saldan con unas leves penas de cárcel, una multa y forrados para el resto de sus vidas y las de los suyos. Esa es la sensación colectiva al respecto. Y, llegados a este punto, lo que menos importa ya es si, en este último escándalo, el enésimo (ni el más grave, ni el más indecente, pues todos lo son por igual), el principal imputado, Francisco Granados, ex secretario del PP en Madrid, pertenece al PP o a cualquier otro partido, o si el alcalde de Parla (entre los otros seis detenidos) es del PSOE o no… pues, definitivamente, ya no tiene sentido la estrategia del “Y tú más” como fórmula de escurrir el bulto. Es tanta la mierda, que extenderla simplemente la hace más insoportable todavía. El deterioro causado entre todos, por acción u omisión, al sistema democrático es tal que, en la parte que toque a cada uno de los partidos, o entre todos dan un giro radical a la situación o todos sufrirán las consecuencias por sus conductas irresponsables. Y, por supuesto, todos nosotros.
            Ya es insuficiente que Rajoy pida “perdón” en el Senado por poner a personas “en puestos para los que no eran dignas” e hipócrita que desde los escaños socialistas le respondan por ello con gritos de “dimisión”, teniendo en cuenta que Griñán, que ocupa uno de ellos (y Chaves, otro en el Congreso), aunque sea insuficiente, debieran hacer como Rajoy por su manifiesta torpeza a la hora de elegir a las personas idóneas para cargos de responsabilidad, añadiendo así buenas dosis de porquería al vertedero. Ni es suficiente con entender el “hartazgo” de la gente, como dice el Presidente, ni sentirse “absolutamente desolado” como dice Gómez por la conducta del alcalde de Parla a quien considera como “hermano” o tener “un sentimiento de profunda vergüenza” como dice Esperanza Aguirre por la de Paco Granados que era su mano derecha. No es un problema de entendimientos ni de sentimientos, sino de la toma de medidas urgentes y radicales que de forma objetiva fijen, meridianamente claro, los límites, no sólo jurídicos sino también políticos, que jamás pueden rebasar quienes voluntariamente deciden dedicarse a la Política para servir a los ciudadanos en vez de engañarles y aprovecharse de ellos y de su buena voluntad. O lo hacen por consenso, o tendrá que hacerlo urgentemente el PP en solitario con la mayoría absoluta que en estos momentos disfruta. No caben demoras, ni excusas que, visto lo visto, son tomaduras de pelo inaceptables. De no hacerlo ahora, puede que después sea demasiado tarde.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

