jueves, 26 de septiembre de 2013

LA “VIEJA GUARDIA” DEL PSOE

                        Como si en política los asuntos surgieran por generación espontánea, la número dos del PSOE, Elena Valenciano, brazo derecho e izquierdo de Rubalcaba, afirma que su partido no se opondría a que se hablara sobre el manido “derecho a la autodeterminación” (ante la hipotética reforma constitucional que defiende) ya que de poco serviría oponerse, junto al PP, porque el debate “está en la calle” y las fuerzas nacionalistas lo forzarían. Nada que objetar, de momento. Sí, preguntarle por qué está el debate en la calle y cada vez más vivo. En todo caso, si entre socialistas y populares (más algún que otro partido constitucionalista) representan más del 90% de la soberanía española y todos lo tienen bien claro, aun discutiendo sobre cualquier asunto, por extravagante e improcedente que sea, no se corre el riesgo de derribar los muros de Jericó. Menos aún si se trata de un asunto enquistado en opciones minoritarias desde hace mucho tiempo. Sin embargo, si es preocupante que, al preguntarle a Valenciano si el PSOE rechaza el “derecho a decidir”, utilice la más absurda ambigüedad calculada (ni sí, ni no, sino todo lo contrario), justo para evitar mayores encontronazos con el PSC. Así despeja buena parte de la incógnita sobre el porqué “está en la calle” el debate con un arraigo impensable hace sólo unos años. Ella bien sabe (o debería saber) que, en buena medida, el PSC (y el PSOE por apoyarlo) es el gran culpable (junto a CiU que ahora hace lo propio) desde que, para satisfacer las apetencias curriculares de Maragall y luego de Montilla, se echó en brazos de independentistas (ERC) e izquierdistas (ICV) para gobernar Cataluña (arrebatándole el gobierno a los entonces nacionalistas de CiU, ganadores en sendas elecciones) con nefastos gobiernos Tripartitos que, incapaces de resolver los problemas de los catalanes, generaron problemas innecesarios, como un nuevo Estatut inconstitucional, con el aval de la irracional e inconstitucional promesa de Zapatero de aprobarles “todo lo que venga del parlamento catalán”, sabiendo que excedía sus competencias. En fin, una de las tantas frivolidades que, en definitiva, condenaron al PSC a una pérdida de identidad (y al PSOE de credibilidad), relegándole dramáticamente a no ser ya un referente sólido del socialismo, ni del nacionalismo, ni del independentismo con el grave riesgo de convertirse en meramente testimonial.
            No extraña pues que, ante tal deriva hacia la nada, destacados socialistas se hayan mostrado críticos públicamente con las políticas recientes de un PSOE, titubeante e indeciso, que está cayendo en picado en apoyos electorales con los índices más bajos de representatividad. Desde el propio Felipe González (pasando por Guerra, Leguina, Bono, Paco Vázquez, Belloch, Corcuera, Ibarra… entre otros tantos menos conocidos) hasta el mismísimo Zapatero, que ahora dice que la consulta soberanista propuesta por el Govern “no es viable”, todos, con más o menos acierto argumental y con mayor o menor contundencia, sostienen que el PSOE debe cambiar de rumbo urgentemente para recuperar lo perdido, especialmente en Cataluña, donde, ante el divorcio y la rebeldía del PSC, ni siquiera es capaz de presentarse ya como opción socialista al igual que en los demás territorios de España.
            Pues bien, ante peticiones y advertencias de que el PSOE defienda la “unidad de España” sin lugar a dudas, de que no vuelva “como la burra al trigo” pretendiendo cambiar la Constitución para dar cabida a las “peregrinas ideas” del “federalismo asimétrico” que inventara Maragall, de que rompa “relaciones con el PSC porque el PSOE no tiene nada que ver con un partido nacionalista”, de que puede correr el riesgo de convertirse “para muchas décadas en un partido marginal”, de que debería ser “el campeón de la unidad de España porque es garantía de igualdad” y “meridianamente claros diciendo que quien quiera modificar la Constitución a golpes es un golpista”, de que “hay que recuperar la federación catalana del PSOE”… y de otras tantas por el estilo, la vicesecretaria general socialista manifiesta que dichos personajes son “la vieja guardia”, que no ocupan “espacios orgánicos” y que “el PSOE, que son sus secretarios generales, sus cargos públicos, su Comité Federal” sí está de acuerdo con lo que defiende Rubalcaba, su secretario general.
            Se olvida Valenciano, cuyo bagaje más espectacular es haber cosechado la mayor derrota electoral del PSOE siendo número dos por Madrid y coordinadora de la catastrófica campaña electoral del fracasado candidato Rubalcaba, a quien, por cierto, no considera “vieja guardia”, que casi todos estos socialistas críticos cuentan con toda una serie de éxitos electorales, muchas veces con mayorías absolutas, que avalan su carisma y amplia credibilidad ante la ciudadanía, así como sus dotes organizativas conformando el PSOE como el principal instrumento político vertebrador de España. Se olvida de que el PSOE, además de quienes ella dice, son los militantes y, sobre todo, los simpatizantes y votantes, salvo que ahora tenga vocación minoritaria con el objetivo de mantener el “modus vivendi” de una serie de cargos orgánicos o políticos, como es su caso. El PSOE de Valenciano y toda su “nueva guardia” (esto lo digo yo), liderada por el moderno Rubalcaba, tiene todo el derecho a obrar como le venga en gana. Incluso a olvidar quiénes son y de dónde vienen, despreciando las consideraciones de esa denominada despectivamente “vieja guardia”. Así les va. Pero el pueblo español (incluido el catalán) no se lo merece.   

