sábado, 23 de marzo de 2013

QUO VADIS, PSOE?


                        No es la primera vez, por más que lo siento, que, en diversos artículos (Consultar este blog) critico la deriva del PSOE en estos últimos años. Son demasiados los episodios erráticos, las meteduras de pata, las incoherencias, las mediocridades y las estériles luchas cainitas como para, desde mis convicciones democráticas y socialistas, no criticar el suicidio progresivo del partido que más tiempo ha gobernado la España democrática y ha sido el referente por excelencia de las clases trabajadoras. Un suicidio avalado no sólo por los hechos citados, no ajenos a otros partidos, sino además por las soluciones que proponen, a todas luces insuficientes, y por las explicaciones sobre las mismas, a todas luces carentes de credibilidad y preñadas de hipocresía. Queda tan lejana aquella frase de Felipe González, “los socialistas podemos meter la pata, pero no la mano” que, a día de hoy, no es lo más grave su manifiesto incumplimiento sino la incapacidad para erradicar con solvencia ambos supuestos, al extremo de que, recordando el título de la novela de Sienkiewicz, sólo cabe preguntarle “Quo vadis, PSOE?”, pues nadie entiende adónde va el partido que tanto ilusionó en su día a la mayoría de los españoles. Si a Pedro el Apóstol por interpretar la confusa respuesta de Jesús le costó ser inmolado, sólo la exigencia de una respuesta clara y diáfana a la dirección del partido, caiga quien caiga, podrá salvar al socialismo de su autoinmolación.
            ¿Adónde va el PSOE sin proyecto común ilusionante, sin dirección carismática y sin disciplina interna? A ninguna parte. En tales condiciones es imposible conservar su aspiración mayoritaria, imprescindible para ser alternativa de gobierno. Cada episodio se convierte en una potencial hemorragia de pérdida de votos a pesar del malestar social que genera la derecha por su forma de gobernar. El deterioro del PP no es proporcional al ascenso del PSOE, lo que genera graves incertidumbres de alternancia política de cara al futuro. Pero es lógico que esto suceda si, tras el descalabro electoral por la pésima gestión gubernamental de Zapatero, que al menos se podría disimular o medio justificar por la crisis económica, sus sucesores digitalizados incluso se muestran incapaces de poner orden dentro de sus propias filas, dedicándose a una sórdida guerra interna por conservar las migajas de poder que cada uno conserva. Y así, obviamente, es absurdo que cada metedura de pata, por no decir otra cosa, se intente justificar o enmendar ante la opinión pública, siendo peor el remedio que la enfermedad, tal como sucede, entre otros casos, con la moción de censura en Ponferrada o con el desafío del PSC.
            En Ponferrada, nada novedoso, Benidorm, con los matices que se quiera, es el antecedente perfecto. El guión, idéntico; sólo cambia el escenario y los actores. Se trata de arrebatarle el poder con pactos indeseables (ahora, con un acosador; antes, con un tránsfuga) a quien lo detenta con mayoría relativa so pretexto de lograr la gobernabilidad del municipio supuestamente mal gobernado por quien ha decidido el pueblo. La iniciativa, del grupo municipal. El partido deja hacer o apoya en la sombra hasta que la felonía se consuma y entonces, hipócritamente, la desautoriza. ¿A quién pretenden engañar? El nuevo alcalde y todos los concejales desobedecen, se van del partido y dejan el pueblo sin representación socialista hasta las siguientes elecciones. Entonces piden el reingreso al partido que, en listas cerradas, los vuelve a presentar como su mejor opción, pues otra lista diferente sería perdedora. Una jugada maestra pero éticamente reprobable que, si se lleva a cabo, lo mejor es pasar página, pues intentar justificarla es mucho peor. Es lo que ha sucedido. Rubalcaba queda desautorizado en su innecesario ultimátum mientras destacados miembros del PSOE aprovechan su falta de autoridad para menoscabar su gestión públicamente. Su leal Oscar López asume como “error” personal el apoyo a la mascarada y pone su cargo a disposición del partido, que, obviamente, no le acepta la renuncia. ¿Acaso su objetivo no era apartar de la política a un acosador? Es su inverosímil argumento ético. Le ha faltado redondear que la coincidencia de la operación con el día de la mujer así lo avala. ¿No es el mejor momento para conseguir tan noble aspiración? Fin de la farsa.
            No obstante, políticamente hablando, es aún más grave la posición de la cúpula del PSOE ante el problema planteado por el PSC ya que deja a los votantes socialistas catalanes sin la opción de apostar por su propia ideología. Rubalcaba se limita a explicar que son dos partidos distintos con el compromiso, precisamente, de que el PSOE no se presente en Cataluña y el PSC ponga sus parlamentarios a disposición del PSOE, manteniendo ambos los principios socialistas. Una alianza entre partidos “hermanos” que ha funcionado con altibajos puntuales. Pero no dice que ahora el problema es de fondo y, por tanto, no basta con buscar un nuevo protocolo de relaciones. Mientras los soberanistas catalanes rompen unilateralmente con España, el PSC hace lo propio con el PSOE al no poner sus parlamentarios a su disposición, por lo que la única forma de no dejar huérfanos a los votantes socialistas de Cataluña, que los hay, es que el PSOE se presente como tal en las próximas elecciones. Para ello urge que el PSOE consolide una federación propia en Cataluña como tiene en el resto de territorios. ¿Por qué no lo hace? Pere Navarro descarta la ruptura porque “sería una fiesta para la derecha” pero es incapaz de entender -al igual que Rubalcaba- que no hacerlo será un lamentable velatorio para el socialismo democrático. Cuando el nacionalismo se instala como esencial principio del socialismo es lo que suele suceder. La Historia así lo avala Lo dicho, Quo vadis, PSOE? La respuesta, cuanto antes, mejor.
                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

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