viernes, 24 de octubre de 2014

PARAÍSOS VULNERABLES

                        Los distintos grupos humanos, al menos desde la Revolución Neolítica, se han empeñado a lo largo de los siglos en crear en sus respectivos territorios de asentamiento verdaderos paraísos terrenales que, en permanente conflicto entre ellos (no todos consiguen el mismo nivel de bienestar), siempre fueron vulnerables, máxime cuando las relaciones organizativas de cada grupo, basadas en la obtención de riqueza y la apropiación o control de la misma, lo jerarquizan al extremo que muchos de sus miembros en vez de disfrutar del supuesto paraíso viven un verdadero infierno dentro del mismo. El trasfondo del asunto, con las variables y matices que se quiera, es la generación de riqueza y el control o apropiación de los excedentes con el objetivo de obtener un mayor grado de bienestar social que, obviamente, no alcanza a todos por igual, ni a nivel interno del grupo, ni entre unos grupos y otros, generando frecuentes conflictos internos y externos, muchas veces violentos, que demuestran la doble vulnerabilidad de dichos paraísos, sucesivamente finiquitados y reemplazados por otros con idéntica propensión a la vulnerabilidad. Es el inevitable proceso de las relaciones humanas, basadas en el poder, que en cada momento histórico ha propiciado un diferente mapa geopolítico con distintos grupos hegemónicos (los paraísos deseados de cada momento histórico), que, basados en determinadas prácticas de convivencia, interna y con el exterior, supuestamente garantizan la nueva era, hasta que, inevitablemente, llega su decadencia y vuelta a empezar al quedar el modelo obsoleto. Basta echar un vistazo a la génesis y ocaso de los Imperios de la Antigüedad, de los Reinos Medievales o de los Estados Modernos y su evolución hasta nuestros días para constatarlo. Una dinámica diabólica que demuestra la inexistencia de paraísos invulnerables.
            Por tanto, esencialmente, nada nuevo bajo el Sol en cuanto a la dinámica histórica que nos ha traído a la situación actual. Hoy, el paraíso vulnerable, ni es único, como antaño, ni es distinto a los anteriores; lo conforman todos los países del llamado Primer Mundo, Mundo Desarrollado, Civilización Occidental o como prefieran denominarlo (Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y algún que otro país del resto de Europa, Australia, Nueva Zelanda y poco más), que, como siempre, es lógico objeto de deseo, especialmente para los infiernos que conforman el Tercer Mundo. Lo distinto, lo que ha cambiado respecto a los paraísos anteriores, es su repercusión global en un mundo globalizado e interdependiente (antes era posible explorar territorialmente nuevos horizontes económicos, sociales, ideológicos o religiosos para determinados ámbitos concretos, sin afectar demasiado al resto), abocando prácticamente a toda la Humanidad (no sólo a un área concreta por amplia que sea) a una división dual, cada vez más insostenible, entre un único modelo de paraíso, el del desarrollo, cada vez más vulnerable, y un único infierno, el del subdesarrollo (no sólo el exterior sino también el interno), cada vez más insostenible, dejando entre ellos un espacio, una especie de purgatorios en transición (los países emergentes) hacia ese modelo de paraíso, paradigmático de las mayores cotas de bienestar, en el que, tal como está concebido hoy, ya no cabe nadie más, pues los recursos no son ilimitados. Esta situación injusta y contradictoria nos lleva a pensar que estamos en la antesala de un final de ciclo imprevisible a escala mundial, con la agravante de que, demostrado el fracaso de otros modelos de paraísos (auspiciados por el comunismo), surgidos en el momento de crear el actual orden internacional tras la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera se vislumbra un modelo alternativo u opcional que sustituya el más que evidente agotamiento del paraíso que disfruta una tercera parte de la población mundial en estos momentos. Entretanto, las amenazas violentas del terror, como siempre, cada vez son más evidentes.
            El informe anual sobre la actividad económica global del FMI pone en evidencia este más que previsible cambio radical del panorama económico en el mundo y sus pertinentes cambios sociales y políticos. Las economías occidentales, es decir, las del paraíso desarrollado, empeoran a un ritmo más rápido que el esperado, mientras el ascenso de los países emergentes es un hecho indiscutible, pero en base a estructuras de bienestar bien distintas. Por tanto, mientras el paraíso se derrumba, los que llaman a su puerta no tienen cabida al no ser posible extender más tan alto nivel de bienestar, en tanto que, no transitar hacia ese utópico objetivo, supone aproximarse al fondo del infierno olvidado del subdesarrollo. La conclusión es obvia, o a nivel internacional, ya que esta es la dimensión del problema, se hace una redistribución más justa de la riqueza, que conlleva una cierta rebaja del bienestar en el paraíso en favor de una rebaja sustancial del malestar en los infiernos, tanto en los exteriores como en los interiores, para generar al menos una cierta esperanza, o, por el contrario, estallará violentamente la ya más que activada bomba de relojería que hará saltar por los aires tan injusta situación. ¿Estamos dispuestos a hacerlo quienes habitamos el paraíso? Me temo que no.   