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

viernes, 20 de septiembre de 2013

EDUCAR, SÍ; ADOCTRINAR, NO.

                      Cualquier español de mi edad, si tuvo la suerte de ir a la escuela, conoce perfectamente en qué consiste el adoctrinamiento educativo por sufrirlo en sus propias carnes, condenándole casi toda su vida a remar contra corriente para convertirse en un ser libre, digno, responsable, solidario y tolerante. Muchos ni lo lograron plenamente. El principio de acción-reacción al sistema totalitario establecido, no elimina “per se” los estigmas consecuentes ni en la posterior democracia, pues dichos valores o ideales sólo se adquieren con normalidad en sociedades libres y democráticas mediante un proceso educativo desde una edad temprana. Muchos de los desajustes y problemas de nuestro sistema democrático tienen sus raíces, sin lugar a dudas, en aquellos años, demasiados, en que los niños y jóvenes, en vez de ser educados, fueron adoctrinados. El permanente recurso político a un pasado indeseable como arma política arrojadiza, adjudicando gratuita e irracionalmente etiquetas heredadas de determinados posicionamientos ideológicos, que ni caben en democracia, ni nada tienen que ver con los de antaño, es buena prueba de que no se hace buen uso de la libertad, dignidad, responsabilidad, solidaridad y tolerancia (valores inherentes en quienes han sido educados, que no adoctrinados, en y desde la libertad), menoscabando la solidez del sistema de libertades que nos hemos dado. Si eres adoctrinado, en vez de educado, cuesta un enorme esfuerzo posterior asimilar valores inherentes a un ciudadano libre de forma equilibrada; al no formar parte de tu conducta habitual desde la infancia, sueles sobreactuar, por exceso o defecto, en tu conducta como adulto.
            Educación es a Democracia lo que Adoctrinamiento a Dictadura, pues el objetivo de ésta no es formar ciudadanos libres (sería una contradicción), sino súbditos sumisos. Por ello, aquella España “Una, grande y libre”, a imagen y semejanza del dictador y sus colaboradores, se nos vendía desde las escuelas, los medios de comunicación, los estadios deportivos…en definitiva, desde todas partes, como un paraíso rodeado de enemigos externos (las democracias europeas o las dictaduras comunistas) e internos (los españoles malos, ajenos al nacionalcatolicismo), que se empeñaban en truncar el idílico camino hacia una especie de paraíso prometido (por el dictador), siempre inalcanzable. Los demás eran culpables de nuestras desdichas pasadas, presentes y futuras. El dictador, el héroe que nos había liberado de tanto oprobio histórico (manipulado a su favor y contra los enemigos), sacrificándose para conducirnos al destino en lo universal que por la gracia de Dios tenía reservado España en la Historia. Los símbolos, el himno, los cánticos falangistas, el aspecto físico y hasta el vestido se exhibían por doquier como la mejor propaganda de adhesión al régimen y su caudillo. Y qué mejor que dicho exhibicionismo se iniciase desde la más temprana edad, como garantía de futuro. Los niños, portentos adoctrinados, sabían toda la parafernalia, los valores del movimiento nacional, la gesta victoriosa en la guerra civil, los enemigos de España y quienes, dentro de ella, eran los buenos y los malos.
            Pues bien, después de tanto tiempo, las imágenes en televisión de gran cantidad de niños catalanes participando en la cadena humana de la Diada y sus declaraciones en un programa infantil de TV3, me pusieron los pelos de punta. Primero pensé que, aunque inadecuadamente, sus padres les habían usado para formar parte de la encadenada manifestación para completar simplemente los eslabones de la cadena (eran miles y miles de niños los eslaboncitos); pero al oírles en televisión no pude evitar retrotraerme al más oscuro pasado de mi infancia. Las banderas “esteladas”, agitadas por ellos al viento, dibujadas en distintas partes de sus cuerpos (y hasta en algún pastel o empanada, en los gigantes y cabezudos, en las gradas del Nou Camp, y en todas partes), me recordaban las del “aguilucho”, exhibidas cuando Franco o algún gerifalte del régimen visitaba alguna ciudad o se celebraban efemérides de exaltación patriótica. Y, al final, me quedé estupefacto. Sus declaraciones televisivas confirmaban la eficacia del adiestramiento, superando incluso la de los niños del franquismo (no había tantos medios). “España tendrá que rendirse”, “Vengo a luchar por la independencia…”, “en 1714 los catalanes dejamos de ser libres”… son algunas declaraciones de niños menores de 14 años en un programa infantil dedicado al independentismo, entre otras como “independencia es que no quieres pagar los impuestos a toda España y quedárnoslos nosotros”, “que Cataluña sea un país como España”, “es bueno separarse de España porque en vez de pagar impuestos se destinaría a sanidad”, “quiero ser independiente porque todo el dinero que recauda Cataluña y envía a Madrid se lo podría quedar la Generalitat y así quizá no tendríamos tanta crisis”… mientras una voz de adulto le animaba, “Lo tienes muy claro, muy bien, muy bien”. Sin comentarios.
            La Generalitat y CiU justifican este bochornoso espectáculo adoctrinador, que vulnera la Ley del Menor, pues, para los independentistas resulta hasta “muy pedagógico”. Me han dado escalofríos al rememorar mi infancia. Menos mal que me he tranquilizado, pues, ¿acaso no gozamos de democracia y libertad? Me he autoconvencido: nada parecido a aquellas barbaridades. Hoy, los niños, incluidos los catalanes, son formados en responsabilidades ciudadanas para ser hombres libres, dignos, responsables, solidarios y tolerantes. Las leyes, entre ellas la del Menor, se lo garantizan. “¡Habrá sido un espejismo por mi parte!”, he concluido. ¿Qué creen ustedes?


