lunes, 18 de agosto de 2014

UE, PENAS Y ALEGRÍAS

                        Con un aumento progresivo de los euroescépticos, como si la mayoría de países de la UE pudieran sobrevivir autárquicamente y desenvolverse con solvencia en este mundo económicamente globalizado, los distintos pueblos de la vieja Europa estamos condenados a vivir entre penas y alegrías por los vaivenes económicos que, con motivo de la crisis, se vienen dando en el seno de la Unión. Con una estructura político-territorial e institucional compleja, carente de eficaces mecanismos de decisión, manejada desde la lejanía ciudadana por organismos excesivamente burocratizados y no siempre bien avenidos, con una dispersión de intereses territoriales en permanente conflicto con el interés común, que debiera prevalecer, la UE es incapaz de afrontar con éxito los grandes desafíos y conflictos a nivel mundial (o no aparece o llega tarde, mal y dividida) mientras, a duras penas, afronta los suyos propios. De los muchos ejemplos que se podrían poner, baste citar los más recientes como los de Ucrania, Irak-Siria con el yihadismo radical, o Gaza, en los que al final somos mera comparsa, o la inmigración, la cohesión económica o la solidaridad interterritorial, en los que, en definitiva, se juega al sálvese quien pueda. Y, lógicamente, con estos planteamientos nadie se salva del todo, aunque, del todo, nadie se hunda tampoco. Hoy por ti, mañana por mí, los sobresaltos se asumen a salto de mata, con más penas que alegrías, cuando es bien fácil entender que, o nos alegramos todos o el invento nos sirve de poco.
            Si apenas hace nueve meses se repartían alegrías por los buenos resultados de crecimiento del último trimestre de 2013, dando por hecho que se afianzaba la economía europea, gracias a las grandes economías de la eurozona (el PIB alemán repuntaba un 0´4%; el francés, 0´3%, saliendo del estancamiento, como el español, y sólo Italia seguía en tasas demasiado bajas), aunque también a crecimientos más importantes en otros países (Portugal, 0´5%; Holanda, 0´7%...), ahora ha bastado conocer los datos de crecimiento del segundo trimestre de 2014 para que salten todas las alarmas y nos invadan las penas, incluso en países que, como España, siguen creciendo afortunadamente. En efecto, los reveses de Francia, que se estanca, y de Alemania, que se contrae un 0´2%, junto a la entrada en recesión de Italia, que no levanta cabeza, provocan un parón en la Eurozona, cuyo PIB queda en punto muerto (y el conjunto de toda la UE se ralentiza al crecer sólo el 0´2%, una décima menos que lo previsto), pues ni España y Portugal, con un crecimiento del 6% y Holanda con el 0´5%, pueden evitarlo. Toca por tanto, a toro pasado, buscar todo tipo de explicaciones a tan inesperados y preocupantes resultados, que ponen patas arriba las previsiones de ajuste de déficit y las perspectivas de crecimiento no sólo para este año, sino también para 2015.
            Que si “la débil evolución de la eurozona” o que si “la inseguridad derivada de los acontecimientos geopolíticos” en Europa del Este y en Oriente Medio, son algunas de las explicaciones al frenazo en seco de Alemania, considerada la locomotora de la Eurozona como primera economía europea. Explicaciones que directa o indirectamente se pueden extender a Francia e Italia, segunda y tercera economías, al margen de su pugna por inclinar la política de la UE hacia el empleo y el crecimiento en vez de fomentar la reducción de la deuda, así como al resto de socios, entre los que España, junto a Portugal, es la que mejor comportamiento de crecimiento tiene, aunque ahora se generen dudas de poder mantenerlo en un contexto de debilitamiento de sus socios comunitarios a los que destina más del 70% de sus exportaciones, motor, junto al turismo, de la reactivación económica española. En España, hasta estas alegrías circunstanciales pueden tornarse en penas.
            En todo caso, convendría revisar algunas contradicciones que, al menos en España, son públicas y notorias por parte de determinados agoreros o supuestos expertos sobre la eficacia de unos u otros modelos económicos. Los últimos datos de crecimiento en la Eurozona, debieran servirnos, al menos, para dudar que el crecimiento económico dependa de gobiernos de derecha (Alemania, España…) o de izquierda (Francia, Italia…), cuestión distinta es la redistribución de la riqueza (pero primero hay que crearla); que Alemania actúe en beneficio propio (lo intentan todos, es uno de los desajustes de la UE) o que seguir su política es un fracaso (los que no la siguen tampoco tienen éxito y quienes lo hacen, como España, incluso aciertan)…. y así tantos y tantos tópicos que estamos hartos de oír. Al final, cuando los asuntos no dependen exclusivamente de uno, como es el caso, moverse en el terreno de teóricas recetas mágicas sólo sirve para que, antes o después, se pongan en evidencia tus falsedades demagógicas. ¿Qué dirán ahora los seguidores de Hollande o Renzi? ¿Qué, los de Merkel o Rajoy? ¿Qué, cuando el éxito del crecimiento en España, siguiendo el modelo alemán de reducir la deuda, dispara la nuestra hasta un billón de euros? En fin, al menos, disfrutemos de esta momentánea alegría de ser en la Eurozona una “rara avis” hasta el siguiente trimestre. Algunos, para no alegrarse, hasta lo ponen en duda.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

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