                            Fdo. Jorge Cremades Sena 

domingo, 19 de octubre de 2014

PODEMOS, LA HORA DE LA VERDAD

                        Durante este fin de semana celebra Podemos su Congreso Constituyente como partido político, llegándole así la hora de la verdad al tener que definir claramente ante la ciudadanía en qué consiste su proyecto político, como el resto de formaciones políticas, y cuál será su modelo de partido. Aunque el resultado final no se conocerá hasta dentro de siete días, plazo dado a las bases para que voten por internet las propuestas de esta asamblea, que reúne en Madrid a unos siete mil seguidores, genera gran interés conocer a fondo ese genuino modelo, vendido como representativo indiscutible de las esencias más democráticas y sustancialmente distinto del que tienen los partidos clásicos, a los que Pablo Iglesias tilda como decadentes y representantes de la “casta”. Así sabremos si, como dicen sus líderes autoproclamados, estamos ante un proyecto novedoso, que pretende revolucionar la forma clásica de hacer política en democracia y libertad, o, por el contrario, como decimos algunos, asistimos a un proyecto ideológico más dentro del sistema que, obviamente con total legitimidad, pretende abrirse camino entre el electorado, como ya hicieron, con mayor o menor fortuna, todos y cada uno de los surgidos hasta la fecha, con promesas programáticas, más o menos atractivas y, sobre todo, más o menos creíbles, viables o utópicas. Si de momento, sólo sabemos que su objetivo es participar dentro del sistema, no para mejorarlo, sino para destruirlo (también otros lo pretenden), aunque, obviamente, disfrutando entretanto de las ventajas que les aporta (entre ellas los sueldazos de los escasos cargos públicos que hasta ahora detentan), a partir de ahora, conoceremos con todo lujo de detalles su verdadero rostro. Es justo esto lo más positivo para nuestro panorama político.
            Ya de entrada, desde el comienzo del Congreso Constituyente, sabemos que sobre la mesa hay dos cuestiones sustanciales en discusión, el modelo de organización y el plan de acudir o no a las municipales. De un lado Pablo Iglesias y su círculo más íntimo (Errejón, Monedero, Alegre, Bescansa…), partidarios de no acudir con sus siglas a las municipales sino camuflados, defienden un modelo unipersonal, es decir, un líder (secretario general) y una cúpula “para asegurar coherencia y unidad”, en definitiva, un liderazgo fuerte ejercido por un Secretario General y rodeado de otros portavoces. De otro lado Pablo Echenique, sus compañeras en el Parlamento Europeo, Teresa Rodríguez y Lola Sánchez, así como Izquierda Anticapitalista, partidarios de comparecer en las municipales, defienden un modelo de dirección colegiado, una especie de triunvirato con capacidad ejecutiva, para defender “la pluralidad de puntos de vista a todos los niveles”. En el fondo, de lo que se trata es de diseñar el control político de Podemos y la mejor forma de hacerlo operativo y eficaz como partido político. En definitiva, con los maquillajes que se quiera, por lo mismo que se lucha en el resto de partidos, generando obviamente una lucha por el poder, aunque ya sabemos que en los demás partidos sería una indecente lucha por el poder y en Podemos un loable debate enriquecedor y plural.
            Pablo Iglesias, cuyo modelo es más parecido al de los demás partidos que el de Echenique con su “triunvirato”, ha dejado bien claro que, si su propuesta “integral” de modelo y equipo para consolidarlo no logra el respaldo necesario, “sería lógico” que el proyecto lo encabezaran los responsables del modelo ganador. Y lleva razón. Ya Felipe González, hizo lo propio con el asunto del “marxismo” frente a quienes pretendían imponerle su modelo para que él lo liderara. Como los socialistas en aquel histórico Congreso extraordinario, los podemistas (desconocemos su ideología, que ocultan intencionadamente) tendrán que mojarse ahora al respecto. Luis Alegre lo tiene bien claro: “si no nos apoyan, tendrá que liderar Podemos otro”. La última palabra, al igual que los delegados socialistas en aquel congreso extraordinario, la tienen los 130.000 simpatizantes que se han inscrito para votar hasta el día 27 a través de las redes sociales (novedad sin duda esta votación tecnologizada y no instantánea y directa en una democracia asamblearia, aunque Artur Mas haga lo propio pero con cajas de cartón).
Como ven, salvo estas innovaciones procedimentales, nada nuevo bajo el Sol. Bueno, sí, aparte de los eufemismos para que los conceptos desprestigiados suenen mejor y parezcan otra cosa, es novedosa la apoteósica entrada de Pablo Iglesias al Congreso Constituyente (perdón, según su lenguaje, el primer encuentro presencial de la Asamblea Ciudadana Sí Se Puede), acompañado de seis guardaespaldas (el jefe, aunque no sea “casta”, es jefe), para proclamar ante los miles de militantes (mejor asistentes o simpatizantes), enfervorizados, que es el único líder capaz de ganar las elecciones al PP y al PSOE (de los demás, ni mu, se ve que ya los da por derrotados) y, parafraseando a Carlos Marx, afirmar rotundo que “el cielo no se toma por consenso, sino por asalto”. Es obvio que España ya cuenta con un salvador capaz de sacar del infierno a todos los españoles para llevarnos al paraíso. Esperemos que los daños colaterales en el asalto al mismo sean los menos posibles.

