Toda
la parafernalia organizada y protagonizada por las autoridades catalanas con
motivo de la comparecencia de Artur Mas ante el TSJC para defenderse de su
imputación por organizar el antidemocrático e ilegal referéndum de cartón del
9-N resulta patética y grotesca para cualquier demócrata que se precie. El
president de Catalunya en funciones comparece en sede judicial acompañado por
su “govern” y por unos cuatrocientos alcaldes, que le hacen un pasillo de entrada,
vara de mando en alto, ante el griterío de “independència” y de “fora, fora la justícia
espanyola” por parte de unas dos mil quinientas personas que inesperadamente
(¡menuda broma!) esperan a la entrada para recibirle en representación
espontánea de los más de siete millones de catalanes y, ¡cómo no!, precedidos
por Romeva, Junqueras, Baños y compañía, para que, como grita el coro, “no
esteu sols”. Sube las escaleras al grito de “Mas president, Catalunya
independent” y saluda a los asistentes mientras los alcaldes empuñan en alto su
vara de mando. Un mando que, como el de Mas y su govern y el de los ilustres
personajes citados, emana de la Constitución y la legalidad española derivada
de la misma, que lo legitima, pero que ellos sólo reconocen para lo que les
interesa y, ya ven, cuando debieran usar el citado mando para “cumplir y hacer
cumplir la ley”, tal como juraron o prometieron al ser investidos, lo utilizan
traidoramente para arremeter contra ella no sólo desacatándola sino incitando
además a la gente a hacer lo propio mediante triquiñuelas, medias verdades y
mentiras, que, sin recato alguno y con el mayor de los cinismos mantiene el
president ante los propios jueces y ante los periodistas en su posterior rueda
de prensa, convirtiendo en patética y grotesca no sólo el preámbulo de la
comparecencia, sino también la propia declaración y el epílogo.
Patética
y grotesca es su estrategia de apelar ante el juez a una supuesta ambigüedad
del TC para desautorizar la consulta del 9-N al no responder al recurso de la
Generalitat interpuesto dos días antes para que concretara las medidas
suspendidas en su fallo previo, como si desconociera que como presidente
autonómico no tiene competencias para convocar referéndums de tal naturaleza,
ni él ni el Parlament, al que utiliza para justificar su actuación totalitaria
alegando que actuó según la decisión mayoritaria del mismo y según lo que le
pidieron muchos alcaldes, como si estos también tuviesen dicha capacidad
convocante. Y cínico que añada que ninguna instancia decidió actuar para evitar
la consulta, cuando eso es lo que deseaba para presentarse ante los
independentistas (él antes no lo era) como víctima del perverso gobierno
español, que, en todo caso, debiera haber actuado con más contundencia. Y
cobarde que asuma ante el juez toda la responsabilidad como “promotor político”
de la ilegal consulta pero deje en manos de los ciudadanos voluntarios la
“ejecución” del proceso de votación.
Y
patética y grotesca, tras su patética y grotesca salida del juzgado bajo las
varas de los alcaldes alzadas en alto, es su posterior rueda de prensa, ya en
el Palau de la Generalitat, para, entre otras lindeces, manifestar: “Me siento responsable de haber procurado casar el mandato
democrático popular con los marcos legales existentes o nuevos, siendo
conscientes que el marco legal se tiene que adaptar a las demandas sociales”
(cuando nada hay que casar sino acatar los existentes y en todo caso intentar
adaptar los nuevos por vía democrática), “Nuestra responsabilidad como políticos
es adaptar y conjugar el mandato de las urnas con los marcos legales existentes
o nuevos” (no, la responsabilidad es simplemente, acatar los marcos legales), “He preguntado al tribunal si actuar como un
demócrata equivale a actuar como un delincuente” (el delincuente es quien, como
él, actúa al margen de la ley y al
dictado de su peculiar concepción de la democracia), “El 9N se preparó para que
lo ejecutase la administración, pero a partir de la suspensión cautelar del TC,
la organización recayó en los voluntarios” (si reconoce la suspensión cautelar
la administración lo que debe hacer es pararlo) o “La Generalitat ayudaba,
informaba y proveía, pero ciertamente no daba instrucciones” (ayudaba,
informaba y proveía fomentando el desacato, sólo hubiese bastado que diese
instrucciones precisas y concretas, que sacase a la gente a la calle y que
incitase claramente a la rebelión).
Entretanto,
mientras Ana Pastor compara la concentración de apoyo a Mas, organizada por la
ANC y Omnium Cultural, con el asedio al Parlament en 2011 y pide que se respete
la independencia del TSJC, Miguel Iceta lamenta la judicialización de la
política y del “conflicto” entre Catalunya y el Estado Español, pidiendo “pasar
página” de la causa judicial abierta por el 9-N para buscar el “encaje”
Cataluña-España. ¿Patético y grotesco? Me temo que incluso bastante peor. Ya
ven, no hay para más.
Fdo. Jorge Cremades
Sena
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