martes, 23 de agosto de 2016

ACERCA DE LA ABSTENCIÓN



                        Es obvio que, ante cualquier acontecimiento, circunstancia, suceso o hecho, en cualquier orden de cosas o faceta de la vida, cabe posicionarse de tres formas distintas: o lo apoyas, o lo rechazas, o te es indiferente. En política no podía ser menos. Por tanto, ante la inminente sesión de investidura de Rajoy o cualquier posterior propuesta parlamentaria, sólo cabe apoyarla con un “sí”, rechazarla con un “no” o abstenerse, que, obviamente, ni supone apoyo ni rechazo, aunque también comporte consecuencias pues la abstención no tiene por qué ser neutra o indiferente. Simplemente supone dejar las cosas como están sin mi apoyo o rechazo. Es así de fácil o sencillo de entender, al igual que, salvo el “no”, que supone un rechazo rotundo sin necesidad de negociación alguna, tanto el “sí” como la abstención, pueden ser o no, como es obvio, producto de una previa negociación con una determinada finalidad. Si limitamos el concepto de abstención a la ciencia política, es el acto por el que un votante potencial decide no ejercer su derecho al voto en elecciones (generales, territoriales o locales) o en procedimientos parlamentarios, como es el caso, cuando, estando presente, decide no votar o intencionadamente abstenerse si existe expresamente dicha opción y, en ambos supuestos, el abstencionista ni apoya ni rechaza el asunto tratado, pues simplemente se atiene al resultado mayoritario resultante de quienes sí votaron y optaron por un “sí” o “no” a lo propuesto. Conviene pues que todos conozcamos el significado exacto de abstenerse ya que, a mi juicio, se intenta confundir a la opinión pública ante la hipótesis de una abstención por parte del PSOE, o de cualquier otro partido, de la que, obviamente, depende la investidura de Rajoy, apoyada en el Congreso por 169 diputados (PP y C´s) pues los demás anuncian que optarán por el “no” a la misma, lo que, ante la ausencia de otra alternativa viable, nos llevaría a repetir elecciones generales por tercera vez.
            Dicho lo anterior, es obvio que, de mantenerse el “no” del resto de partidos, no habrá investidura y que el responsable será el conjunto de quienes la rechazan que, obviamente, están en su perfecto derecho de hacerlo, al margen de las explicaciones o no que quieran o tengan que dar a los ciudadanos cada uno de ellos sobre su decisión, tan legítima como las demás, para justificar su posicionamiento. Al fin y al cabo, de la credibilidad de dichas explicaciones dependerá la valoración posterior de los ciudadanos sobre cada uno de dichos partidos y de las consecuencias derivadas por su posicionamiento político. Y la consecuencia más previsible del rechazo a la investidura es la repetición de elecciones de nuevo, ante la ausencia de una alternativa, que sólo plantea Unidos Podemos, instando a que la lidere el PSOE, que requeriría del apoyo del resto de partidos (populistas, nacionalistas e independentistas, tanto de izquierda como de derecha) para tener una mínima viabilidad matemática, que no ideológica o programática, dada su heterogeneidad y que el propio Comité Federal del PSOE rechaza, pues se trataría en cualquier caso de empeorar la situación.
            Ante tan preocupante situación política, la cotización al alza de la abstención en la sesión de investidura recobra un protagonismo inusitado, pues bastaría que once diputados se abstuvieran para que saliera adelante en segunda votación y evitar la repetición de elecciones. Y, como era previsible, sólo el PSOE a nivel interno evidencia ciertas discrepancias con su cúpula dirigente empecinada en el “no”, pase lo que pase, pues el resto de partidos mantiene sin fisuras un rocoso rechazo y las apelaciones a la responsabilidad les importan un pimiento, acorde con su irresponsable forma de proceder. Es más, ante esta realidad Unidos Podemos se apresura a confundir a la opinión pública diciendo que si el PSOE se abstiene es que opta por apoyar a la derecha y traicionar a la izquierda, mientras Pedro Sánchez, que manifiesta que los españoles le han mandado a la oposición, pica en la trampa de Iglesias y sostiene que ello le impide apoyar a Rajoy (abstenerse no es apoyar) ya que no conviene dejar el liderazgo de la oposición a Iglesias. Está claro que ambos mienten o desconocen el significado de la “abstención” que ni supone apoyo alguno sino simplemente dejar el asunto a lo que decidan los demás, precisamente para evitar males mayores, lo que ni impide o menoscaba a quien se abstenga para ejercer una oposición contundente, eso sí, una oposición constructiva y responsable frente a quienes la pretenden destructiva e irresponsable. Justificar el “no”, tan legítimo como el resto de opciones, con falsos argumentos es pretender engañar directamente a la ciudadanía. Y el PSOE, que está en su perfecto derecho de hacer lo que le venga en gana, lo que no puede ni debe, porque se lo harán pagar, es justificar con falsedades o verdades a medias lo que finalmente decida. Eso, que lo hagan los demás.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