                            Fdo. Jorge Cremades Sena 

martes, 14 de octubre de 2014

PATÉTICO Y ESPERPÉNTICO ARTUR MAS

                        Tras la tensa reunión con sus socios soberanistas, que acaba como el rosario de la aurora al admitir el president por primera vez que no podrá organizar una votación sobre la soberanía de Cataluña ante la falta de garantías legales y constitucionales (¡cómo si lo acabara de descubrir!), un patético y esperpéntico Artur Mas ha comparecido en rueda de prensa para explicar lo inexplicable. Ante una lógica expectación mediática por el ya conocido giro copernicano inevitable dado en la reunión, Artur Mas, genio y figura hasta la sepultura (política, obviamente), en vez de exhibir un mínimo rasgo de honradez política ante la opinión pública, admitiendo su error y, a mi juicio, anunciando su dimisión irrevocable por haber conducido al abismo a los catalanes y al resto de españoles, aunque asume (no le queda más remedio) que no se puede celebrar su ilegal consulta del 9-N, se empeña sin embargo de forma absurda, como toda su acción política gubernamental, en sustituirla por una especie de esperpéntica y patética ficción, que ni sus socios aprueban a estas alturas. “Tras la reunión de ayer, seguimos adelante”, es su carta de presentación, pues “El Govern está decidido a ir adelante, a hacer la consulta y que sea el 9-N” y, dejando perplejo al auditorio, afirma rotundo que ese día “habrá puntos de votación, urnas y papeletas”, aunque matizando que “la consulta no se podrá celebrar según el decreto firmado por la suspensión del TC”. En definitiva, ni sí, ni no, sino todo lo contrario. Un nuevo paripé indecente consistente en movilizar “más de 20.000 voluntarios”, contando “con el apoyo de los más de 900 ayuntamientos” por el que “se podrá contestar la pregunta pactada y acordada”, lo que, según él, supone seguir adelante, pese a quienes digan que tienen “noticias excelentes” (en clara alusión a Rajoy, que así se manifestó tras el desenlace de la reunión de ayer), no faltándole razón en esto último ya que nada puede ser excelente con Artur Mas como gobernante; a la vista está que todo es patético y esperpéntico. Y se queda tan pancho.
            Para mayor desvergüenza, su manifiesta soledad al haber engañado a sus socios (ERC, ICV y CUP) y a sus compañeros de CiU, diciéndoles que iría hasta el final en su ilegal proceso soberanista, no le impide intentar venderles de nuevo la burra, así como a todos los catalanes, de que su “determinación para celebrar la consulta sigue siendo firme” y que el eslabón más débil ahora es la unidad de los partidos que “se encuentra desencajada, pero no rota” siendo ahora “misión de los partidos que no se rompa del todo”. Y con una jeta impresionante asegura que “la consulta definitiva, con plenas y total garantías, sólo se puede hacer a través de elecciones que los partidos, no el Govern, transformen en un referéndum de facto”, para continuar con los falsos tópicos de siempre, que ya nadie cree, de que “el adversario real no está en Cataluña” pues “el adversario real y poderoso es el Estado español”, concluyendo que “la consulta del 9-N es la anticipada de la definitiva”. Y no se le cae la cara de vergüenza. Como era de esperar la reacción de sus socios en la aventura ha sido de frustración y de rabia, al extremo de que algunos, como IU, le instan a que deje “de jugar como trilero” vendiendo ahora este paripé para “salvar su cara política”. En cuanto a los partidos opuestos a su loca estrategia, imagínenselo ustedes.
            El patético y esperpéntico Artur Mas se hunde cada vez más y, disconforme con batir el record de hundir gratuitamente su mayoritaria formación política de forma vertiginosa, propiciando el ascenso de su minoritario contrincante ideológico, busca una salida política personal absurda de forma desesperada ahondando en los mismos argumentos que le han llevado a la ruina política, en vez de rectificarlos. Sigue sin entender que su adversario no es el Estado Español, sino el Estado de Derecho, del que Cataluña, por voluntad propia forma parte y disfruta de todas las libertades y derechos que éste garantiza; sigue sin entender que, como gobernante de una parte del mismo, le está vedado atentar contra él, convirtiéndose en su enemigo, que no al revés, en caso de hacerlo tal como queda demostrado; sigue sin entender que en su juego ambiguo como gobernante favorece precisamente a quienes sin reparo alguno son sus verdaderos enemigos, no ya por ser contrincantes ideológicos, sino porque su proyecto totalitario atenta directamente a lo que él como gobernante democrático representa; y sigue sin entender que los gobernantes democráticos, por mucha mayoría que les respalde, que además no es su caso, carecen de poder absoluto, tal como ha quedado demostrado con su ilegal proceso. Obviamente siempre cabe la posibilidad de un golpe de Estado, pero, incluso para ello, si fuera posible, tal como está el patio, su situación política sería patética y esperpéntica. Otros, dispuestos a proclamar unilateralmente la independencia lo situarían “ipso facto” en su justo lugar. Y, ya ven, si su renuncia obligada del 9-N nos hacía pensar en la recuperación de su cordura, su mascarada alternativa, que ni a tirios ni a troyanos satisface, reafirma el grado de su demencia. 