                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

lunes, 16 de septiembre de 2013

ARTUR MAS ENCADENADO

                        La cadena humana que atravesó Cataluña de Norte a Sur en la Diada para reclamar la independencia de Cataluña se cobra como víctima más visible al propio Artur Mas y su formación política CiU, que queda definitivamente encadenado a la estrategia ilegal de ERC y de grupos y grupúsculos más radicales, agresivos y antidemocráticos del independentismo catalanista. Su deriva del año pasado hacia el abismo, imitando el programa de los republicanos independentista, su varapalo electoral, perdiendo 12 escaños en favor de ERC, y su entrega a éstos para mantenerse como su títere adecuado al frente de la Generalitat ha vaciado de contenido propio su discurso político a base del entreguismo más irresponsable a sus más antagónicos contrincantes políticos, convirtiéndose en el principal y más visible perdedor en cualquiera de los escenarios posibles. Es, sin lugar a dudas, el principal damnificado político de este juego paranoico en el que, desgraciadamente, todos pierden, pues los pocos que, aparentemente, ganan, ERC y sus aledaños más radicales, no tienen nada que ofrecer ni a la UE, ni a España (incluida Cataluña), salvo una ilusoria visión de una futura realidad que, en caso de consolidarse, conduciría a los catalanes a todo lo contrario de esa “tierra prometida” inexistente, única falacia que sustenta su delirante discurso político. Quién se imagina una Cataluña independizada unilateralmente (no cabe otra fórmula o, al menos, no es viable de momento) de forma totalmente ilegal, expulsada de la UE, rodeada de enemigos recelosos de su osadía, fuera del euro, con una crisis económica galopante y una deuda heredada descomunal, sin moneda reconocida y gobernada por Junqueras con el apoyo de Mas. Imagínenselo por un instante. No pueden, ¿verdad? Yo, tampoco.
            Pero, dicho lo anterior, es lacerante e insólita la tímida respuesta, cuando no el absurdo silencio, del resto de instituciones del Estado Español, comenzando por el gobierno central y acabando por el más pequeño de los ayuntamientos, y del resto de fuerzas políticas, comenzando por el partido del gobierno y acabando por el más minúsculo partido de ámbito local, a la agresión antidemocrática que sufren todos por parte de los independentistas (no sólo los catalanes) desde las propias instituciones que gobiernan, poniendo en peligro la estabilidad del sistema y la convivencia pacífica. Una atonía incomprensible que, en cualquier otro civilizado lugar del mundo, provocaría un movimiento de repulsa institucional, política y ciudadana ante semejantes energúmenos que pretenden hacer añicos el marco jurídico-político democrático que ellos mismos se han dado para proteger sus libertades y derechos individuales y colectivos. ¿Cómo se puede decir que “por encima de la ley está la democracia” y no pasa nada? Decía Homs, el consejero de presidencia de Mas, tras participar en la cadena humana organizada por la radical