Ante la
incapacidad manifiesta de defender el desolador panorama español tras el
gobierno de Zapatero frente al actual panorama, al menos esperanzador, que deja
el gobierno de Rajoy, Pedro Sánchez en el “cara a cara” con el Presidente del
Gobierno decidió tirar por la calle de en medio, desperdiciando una gran
oportunidad de ofertar una alternativa seria y creíble para mejorar la
situación, y, prácticamente, desde el inicio del debate hasta el final, se
aferró al tema de la corrupción como único asunto de fondo (olvidando
cínicamente que su partido, como el de Rajoy, arrastra intolerables mochilas
llenas de basura) y echó mano de marrulleros comportamientos como forma de
defenderlo, interrumpiendo permanentemente cualquier argumento de defensa, si
es que lo había, de su contrincante y descendiendo incluso al grotesco insulto
personal, que no a la descalificación política que, en todo caso, hubiera sido
lo correcto. Bien pronto pues, al margen de los bloques temáticos que indicaba
el moderador, se desvaneció la esperanza de asistir a un debate de altura,
serio y bien argumentado, capaz de ilusionar y convencer al alto porcentaje de
indecisos que aún esperan decidir por quién votar. Y el colmo del bochornoso
espectáculo fue exactamente cuándo Sánchez, a cara de perro y en el peor tono
marrullero, desciende al peor de los estilos y, a falta de mejores argumentos,
espeta a Rajoy “usted no es una persona decente”, provocando en el Presidente
un “hasta aquí hemos llegado”, para, en tono severo, calificar su insulto de
“ruin, mezquino, deleznable y miserable” y advertir a Sánchez, tras augurar que
perderá las elecciones, de que uno puede “recuperarse de perder unas elecciones”,
pero de semejantes bajezas es imposible recuperarse. Basta indagar en los
medios de comunicación, al margen de las preferencias evidentes por uno u otro
candidato, para constatar que en todos ellos son semejantes adjetivos los
vocablos más utilizados y destacados sobre el debate, lo que sin duda alguna
permite calificar el “cara a cara” como indecente, ruin, mezquino, deleznable y
miserable, pues es el debate, por llamarlo de alguna forma, más agrio de toda
la democracia y el más desilusionante, salvo, supongo, para la eufórica
militancia de piñón fijo, justo a quien no hay que convencer ya que está
sobradamente convencida. Así, el esperado debate clarificador quedó reducido a
un monólogo monográfico sobre la corrupción del PP, que no del PSOE, aliñado de
insultos personales, indignos e intolerables en quienes aspiran a presidir el
Gobierno de España.
Lamentablemente, por
si no fueran decepcionantes para la ciudadanía las ambigüedades calculadas
sobre futuros pactos postelectorales por parte de los partidos emergentes, el
PP y el PSOE decepcionan más aun a los ciudadanos con este chapucero “cara a
cara” que Sánchez, a cuyo comportamiento califica Soraya de Santamaría de
“macarrismo político”, decidió liquidar a la primera de cambio convirtiendo la
corrupción en el asunto recurrente en todo momento, ya se estuviera tratando de
la política exterior, de la política territorial, del paro… o de cualquier otro
asunto de interés, a pesar de que Rajoy, seguramente porque no le interesaba,
decidió no entrar en el vergonzoso “y tú más”, aunque, desbordado por Sánchez,
mencionara los casos de los ERE fraudulentos, cursos de formación y otros casos
de la mochila de los socialistas. Ni siquiera cuando Rajoy expuso las medidas
legislativas contra la corrupción, adoptadas durante la legislatura sin el
apoyo de Sánchez, fue posible conocer las razones del rechazo; ni, cuando
tocaba el tema territorial, qué tipo de federalismo propone el PSOE; ni, cuando
procedía el tema económico, las diferencias entre rescate a las cajas o rescate
económico; ni tantas otras propuestas de uno u otro; todos los asuntos quedaban
reducidos a “usted no es decente y debería haber dimitido hace dos años”,
mientras Rajoy le exigía que explicara por qué no le había hecho una moción de
censura en su momento o en qué se basaba para acusarle de “recortar” hasta el
derecho de las mujeres a decidir cuándo ser madres, afirmaciones que Rajoy
calificaba de “intolerables” y por las que infructuosamente exigía
explicaciones.
Entretanto los
partidos emergentes, presentados como nuevos frente a lo viejo a pesar de estar
plagados de políticos rebotados tanto del PP como del PSOE (por no citar a los
procedentes de UPyD e IU, formaciones a las que han fagocitado prácticamente) y
como limpios e inmaculados frente a lo sucio (obviedad, entre otras razones,
porque aún no tuvieron acceso a la llave de la caja) a pesar de que ya se dan
casos de lo contrario, regocijándose porque en el “cara a cara”, en el que no
participaban, sus contrincantes electorales mayoritarios se enzarzaban en el
único tema, la corrupción, que a ellos no les afecta de momento, en vez de
exponer y debatir serenamente sus propuestas programáticas, viables y
solventes, que sí podrían desenmascarar la inviabilidad e insolvencias de
muchas de las presentadas por los partidos emergentes. En fin, como ven, el
colmo de los despropósitos.
Fdo. Jorge
Cremades Sena
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