lunes, 15 de agosto de 2016

NUEVA CASTA PODEMITA



                        Demasiado pronto, para sus propios intereses, se ha quitado la careta la nueva casta podemita, que en muchos aspectos negativos ya supera con creces a la vieja casta de los partidos tradicionales, especialmente en cinismo, incoherencia, demagogia y contradicciones, mientras afloran “in crescendo” sus incipientes conductas impresentables, cuando no fechorías que rayan lo delictivo. En tiempo record, desde que han tocado algo de poder real (imaginen si llegan a tocar más), gracias en buena parte a la absurda e incomprensible colaboración del PSOE, los hechos demuestran que su objetivo no es erradicar de la democracia española, que ellos llaman régimen, ni nepotismos, ni enchufes, ni contratos laborales irregulares, ni fraudes a Hacienda, ni apropiaciones indebidas, ni incumplimientos de contratos, ni incompatibilidades, ni machismos, ni violencias, ni tantas otras conductas reprobables y poco éticas, cuando no delictivas. Seguramente no entendimos bien su mensaje y, por lo visto, el objetivo no era borrar estos indecentes comportamientos de la práctica política, sino arrebatárselos a la vieja casta para que la nueva casta, es decir, la de ellos mismos, se los apropiara o, al menos, los compartiera con ella, con la agravante incluso, como si fuéramos idiotas, de añadirle la desfachatez de justificar los suyos e incluso aplaudirlos, cuando la vieja casta, al menos, si la pillan in fraganti, no es tan osada y simplemente suele hacer mutis por el foro y, a lo sumo, recurre a la socorrida presunción de inocencia (sólo aceptable en el terreno judicial) para eludir las responsabilidades políticas susceptibles de una manifiesta presunción de indecencia, pero sin vanagloriarse por ello ni intentar justificarlo. Ahora ya vamos entendiendo la famosa toma del cielo por asalto para que el miedo cambiara de bando; si por ahora el primer miedo es a la corrupción, nos queda bien claro, si no cambió de bando está en transición.
            En efecto, si tras el frenazo del 26-J el objetivo de Unidos Podemos era pasar lo más desapercibido posible, ajenos a las negociaciones sobre la gobernabilidad, que parece no ir con ellos, diversos escándalos surgidos en sus filas les han obligado a salir de las madrigueras, pero, insólitamente, para justificarlos cínicamente, como si los españoles fuéramos idiotas. Ahora resulta que los escandalosos enchufes de primos, sobrinos, amigos, parejas y ex parejas, que sólo entre Barcelona y Madrid se pueden contar hasta doce, no obedecen a favoritismos digitalizados intolerables, sino a méritos personales de los enchufados por su elevada cualificación. Ahora resulta que las adjudicaciones arbitrarias de viviendas y de un cortijo a los hermanos de Cañamero es culpa de la Junta de Andalucía, que las autorizó, y que acusarle a él, que lo decidió, son “barbaridades” enmarcadas en la “caza y captura” contra los 71 diputados de Unidos Podemos pues “a la burguesía le molesta que a esta casa llegue gente cercana al pueblo” (los anteriores parlamentarios o los no pertenecientes a Unidos Podemos, son, por lo visto, extraterrestres), mientras, insólitamente, defiende a su amigo Bódalo, encarcelado por violencia, y mete en rueda de prensa a amigos no periodistas, para que, pasando como tales, le hagan preguntas sobre sus altruistas actividades sindicales, dificultando así las de su presunta corrupción. Ahora resulta que la culpa de que Echenique tenga un asistente de forma irregular, sin contrato laboral y sin cotizar a la Seguridad Social, es del actual sistema capitalista indecente, por lo que, según Iglesias, Echenique incluso debe ser “un referente moral” (si lo hace cualquier otro, que no sea podemita, es una indecente explotación de los trabajadores). Ahora resulta que la suspensión de Monedero de empleo y sueldo por parte de la Complutense por no atenerse a los compromisos contractuales establecidos y a la normativa vigente la zanja Iglesias con un “no me cabe la menor duda de que Juan Carlos Monedero cumplirá con sus obligaciones”, mientras el susodicho arremete contra el rector “por revelación de secretos”. Ahora resulta que la inhabilitación de Errejón por la Universidad de Málaga a causa de su “doble fraude” carece, según Podemos, de importancia alguna ni reproche político social. Y así sucesivamente en otros casos menos llamativos.
            Además, a lo anterior, se añaden numerosos episodios machistas y de violencia verbal, indecentes e intolerables en boca de cualquier dirigente político, que han culminado con la expulsión de cuatro militantes podemitas en Madrid tras la denuncia de sus acosadas compañeras. Atrás quedan, entre muchas otras, afirmaciones del líder supremo, Iglesias, la frase “le voy a romper la boca, vais a ver a un macho alfa cuando acosan a alguien de su grupo” o la de autoproclamado “macho alfa” a Mariló Montero “la azotaría hasta que sangre” o la de que Andrea Levy “se calienta” con un diputado podemita, por lo que “ofrece” su despacho en el Congreso para que “ambos se conozcan mejor”. Y atrás queda, lamentablemente, el cómplice silencio de asociaciones feministas, que hubieran puesto el grito en el cielo, y con razón, si tales comportamientos procedieran de líderes políticos de la vieja casta. Así es la nueva casta podemita y así son sus sumisos seguidores.
                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