ANC con apoyo del Govern de la Generalitat, que “Rajoy no puede quedarse de brazos cruzados”. Y no le falta razón, pero en sentido contrario de lo que él espera. Ni Rajoy, ni el resto de dirigentes políticos o cargos gubernamentales del resto de los partidos democráticos y demás instituciones del Estado, ni los dirigentes sindicales o empresariales, ni, en definitiva, cualquier persona que, simplemente, sea demócrata, puede, ni debe, quedarse de brazos cruzados ante este desafío totalitario. Justo es esta apatía política, institucional y ciudadana la que ha consolidado tan aberrantes comportamientos que nos han traído a semejante encrucijada, al extremo de que, tras el fracasado golpe de Estado de 1981, es la mayor amenaza a la democracia española que tanto esfuerzo nos ha costado construir.
            Si hasta hoy se ha hecho dejación de responsabilidades ante los atropellos de quienes se decían nacionalistas hasta antesdeayer y, agotado su discurso al conseguir del Estado competencias que superan las de los estados federales, ahora, en vez gestionarlas con eficiencia en beneficio del interés general, prefieren encadenarse al radicalismo independentista más agresivo y a cara descubierta, ya no cabe ningún tipo de condescendencia. Con las cartas boca arriba, ya nadie engaña, ni debe engañar a nadie, la estrategia de la jugada ha finalizado. O se está con la democracia o contra ella, y la democracia pasa por el acatamiento al marco jurídico, a la legalidad y a los cauces establecidos en el mismo para modificarlo. Nada se impide a nadie, pero siempre que el cauce sea el cumplimiento de la ley. Fuera, sólo está el caos. Inventar de forma torticera, manipulándolo todo, las condiciones necesarias para ser acreedor de un derecho que no tienes, como la “autodeterminación”, manifestar agravios frente a quienes sí son acreedores del mismo, engañar a la gente para ponerla contra quienes detentan la verdad jurídica y están obligados a cumplir y hacer cumplir la ley, así como prometerle paraísos inexistentes que han de conseguirse por encima de “leyes y constituciones” es puro totalitarismo en cualquiera de sus versiones.
            Que, ante la manipulada comparación de la “vía báltica” con la “vía catalana”, sea el primer ministro de Lituania quien hable alto y claro en vez de hacerlo Rajoy es vergonzante. Dice Butkevicius, que así se llama el lituano, “Cada país debe encontrar su propio camino y tiene derecho a la autodeterminación” añadiendo que “el camino hacia la independencia…debe hacerse de acuerdo a bases legales, a la ley internacional y a las provisiones de la Constitución del país”. Más claro, el agua. Rajoy, por el contrario, ofrece a Mas diálogo con lealtad, recordándole de paso tan esenciales principios. ¡Faltaría más! Diálogo, ¿para qué? Seguramente porque no quiere encadenarlo más aún ya que con las cadenas que le ha impuesto Junqueras y la ANC ya tiene bastante. Pero, así no se resuelven los problemas, a lo sumo, se aplazan.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena
         