                             Fdo. Jorge Cremades Sena 

viernes, 10 de octubre de 2014

SANIDAD, DE ÓPTIMA A PÉSIMA

                        Vaya por delante que Ana Mato no es santa de mi devoción, que su comparecencia fue deplorable (cada uno tiene sus limitaciones) y que, a mi juicio, no debiera ocupar la cartera de Sanidad, ni ninguna otra, pero no por la crisis del ébola, sino por asuntos que la relacionan con presuntos casos familiares de corrupción que, tal como está el patio, requieren tolerancia cero al menor indicio, aunque sólo sea por razones de ejemplaridad, pues los gobernantes no sólo han de ser honestos y honrados sino además parecerlo. Pero al no caberme en la cabeza que nuestra Sanidad pueda pasar en tres días de ser óptima a pésima a causa del ébola, ni que, incluso si así fuera, la responsable sea la ministra, porque la Sanidad está totalmente transferida a las CCAA y ella ni siquiera nombra a los consejeros autonómicos (ya es hora de que cada cual asuma sus responsabilidades y responda por ellas), no voy a sumarme a la petición de dimisión de la ministra con el único objetivo de sacar ventaja política de tan delicado incidente, distorsionando negativamente la imagen de nuestro sistema sanitario sin reparar en los perjuicios de todo tipo que pueda acarrear semejante irresponsabilidad. Me sumo por tanto a quienes, exigiendo toda la verdad sobre el desgraciado contagio de ébola en el Carlos III de una auxiliar de enfermería, buscan las verdaderas causas y las circunstancias del incidente para, una vez averiguadas, intentar evitarlas en el futuro, sin perjuicio de que se exijan las pertinentes responsabilidades concretas si las hubiere.
            Así pues, dicho lo anterior, ante las barbaridades que estamos escuchando en estos días, ante las descalificaciones gratuitas, especulaciones interesadas, mentiras o verdades a medias, acusaciones infundadas y, sobre todo, ante la estrategia de elevar lo anecdótico a categórico, desprestigiando así de forma irresponsable nuestro sistema de salud, reconocido hasta ayer como uno de los más prestigiosos y de mayor calidad, conviene, sin hacer ningún juicio de intenciones, que, al menos, se contesten con claridad meridiana a algunas preguntas, para que, los inexpertos en la materia, como yo, sepamos a qué atenernos. ¿Cabe la posibilidad de errores técnicos o prácticos puntuales y anecdóticos? ¿Estaban homologados los protocolos utilizados por la UE y la OMS? ¿Son los que se utilizan en otros países? ¿Se modifican ahora a instancia de dichos organismos internacionales al detectar carencias? ¿…? De las respuestas a estas cuestiones genéricas sabremos si somos o no una “rara avis” tal como algunos nos quieren hacer ver. Pero además, sobre el tema concreto del contagio de Teresa Romero, aunque