En plena resaca por las elecciones andaluzas,
como suele suceder tras cualesquiera otros comicios, una serie de valoraciones,
análisis, proyecciones, críticas y comentarios en general, más o menos
interesados, circulan por doquier añadiendo más confusión a los ciudadanos
sobre las causas de lo que ha sucedido y, sobre todo, sobre las consecuencias
de cara a lo que puede suceder en el futuro, teniendo en cuenta las diversas
confrontaciones electorales que se
avecinan. Por tanto, no pretendo sumarme a esa lista de elucubraciones al
respecto que, en todo caso, sería una más, sino comparar los resultados
obtenidos con los de los comicios de 2012, así como con las encuestas que,
acompañando la campaña electoral, fueron modelando el ánimo de unos u otros,
para que ahora sean los lectores quienes con semejantes datos objetivos saquen
directamente sus propias conclusiones. Y los resultados no dejan lugar a dudas.
En 2012, con Griñán como candidato del PSOE, Arenas del PP y Valderas de IU;
con una participación del 62´23%, ganó las elecciones el PP con 1.567.207
votos, el 40´66% y 50 escaños; seguido del PSOE con 1.523.465 votos, el 39´52%
y 47 escaños; y de IU con 437.445 votos, el 11´34% y 12 escaños; quedando sin
representación el resto de partidos (UPyD con el 3´35% y PA con 2´5% como los
más significativos). En 2015, el pasado domingo, con Susana Díaz por el PSOE,
Moreno Bonilla por el PP y Maíllo por IU (por citar sólo a los partidos que
conformaban la Cámara legislativa), con una participación del 63´94%, gana las elecciones el PSOE con 1.409.042
votos, el 35´43% y 47 escaños; seguido de PP con 1.064.168 votos, el 26´76% y
33 escaños; de Podemos con 590.011 votos, el 14´84% y 15 escaños; de Ciudadanos
con 368.988 votos, el 9´28% y 9 escaños; y de IU con 273.927 votos, el 6´89% y
5 escaños, quedando sin representación el resto de partidos (UPyD con el 1´93%
y PA con 1´53% como los más significativos. Estos son los datos objetivos.
Por otro lado las últimas encuestas, que coinciden en que
ganaría el PSOE y en el orden del resto de partidos, varían en porcentaje y en
escaños: para SigmaDos (PSOE, 31´1% y 41-44 escaños; PP, 26´8% y 32-36;
Podemos, 15´2% y 16-18; Ciudadanos, 11´4% y 11-12; e IU, 6´8% y 4); para
Metroscopia (36´7% y 45; 25´1% y 29; 14´7% y 15; 11% y 12; 8´5% y 8); para
GAD3, sólo en escaños (40-44, 34-38, 15-18, 8-9 y 5-7); y para NCReport (43-45,
32-33, 15-16, 10-12 y 4-5), coincidiendo todas ellas en dar menos escaños al
PSOE, incluso quienes le daban más porcentaje del obtenido, y mayoritariamente
en dar más escaños a Ciudadanos, estando más equilibrado el acierto en el resto
de formaciones políticas en términos generales. Por tanto, no demasiado
desajustadas estas últimas encuestas, a diferencia de las anteriores que
llegaban a colocar a Podemos como segunda fuerza política, por ejemplo.
En definitiva, los datos objetivos ponen en evidencia
que, perdiendo cuatro puntos porcentuales y casi 115.000 votos, el PSOE gana
las elecciones, porque el PP pierde casi catorce puntos y algo más de 500.000
votos; que el nuevo Parlamento andaluz queda más fragmentado; que, a pesar de
todo, entre PP y PSOE, a gran distancia de los demás, obtienen una
representación superior al 62%; que los partidos emergentes no llegan ni al 25%
de representación; y que IU se hunde al perder casi la mitad de votos y más de
la mitad de escaños, siendo los peores resultados de su historia en Andalucía.
Y con los citados datos objetivos, sin ningún tipo de
valoración añadida, estamos en condiciones de salir al paso de determinadas
afirmaciones, interesadas, tendenciosas y propagandísticas para saber si
realmente la victoria de Susana Díaz es “histórica”, además de “indiscutible”,
que lo es; si mejora la gobernabilidad de Andalucía; si se ha dado la puntilla
al bipartidismo; si los partidos emergente son realmente la voz del pueblo,
especialmente Podemos que presume de ello; si IU acabará fagocitada por el
partido de Iglesias; si UPyD yerra en su estrategia de rechazar a Ciudadanos…y
tantas otras sentencias que se han venido esgrimiendo en estos últimos tiempos.
Incluso, si nos esmeramos un poco, hasta podríamos reflexionar para sacar
algunas conclusiones sobre si la corrupción hace mella en los votantes (dentro
de poco habrá elecciones en CCAA que, al igual que Andalucía, están plagadas de
casos de corrupción), sobre si el papel de los medios de comunicación (más bien
de propaganda) inciden con fuerza en los resultados, sobre si los candidatos
designados a dedo (Susana también lo fue) están condenados al fracaso… y tantos
otros tópicos que se utilizan para explicar u ocultar otras realidades. Al
final, mejor quedarnos con que la democracia es sabia y los pueblos que la
ejercen tienen lo que se merecen.
Fdo.
Jorge Cremades Sena