miércoles, 11 de septiembre de 2013

DESMADRE SOBERANISTA

                        Ante la noticia de que Rajoy está pactando con Mas una consulta “tolerada” o “acordada”, según el presidente catalán, o negociando “sobre cosas que son razonables”, según el presidente de los españoles (incluidos los catalanes) sólo cabe preguntarse, una vez más, ¿qué es lo que hay que negociar al respecto? Si hasta hace bien poco Rajoy mantenía, acertadamente y de forma enérgica, que nada había que pactar o negociar al margen de la legalidad, no procede ahora ninguna negociación entre ellos para celebrar un referéndum en Cataluña sobre su independencia. Ni Rajoy tiene “per se” capacidad legal para autorizarlo, ni Mas para convocarlo y, teniendo en cuenta el órdago chulesco del catalán para realizarlo unilateral e ilegalmente, cualquier claudicación del Gobierno español generaría en la ciudadanía más confusión sobre esta escalada soberanista que, a las pruebas me remito, se ha convertido en un desmadre intolerable. Si hasta hoy los distintos gobiernos españoles toleraron por mero egoísmo particular todas las tropelías e ilegalidades de los distintos gobiernos nacionalistas autonómicos, consolidando este desmadre institucional, ha llegado el momento de decir basta para que cada palo aguante su vela. A las amenazas ilegales de Mas, Junqueras y compañía, a sus bravuconadas e insultos al resto de españoles, incluidos los catalanes que no piensan como ellos, sólo cabe responderles democráticamente, es decir, con la imposición escrupulosa de la legalidad vigente, incluidas, si fuera preciso, las medidas coercitivas, como hace cualquier otro estado civilizado y democrático. Ya está bien de que las chulerías de los independentistas se consideren políticamente correctas, mientras que enfrentarse a ellas bajo la bandera de la legalidad se considere lo contrario.
            Si Artur Mas ha decidido “recular” a última hora, bienvenido sea a la democracia y la libertad. Ni siquiera tiene que renunciar a su objetivo independentista. Sólo tiene que asegurar que luchará por él democráticamente desde la más estricta legalidad y, por tanto, no convocará, al no tener competencia para hacerlo, una consulta ilegal bajo ningún concepto. Engañó cuando, hace unos días, dijo que no la convocaría “si se niega el Gobierno”, sabiendo que obligadamente éste tiene que negarse, salvo que, se sitúe en el bando de los ilegales como Junqueras, socio de Mas, que inmediatamente le contestó que la consulta se celebrará en 2014 “sí o sí” con una sola pregunta clara sobre la independencia. Obviamente con quien tiene que romper o negociar Mas, si quiere regresar a la legalidad y salir del abismo en que se ha metido, es con Junqueras y no con Rajoy, en vez de plegarse de nuevo, como ha hecho, a las exigencias de ERC afirmando que no ha reculado “ni un milímetro” ya que “la consulta se hará en 2014 sí o sí”. Es decir, lo que le exige su socio Junqueras, por lo que ERC celebra que Mas “haya vuelto al camino de la sensatez”, es decir, de la ilegalidad. Justo lo que celebraron los socialistas catalanes, pero por todo lo contrario, cuando Mas, en un momento de lucidez, manifestara que la consulta en 2014 podría ser aplazada si se negaba el Gobierno. En fin, un desmadre que no hay por dónde cogerlo y que, desde luego, no se soluciona, tal como dice Rubalcaba, “hablando en secreto”. Sólo faltaba que, en vez de recular Mas, reculara Rajoy.