sólo sea para conocer el caso en profundidad y evitar otros similares en el futuro, habría que contestar a otra serie de preguntas. ¿En qué momento pudo darse el contagio? ¿Cómo se produjo? ¿Sólo se contagió Teresa o alguien más de quienes atendió a los enfermos? ¿Se está averiguando esto? ¿Cometió algún error Teresa en el uso del traje protector o es que éste estaba defectuoso? ¿Fue consciente de ello o no? ¿En qué momento pudo serlo? ¿Se le aplicó en todo momento el protocolo homologado por las autoridades sanitarias y reconocido como válido? ¿Informó la auxiliar a la doctora que le diagnosticó gripe de que había estado en contacto con enfermos terminales de ébola? ¿Pudieron los antitérmicos recetados bajarle la fiebre y retrasar el síntoma que el protocolo marca para hacer la prueba de ébola? ¿…? Con la respuesta a estas cuestiones, sin que ello suponga culpabilizar a nadie y mucho menos a Teresa, se sabrá no sólo la causa del contagio sino además los riesgos posteriores a que se sometieron terceras personas, así como el alcance de las presuntas responsabilidades en cada uno de ellos.
            Es algo tan simple y sencillo, pero imprescindible para aclarar los hechos y exigir entonces, que no antes, las responsabilidades a quien corresponda, que nadie, con dos dedos de frente, entiende que se demonice de antemano a quienes se interesan por ello, prefiriendo arremeter en uno u otro sentido, según la respuesta subjetiva que cada uno se haga a las preguntas, lo que pone en evidencia lo poco que a algunos les importa la verdad hasta sus últimas consecuencias y lo que realmente les importa es su particular verdad preconcebida y adaptada a sus irresponsables intereses. Y como me niego a que nuestra Sanidad pase de la noche a la mañana de óptima a pésima, entre otras cosas porque es imposible, prefiero apostar a que todo se debe a “un desgraciado error humano, un accidente”, que es lo que suele suceder en estos casos. Por tanto, situando el asunto en su real dimensión, de lo que se trata es, en primer lugar de intentar salvar a Teresa de su trágica situación, de averiguar si alguien más está contagiado, de mejorar los protocolos haciéndolos más estrictos y de tranquilizar a los ciudadanos, ya que la anécdota, por trágica que sea, no es la categoría. Ya habrá momento para, si las hubiere, exigir las correspondientes responsabilidades. No me cabe en la cabeza que, ni siquiera por supuestas indicaciones perversas de las autoridades políticas sanitarias (como algunos insinúan), los magníficos profesionales de la sanidad que hay en España se plegaran a aceptar la caótica situación sanitaria que determinados agoreros pretenden proyectar en estos difíciles días. Bien saben que no es la realidad.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

