Tras la
defenestración de Pedro Sánchez, ajustada perfectamente a lo que dicen los
Estatutos y no un golpe de Estado interno como sostienen algunos, el PSOE,
inexplicablemente, sigue inmerso en una maraña de indecisiones cuando apenas
quedan días para que, sí o sí, el Comité Federal tenga que optar por abstenerse
y permitir la investidura de Rajoy o por mantenerse en el “no es no” y provocar
terceras elecciones. No cabe otra opción, pues marear la perdiz con ello, como
ha hecho Sánchez desde el 20-D y sobre todo desde el 26-J, es simplemente un
engaño manifiesto a los ciudadanos, especialmente a los votantes socialistas,
que, según las encuestas, prefieren mayoritariamente la abstención a nuevos
comicios (como la gran mayoría de españoles), y una desilusión para los propios
militantes, quienes, animados y convencidos de la perversidad intrínseca de
dejar gobernar al ganador electoral simplemente porque es la derecha y hay que
repudiarla, cuando no odiarla, son incapaces ahora de entender no ya lo menos
lesivo para los intereses españoles sino además lo más conveniente para el
propio PSOE. Pero es más grave aún, pues al margen de las preferencias de cada
uno sobre el “no es no” o la abstención y la valoración que haga sobre las
consecuencias de una u otra, tanto para España como para el PSOE, los
socialistas, que tienen todo el derecho a tomar la decisión que consideren
oportuna, divididos en dos bandos irreconciliables, se han enredado en una
especie de guerra sin cuartel, dirigida por líderes intermedios o baronías, en
la que los partidarios del “no es no” y, por tanto, de terceras elecciones,
instan a los militantes a que apoyen su anunciada rebelión frente al Comité
Federal, máximo órgano de dirección socialista en estos momentos, en caso de
que decidiera decantarse por la abstención, amenazando seriamente la unidad de
acción futura del partido. Como paradigma, Miquel Iceta, uno de los principales barones rebeldes, que no el
único, que acaba de revalidar en primarias su liderazgo en el PSC frente a
Nuria Parlón, su ya número dos en la Ejecutiva, defendiendo ambos exactamente
lo mismo, tal como reconocen; ambos defensores ultramontanos del “no es no” y,
lo más grave, de desobedecer al Comité Federal si decide lo contrario. El
mantra “no podemos ser muleta de un Gobierno conservador” (sí muletas de
gobiernos municipales o autonómicos independentistas o comunismo-populistas).
Participación en tan sustancial debate entre Iceta y Parlón, la mitad de los
militantes.
Y mientras el nuevo PSOE post-sanchista
recibe con desconfianza el triunfo en primarias del “sanchista” Iceta (no
sabemos si con la misma desconfianza que si las hubiera ganado la “sanchista”
Parlón), quien llama a la rebelión contra el PSOE (al igual que hubiera hecho
ella si las hubiera ganado) en caso de que el Comité Federal decida abstenerse
en vez de mantener el “no es no” a la investidura de Rajoy (buena forma de
entender la democracia interna del partido), cabe preguntarse si el proceso de
primarias para el Congreso del PSOE o la consulta a los militantes, que
pretenden los sanchistas, para que decidan abstención o “no es no” a la
investidura de Rajoy, tendría idéntica pluralidad que la que los dirigentes del
PSC le han ofertado a sus militantes, pues, descartada la frase maldita de
“terceras elecciones” a las que abocarían los defensores del “no es no” en caso
de triunfar, se especula con que, para que todos queden lo menos perjudicados
posible ante la galería, muchos dirigentes intermedios, como Iceta o Parlón,
intentarán negociar con la Gestora una “abstención técnica” que bien podría
consistir en que once diputados se abstengan para que la investidura de Rajoy
salga adelante, lo que, como sucede en las primarias del PSC, el remedio es
peor que la enfermedad.
En efecto, someter a
la militancia a unas primarias, como en el PSC, para que elijan entre el
proyecto personal del actual líder o de su número dos, defensores ambos del
idéntico proyecto político que están ejecutando entre ambos, es simplemente un
paripé bochornoso para justificar la existencia de primarias. Y plantear en el
Comité Federal una “abstención técnica” aparentando que el PSOE rechaza
existencialmente la investidura de Rajoy, mientras la posibilita, es eludir de
forma chabacana y cobarde ante la ciudadanía un ejercicio imprescindible de
responsabilidad político-partidaria. El PSOE tiene todo el derecho a decidir lo
que considere oportuno, ¡faltaría más!, pero camuflar la decisión que tome
eligiendo once abstencionistas como traidores para que algunos barones salven
los muebles ante una militancia a la que ellos mismos instaron erróneamente al
metafísico “no es no” de Sánchez, me parece la peor de las opciones. El Comité
Federal ha de ser limpio y transparente y la decisión que tome de obligado
cumplimiento; siempre será más fácil de explicar un error que una burla, como
ha venido sucediendo hasta ahora. Y así le va al PSOE.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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