            Ya es suficiente que los independentistas catalanes prostituyan la Historia de España y, por supuesto, de Cataluña, como estado independiente que nunca fue; que se apropien de personalidades como Colón y Cervantes; que conviertan guerras civiles de sucesión al trono en guerras de ocupación; que nieguen colaboraciones de catalanes con el franquismo, reservando tal “honor” al resto de españoles; que acusen a España, como si no fueran españoles, de robarles; que impidan la educación en castellano en igualdad con el catalán, siendo ambas lenguas cooficiales; que, en plena crisis económica y siendo la Cataluña de Mas una de las que más la padecen, digan que “la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva”; que mancillen símbolos españoles (bandera, himno…), considerando agresores a quienes los defienden; que, al fracaso de Madrid sobre los JJOO respondan que “sólo Barcelona puede competir con Tokio y Estambul”… y tantas otras barbaridades que han calado como verdades en muchos ciudadanos por la pasividad y negligencia de los sucesivos gobiernos españoles ante semejantes desmanes. Ya es suficiente como para además echar ahora una mano para sacar a Artur Mas del berenjenal en que se ha metido y ha metido a CiU, sabiendo que, en todo caso, se trata de una estrategia coyuntural, que no de un convencimiento sincero, para volver a la deslealtad con el Estado español del que Cataluña forma parte, con su legalidad democrática y con el gobierno de turno que lo dirija en el primer momento propicio que se le presente.
            Si Mas es esclavo de Junqueras, si ha llevado al borde del abismo a la coalición entre CDC y UDC, poniendo contra natura a CiU al pie de los caballos de ERC, y si ha conducido a los catalanes a la mayor división de la Historia de Cataluña, sometiéndola a las mayores penurias económicas y las más grandes cotas de corrupción, ha sido por su manifiesta incompetencia y su soberbia. Que el PP, en boca de Sánchez-Camacho, le advierta que fijar la consulta es un “escollo para la negociación”, cuando nada hay que negociar, en vez de exigirle un escrupuloso respeto a la legalidad vigente, es un insulto a todos los españoles, incluidos los catalanes no independentistas. No hay otra forma de finiquitar este desmadre soberanista que, entre otras causas, está haciendo añicos la “marca España”. Ni siquiera vale la excusa de que se negocia para “evitar un choque de trenes” cuando uno de ellos circula por la vía correcta y el otro por un atajo.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