martes, 7 de octubre de 2014

Y DE LA REGENERACIÓN POLÍTICA… ¿QUÉ?

                        Seguramente uno de los asuntos más urgentes en nuestro país sea el esperado paquete de medidas concretas sobre regeneración política que ponga freno al progresivo deterioro democrático que, “in crescendo”, venimos sufriendo en los últimos tiempos de forma injusta y peligrosa. Justo hace algo más de un mes el Gobierno de Rajoy convocó de forma oficial a todas las fuerzas políticas a un pacto por la regeneración política, pretendiendo cerrar el asunto en un par de meses. Pasado el ecuador de dicho plazo, algunos, con bastante inquietud, nos preguntamos qué hay del tema, pues se tiene la sensación de que a las primeras dificultades para llegar a un consenso, siempre preferible, se va quedando olvidado en el baúl de los recuerdos. Justo lo peor que puede suceder. Perfecto pues que el Gobierno, éste o el que fuera, pretendiera, como decía, “impulsar un gran acuerdo”, pero pésimo si, ante la imposibilidad de conseguirlo, deja las cosas como están ya que no podemos estar peor. La lucha por la trasparencia y contra la corrupción no puede esperar más. Es el objetivo prioritario en estos momentos y trasciende cualquier otro de carácter partidario; por tanto, todas aquellas medidas vigentes que sirven como excusa legal para dificultarlo han de ser derogadas o, al menos, modificadas al extremo de que no sirvan para tan perversa finalidad de forma clara y contundente. Por ejemplo, ¿es tan complejo limitar el  aforamiento, unificar criterios sobre el momento procesal penal en que un responsable ha de abandonar su cargo o ser excluido de las candidaturas electorales o limitar los gastos de las campañas electorales? Yo creo que no, siempre que haya voluntad de hacerlo que es, lo que a mi juicio, falta.
            Si en su momento, la excusa para conseguir el acuerdo era el empeño del Gobierno de incluir la modificación de elección de alcaldes, que la oposición rechazaba a pesar de que algunos la llevaran en sus programas electorales, y la exigencia de la oposición de retirar la reforma de la ley del aborto, ¿cuál es ahora la excusa una vez sacado del paquete el asunto de los alcaldes -aunque Ayllón, el Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, mantenga que no descarta retomarlo-, y retirada la reforma de Gallardón, incluida la dimisión del ministro?. Ahora la excusa, para no hacer nada, no puede ser que el PP no consigue un pacto porque lo que busca es pasar el rodillo de su mayoría parlamentaria, tal como esgrimen algunos tras una reciente toma de contacto para negociar, entre otras medidas, la ley de trasparencia, el estatuto de los cargos públicos, la reducción de los aforamientos o la limitación de los indultos. Ni puede ser excusa para el Gobierno y el PP, ni para los partidos de la oposición. Si como dice Alonso, el portavoz popular, el PP quiere aprobar sus medidas de regeneración democrática “sí o sí en esta legislatura” (a la que cada vez le queda menos), aunque asume que “tendrán más valor si se hacen con un gran acuerdo”, lo inaceptable es que dichas medidas no salgan adelante porque esto último no se logre y que no se logre, tal como dice, entre otros, Olaia Fernández Dávila del BNG, porque “si no hay consenso, la terminarán haciendo ellos”, razón de más, si así es, para no levantarse de la mesa negociadora hasta llegar al acuerdo que mejore las propuestas individuales de unos u otros.
            No vale pues que la Izquierda plural (IU, ICV y Chunta) se escude en que el PP no está legitimado para hablar de “regeneración democrática”, mientras ninguno explique en el Congreso el caso Bárcenas (por esa regla de tres, sólo con el caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid, tendríamos que cerrar el chiringuito y desacreditar a todos), ni que ERC o BNG vean el asunto “difícil” por la diferencia entre extremos ideológicos (como si la corrupción o la trasparencia tuviese colores políticos), ni que todos los partidos minoritarios se escuden en el bipartidismo y lo rechacen porque “lo primero que busca el PP, y es normal, es el consenso con el PSOE”. Menos vale aún que PP y PSOE, por meros egoísmos partidarios o cualquier otra razón, sean incapaces de ponerse de acuerdo en tan trascendental asunto. Sólo vale zanjar, de una vez por todas, esta situación insostenible e intolerable que infecta la convivencia y contamina la democracia. Hay que recordar que, en el peor de los casos, cabe la posibilidad de hacerlo, precisamente por esa mayoría absoluta que los españoles concedieron al actual Gobierno, pues, como dice Rajoy, ha llegado la hora final de las mayorías y hay que pactar, con lo que, visto lo visto, si se dejan las cosas como están, en el futuro hasta pueden empeorar, aunque en estos momentos parezca ya imposible. Si a los partidos de la oposición, incluido el PSOE, les queda poco margen para justificar la no participación activa en un acuerdo global de regeneración política y democrática, al PP no le queda margen ninguno, pues tiene la mayoría suficiente para, si los demás no quieren, afrontarlo en solitario.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena 

jueves, 2 de octubre de 2014

STOP AL 9-N… ¿Y AHORA, QUÉ?