miércoles, 10 de agosto de 2016

ACTO DE RESPONSABILIDAD POLÍTICA



                        Por fin, después de varios meses mareando la perdiz con una irresponsable ceguera política casi generalizada, se vislumbra una luz de esperanza para salir del negro túnel de ingobernabilidad en el que nuestros líderes políticos nos han metido. Si los partidos políticos democráticos son instrumentos al servicio de los ciudadanos para resolver sus problemas cotidianos y no meros organismos que generan problemas al estar exclusivamente interesados en defender los intereses de sus miembros, por legítimos que estos sean, las cúpulas dirigentes de los mismos no pueden, ni deben, inhibirse de sus responsabilidades intentando diluirlas con demagogias baratas, incoherentes y contradictorias que, por inconsistentes, se caen al final por su propio peso. Es lo que, lamentablemente, viene sucediendo en España desde el 20-D y, muy especialmente, desde el 26-J, cuando los españoles dejaron bien claro cuál era el camino a seguir. Basta echar un vistazo a la realidad electoral para entender el itinerario que nos lleve al destino marcado por los ciudadanos que, guste o no, es la urgente gobernabilidad de España a base de inevitables pactos con el partido que por dos veces consecutivas ha ganado las elecciones sacando sustanciales ventajas en votos y escaños al resto de cada uno de los partidos concurrentes a las mismas. Todo lo demás, por muchos cálculos matemáticos que se hagan o muchas justificaciones que se inventen, son, en el mejor de los casos, meras chapuzas que generarían, en caso de prosperar, muchas más incertidumbres sobre nuestro futuro y, en caso de fracasar, como ya sucediera tras el 20-D, una pérdida de tiempo inconveniente e indeseable, para afrontar los retos que España tiene planteados, que no son pocos ni poco importantes. Basta entender que lo que no puede ser, no es, y además es imposible. Y si el arte de la política es “hacer posible lo deseable” en cada momento, dentro de un marco de prioridades, lo deseable y prioritario en estos momentos es posibilitar como mínimo un gobierno a través de un acuerdo programático de mínimos tendente a mejorar sustancialmente aquellos aspectos fundamentales para un mejor funcionamiento de nuestro sistema democrático, susceptible de mejoras evidentes. Y luego, ya veremos.
            Dicho lo anterior, es obvio que el gran objetivo prioritario es ayudar a que se configure un gobierno que evite la convocatoria de nuevas elecciones, indeseables e indeseadas por todos, lo que requiere salir de esta especie de compartimentos estancos, sin vasos comunicantes entre ellos, en que se han instalado los distintos partidos políticos a base de previos vetos e inmovilismos incomprensibles, que sólo añaden más incertidumbres a la resolución de los problemas que los españoles tenemos. Y en pro de dicho gran objetivo, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que ya hizo un tímido gesto de buena voluntad desechando vetos iniciales y transitando del “no” a una abstención de cara a la investidura, da ahora un paso positivo más y toma una decisión importante poniendo ante Rajoy una serie de condiciones previas que, de ser aceptadas, conllevarían un apoyo positivo a la investidura y a la gobernabilidad. Un incuestionable acto responsable que Felipe González califica incluso como “el primer acto de responsabilidad política desde las elecciones”. Se trata concretamente de varias medidas para la “regeneración democrática”, asunto esencial del programa de Ciudadanos, que van desde la eliminación de aforamientos a la expulsión de todo cargo imputado por corrupción, o desde cambiar la ley electoral a limitar el mandato presidencial, pasando por acabar con los indultos por corrupción, crear una comisión parlamentaria sobre el “caso Bárcenas” y, previamente, anunciar ya la fecha de investidura. Rajoy, que considera la decisión de Rivera como un “avance positivo” pide unos días para someterlo a la dirección del PP y responder a la oferta, que obviamente, aunque se llegase a acuerdo seguiría siendo insuficiente sin el concurso de otros grupos que, salvo CC con un solo escaño, siguen enrocados en el inmovilismo del “no”.
            Acto de responsabilidad política sin duda que, siendo insuficiente aún para lograr el objetivo del desbloqueo político (los escaños de cada uno son los que son), pone al resto de partidos (a cada uno en la parte alícuota de responsabilidad que le corresponda) en la tesitura de mantenerse en el bloqueo político o permitir por activa o pasiva la gobernabilidad del Estado, como hace Ciudadanos. Lo primero, al no vislumbrarse mejor alternativa viable, conduciría a nuevas elecciones, las terceras, que, según los sondeos, conformarían un escenario parlamentario bastante similar al actual; lo segundo abriría una legislatura con un gobierno en minoría (el de gran coalición parece descartado), monocolor del PP o bicolor de PP-Ciudadanos, condicionado a materializar, sí o sí, las medidas de “regeneración democrática” propuestas por Rivera y obligado a pactar con la oposición cada una de las leyes concretas futuras. Es el dilema planteado al resto de partidos.
                                   Fdo. Jorge Cremades Sena