viernes, 6 de septiembre de 2013

LA ONU, INEFICACIA PARADIGMÁTICA

                        Ni es la primera vez, ni será la última, que se pone de manifiesto la ineficacia de la ONU para resolver conflictos que ponen en riesgo la paz mundial. La ineficacia e inoperancia forma parte de su propia identidad funcional y el drama de Siria lo pone en evidencia por enésima vez. Por eso, cada vez suenen más voces, a las que me sumo, para que se hagan reformas sustanciales en su funcionamiento más acordes y operativas con una realidad internacional muy diferente a la de finales de la Segunda Guerra Mundial en la que se fundó, entre otras razones, ante el fracaso de la Sociedad de Naciones (creada a finales de la Primera Guerra Mundial) al no haber podido evitar otro conflicto internacional. ¿Podrá evitar la ONU un tercer conflicto internacional? No lo sé, pues, aunque de momento lo está consiguiendo (incluso en el periodo de la llamada “guerra fría”), no es menos cierto que lo que ha sucedido es una sustitución de un conflicto internacional por innumerables conflictos y guerras locales, en las que las grandes potencias dirimen sus diferencias y defienden sus intereses a costa del sufrimiento de los diversos pueblos que las soportan. Y en provecho de quienes arman hasta las cejas a los contendientes, mientras hipócritamente discuten en los despachos sobre el sexo de los ángeles. Por tanto, si sus objetivos son facilitar la cooperación en derecho internacional, paz, seguridad, desarrollo económico y social, derechos humanos y ayuda humanitaria, basta echar un vistazo a lo largo y ancho del mundo mundial para concluir que, después de casi setenta años de existencia, el papel de la ONU tiene, al menos, tantas luces como sombras.
            No seré yo quien, dicho lo anterior, pretenda anular o tachar de inútil a una organización formada, prácticamente, por todos los estados soberanos. Pero, precisamente por ello, no es de recibo que asuntos como el de Siria estén desangrando durante años a una población indefensa que, como muchas otras en otros lugares, es antes condenada “in aeternis” a soportar regímenes dictatoriales (apoyados por miembros destacados de la ONU), que violan sistemáticamente todos los derechos humanos de sus poblaciones, en flagrante atentado a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, probablemente, aunque a nivel teórico, el mayor de los aciertos de Naciones Unidas. Ningún dictador local, ningún “genocida”, en ninguna guerra local o en tiempo de paz (gobernante o en la oposición) resistiría el más mínimo envite de una decisión con carácter ejecutivo de la Comunidad Internacional representada en la ONU. ¿Por qué sucede lo contrario? Obviamente, porque conseguir decisiones con carácter ejecutivo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es prácticamente imposible a causa del derecho a veto del que gozan sus miembros permanentes (Francia, China, Rusia, Reino Unido y EEUU), que, en la práctica, convierte a cualquiera de ellos en único depositario de los destinos de toda la Comunidad Internacional por muy mayoritaria que sea la repulsa a su decisión, condenando cualquier uso de la fuerza a la categoría de ilegalidad internacional. Es la cruda realidad de un sistema obsoleto que convierte en la práctica las decisiones de la ONU en meras recomendaciones que, al no obligar a nadie, todos se saltan a la torera cuando les conviene, para regocijo de los violentos que pueden seguir campando a sus anchas. En tales condiciones la propia organización queda reducida a determinadas labores de asistencia humanitaria y de control de la paz (“cascos azules”) cuando el conflicto ha concluido. Acciones nada desdeñables pero insuficientes para afrontar los nuevos retos y amenazas a la paz mundial.
            Ante la imposibilidad de legitimar el uso de la fuerza con la unanimidad requerida en el Consejo de Seguridad para convertir en legal cualquier intervención armada, como sucede ahora en el conflicto sirio, lo que se legitima “de facto” es el uso de la fuerza de quienes, importándoles un pimiento la legitimidad, la usan porque les viene en gana. Si ni la ONU, ni la OTAN, ni la UE, ni EEUU, ni Rusia, ni China, ni nadie tiene la capacidad legítima para poner fin al ilegítimo infierno sirio, ni a otros tantos infiernos que, más o menos activos, siguen con las calderas hirviendo, ¿para qué sirven las organizaciones internacionales? ¿para qué, las potencias mundiales? ¿para qué, la proclamación de los derechos humanos?... Simplemente, para nada. Todos los gobernantes violentos saben que se trata de un mero paripé y por ello actúan con absoluta impunidad. La denuncia de aquellos que, ebrios de un ciego pacifismo, siempre se opondrán a cualquier respuesta violenta a los violentos que no pase por el tamiz de una legitimidad inalcanzable, hace fuertes curiosamente a quienes la legitimidad les importa un bledo. A veces con trágicas consecuencias como sucedió en los años treinta del pasado siglo cuando la violencia del nacismo de Hitler era más o menos tolerada por los vientos de un romántico y absurdo pacifismo mal entendido que cuando quiso reaccionar era demasiado tarde. Millones de muertos y seis años de guerra, llamada mundial, pero, como la anterior, escenificada sobre todo en Europa, fue el precio a pagar. La fundación de esta ineficaz ONU fue la respuesta de los vencedores para evitar que volviera a ocurrir.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Y GRIÑÁN SE VA