                        Liquidado por el Tribunal Constitucional el proceso soberanista que, según sus promotores, desembocaría en el referéndum del 9-N, tras la campaña institucional de la Generalitat a favor del mismo, muchos se preguntan ahora qué hacer de cara al futuro, teniendo en cuenta que el Govern de Cataluña, aunque suspende la campaña por imperativo legal, mantiene que “el proceso continúa”, engañando, una vez más, a la ciudadanía. En efecto, lo que continúa, ¡faltaría más!, es el proyecto o proceso voluntarioso, por parte de quienes lo consideren oportuno, de promover y proponer “autodeterminarse políticamente”, que, obviamente no está prohibido en la Constitución; pero lo que no continúa, ni puede ni debe continuar, es el proceso concreto, auspiciado desde las instituciones del Estado, entre ellas la Generalitat, y con dinero público, de seguir atentando contra el Estado de Derecho, garantía de convivencia para todos los españoles, incluidos los catalanes. Miente por tanto Mas al decir que el proceso continúa pues, al margen de lo que individualmente considere y al margen de su voluntad personal, al igual que a la de cualquier otro ciudadano, como Presidente de la Generalitat, junto al resto de autoridades del Estado, tendrá que cumplir y hacer cumplir estrictamente la Ley y, muy especialmente, las sentencias al respecto de los tribunales competentes.
            Por tanto, la respuesta a la pregunta ¿y ahora qué? es bien sencilla. Sin menoscabo del amparo a cualquier iniciativa política o reivindicación popular, dentro de los cauces y procedimientos establecidos, la respuesta es y debe ser imponer el Estado de Derecho de forma contundente, como se hace en cualquier país decente, lo que, lamentablemente, aquí no se ha hecho casi desde el inicio de nuestra democracia, siendo la causa esencial del berenjenal en que estamos metidos ahora; aunque más vale tarde que nunca si realmente queremos salir del atolladero. Es la última oportunidad de supervivencia para nuestra deteriorada democracia. Si somos incapaces de aprender que la nefasta experiencia de ceder ante los chantajes, de mirar a otro lado ante flagrantes incumplimientos de sentencias judiciales, de canjear competencias inaceptables por gobernabilidad, de ser pasivos frente a cotidianas bravuconadas, insultos, acosos, mentiras, amenazas y demagogias (entre otros despropósitos) por parte de los independentistas totalitarios, con la absurda esperanza, supongo, de tener la fiesta en paz, es lo que ha enfangado la estabilidad territorial del Estado al extremo de estar muchísimo peor el asunto que durante la Transición democrática o los primeros años de vida de la misma; si, en definitiva, no somos capaces de aprenderlo tras esta intolerable afrenta del 9-N, impensable hace unos años, es que los españoles no nos merecemos vivir en paz y en libertad. Por tanto, tolerancia cero a cualquier resquicio de ilegalidad (más aun al desacato a sentencias judiciales o incitación al mismo), tanto de palabra u obra, en cualquier autoridad del Estado (ya sea a nivel nacional, autonómico o local) y en cualquier ámbito de actuación (político, funcionarial, sindical, empresarial o asociativo), lo que supone, caiga quien caiga y sean los que sean, que todo el peso de la ley recaiga sobre ellos y con todas las consecuencias. Lo contrario es nefasto. A la vista está.
            De entrada no basta que la Generalitat, con Mas a la cabeza, decida acatar sólo la suspensión de la ilegal campaña institucional del 9-N, que, por cierto, se mantiene en la calle a instancias de colectivos subvencionados con dinero público, sino que además, como President, ha de velar para que todos la acaten, en vez de escudarse en que lo hace para no poner a los funcionarios en aprietos y alentar a la ciudadanía diciéndole que el proceso continúa ya que esa es su voluntad. Lo que debiera hacer Mas es dejar de mentir a los ciudadanos y explicarles, como bien sabe, que quienes, como él, quieren la independencia de Cataluña están en su perfecto derecho pero ajustándose al art. 168 de la Constitución (respaldo de dos tercios en el Congreso y el Senado y posterior referéndum en España), tal como decidieron los españoles, incluidos los catalanes. Y, ya de paso, avisarles que no hacerlo así es antidemocrático y totalitario, lo que puede acarrearles graves consecuencias. Si además quiere quedar medio bien debiera pedirles perdón por incitarles a ello y presentar su dimisión por tan grave error (una mentira más no importaría) pues si públicamente no lo considerara como error sería mucho peor. Pero me temo que Artur Mas hará todo lo contrario. Está tan acostumbrado a saltarse a la torera “las leyes españolas”, como dicen los independentistas, que, salvo que, de una vez por todas, el Estado de Derecho haga lo que hay que hacer, no va a claudicar de sus planteamientos totalitarios. Menos aún si, incomprensiblemente, siempre hay ingenuos, por no calificarlos de otra manera, dispuestos a afrontar su órdago con compensaciones inaceptables que en el fondo o la forma le sirvan para salir airoso del pozo en el que él solito se ha metido. En el mejor de los casos para el Estado de Derecho, pan para hoy y hambre para mañana. La historia nunca miente, por más que algunos pretendan tergiversarla.

                                               Fdo. Jorge Cremades Sena