                        Griñán, provocando todo tipo de especulaciones, deja la presidencia de la Junta de Andalucía para que su heredera política Susana Díaz sea investida como tal en breve. El PP dice que es una “espantá” por los EREs y Zoido, su presidente andaluz, califica la próxima investidura de Díaz como “aberración” e “indignidad”; IU, según Valderas, socio de gobierno en la Junta, califica el gesto de Griñán como “valiente y ejemplar” y el PSOE, según su vicesecretario general andaluz, Jiménez, lo califica como “ejercicio de dignidad y honradez” al “interpretar que es el momento de un cambio histórico en Andalucía”, pues Susana representa la “modernidad y el futuro”. Por su parte, ante tamañas discrepancias, el propio Griñán dice que deja la presidencia para preservar a la Junta de la “erosión” y “daño” que le hace un debate que “ha monopolizado en los últimos meses de forma injusta sobre el presidente de la Junta y su relación con el caso” de los EREs fraudulentos, también para propiciar “un cambio generacional” que “sintonice mejor con la sociedad de hoy” aunque también hayan influido cuestiones personales y familiares, pues es mucho el “daño personal” causado con este asunto, pero “sobre todas las cosas, me duele el daño a la Junta de Andalucía y, por eso… pretendo favorecer que este asunto deje de entorpecer la política cotidiana”. Y sobre su futuro político afirma que seguirá como presidente del PSOE y secretario general del PSOE-A hasta la Conferencia Política y “ya veremos cómo evolucionan los acontecimientos”, manteniendo su permanencia en el Parlamento andaluz y su más que probable nombramiento como senador. Rinde cuentas publicando su declaración de bienes y patrimonio de 2009 y 2012, afirmando “nunca oculté bienes y siempre declaré todos mis ingresos” ya que su  patrimonio es el que tenía hace cuatro años.
Ninguna razón para dudar sobre lo que dice de su patrimonio e ingresos. Sin embargo sus múltiples contradicciones e incoherencias sobre todo lo demás obligan, como mínimo, a poner en cuarentena las verdaderas razones de su renuncia, dando crédito a quienes mantienen que es consecuencia directa del asunto EREs fraudulentos de la Junta, en la que Griñán ha sido siempre destacado miembro mucho antes de heredar la Presidencia de manos de Chávez. Tanta generosidad y sacrificio de última hora por su parte para no hacer daño a la Junta, cuando por los EREs ya van más de cien imputados, entre ellos demasiados cargos relevantes de la misma, no se compadece con el tremendo daño y descrédito continuado que se le ha ido haciendo (sin que él hiciera nada para evitarlo ni como Consejero, ni como Presidente) al usar fraudulentamente fondos públicos, que ya nadie pone en duda, mientras era Consejero de Economía y Chávez presidente. Dichas heridas no pueden quedar cicatrizadas ni con la anterior huida a Madrid de Chávez, ni con la suya ahora. Por cierto, ambos se van de idéntica forma, pues no lo hacen del todo, simplemente nombran un heredero y se quedan controlando el partido hasta que el heredero deje de ser sumiso y se rebele ante su mentor, que obviamente deja de ser su amigo, arrebatándole las riendas del partido y el poder que sólo había heredado en usufructo. Un aviso a navegantes que Griñán no debiera olvidar, pues si él lo hizo con Chávez, Susana podría hacerlo con él.
Sus incoherencias argumentales y el desarrollo de los hechos demuestran que todos los motivos que alega para justificar su renuncia no se ajustan a la verdad. O miente ahora, o ha mentido anteriormente…o no sabe por dónde va. Si al principio mantuvo que pretendía imponer en la Junta la limitación de mandatos, afirmando que no se presentaría en las próximas elecciones para posibilitar una regeneración política y que, al efecto, convocaría primarias para elegir a su sucesor; si, poco después de afirmar que piensa agotar la legislatura (su última legislatura), sorprende anunciando que deja la presidencia por razones personales y, tras unas primarias (amañadas y denunciadas por parte de sus propios compañeros), oficializa ahora su renuncia, cuando falta más de la mitad de legislatura, reconociendo que, entre otras cosas, se va por los EREs, su falta de sinceridad queda más que probada. Pero si, además, su propio partido denuncia el fraude de las primarias como un simple paripé para nombrar a la sucesora designada por él mismo a dedo, pone en entredicho su intencionalidad de regenerar políticamente el partido que dirige, pues, como mínimo, requiere un escrupuloso proceso democrático de origen sin injerencias de quienes detentan el poder en el mismo.
Si lo que busca con su renuncia no es “alejarse de los EREs” por si le imputan, parece todo lo contrario, pues las razones que da no son creíbles. Es más, cuando heredó la presidencia mantuvo que quería “representar un cambio” en ella y ahora que se va reconoce su fracaso, manifestando que “Hace falta un cambio y ese cambio no lo puedo protagonizar yo”. Lleva razón, lo malo es que, quienes gobiernan el PSOE no le toman la palabra e inician el camino (totalmente distinto al de Griñán, Chávez y compañía en el PSOE-A) para llegar a ese cambio urgente, comenzando por criticar y denunciar el itinerario seguido por el dirigente andaluz.

                                    Fdo. Jorge Cremades Sena