Parece
ser que Podemos no puede, ni quiere, presentarse a las próximas elecciones
municipales; al menos con sus propias siglas. No es que nada ni nadie se lo
impida, es que no puede, ni quiere, correr el riesgo de que en cada municipio
pequeño, mediano o grande, se le vea el plumero de forma clara y contundente.
Así se desprende de un documento elaborado por Iglesias, Monedero, Errejón y
compañía, la cúpula dirigente del embrionario partido (según ellos, en los
demás partidos, la “casta”), en que se opta por “preservar la marca Podemos” en
las municipales para centrarse en las autonómicas y las generales. Y es que no
es lo mismo elaborar un teórico proyecto-programa en abstracto desde un laboratorio
de ideas, fácil de vender de forma generalizada en situaciones de crisis
política y económica, que elaborar cientos y cientos prácticos programas en
concreto desde las necesidades y los recursos de cada uno de los municipios. Ni
es lo mismo confeccionar una lista a nivel nacional o autonómico con unos
cuantos profesores universitarios de fácil oratoria, que confeccionar cientos y
cientos de listas en todos y cada uno de los municipios donde casi todos nos
conocemos y sabemos de qué pie cojeamos cada uno. En fin, que una cosa es
predicar (y hacerlo con el ejemplo) y otra es dar trigo. En definitiva, que
Podemos, por conveniencia propia de sus dirigentes (es decir, la “casta”) deja
huérfanos de concejales y proyectos municipales a sus ilusionados seguidores,
precisamente en aquellas políticas más apegadas al pueblo, al que dicen
representar casi en exclusiva, como son las políticas locales, donde se sufre
día a día las penurias ocasionadas por la crisis, privándoles así de sus
mágicas recetas para solucionar sus problemas cotidianos.
Lamentablemente
en los pueblos habrá que esperar la llegada del maná hasta que los dioses de
Podemos, tras poner orden a nivel nacional en la estructura de su recién
inventado partido político, que es a lo que ahora se están dedicando, consigan
gobernar la nación, su principal objetivo, para imponer su mágico proyecto
nacional con propuestas incompatibles con la economía de mercado y algunas ni
siquiera con otro tipo de economías, ya que, según los expertos, sólo dos de
ellas, como la renta básica y el cambio en las pensiones, dispararían el gasto
en 25 puntos. No importa, un gasto infinito ya que convertiría a nuestro país
en un paraíso, el único en la Tierra, en el que además las empresas con
beneficios no podrían despedir trabajadores, se adelantaría la edad de
jubilación, la jornada laboral máxima sería de 35 horas, se nacionalizaría a
las empresas y ni se pagaría la deuda pública. Es obvio que incluso todos sus
ciudadanos serían buenos y benéficos. Sólo un pequeño problema: ¿de dónde y
cómo se sacaría el dinero? Y eso que no creen en la Providencia de Esperanza
Aguirre.
Podemos,
que en su proyecto de constitución como partido no se declara ni de izquierdas,
de centro o de derechas, no puede, ni quiere, afrontar desde el terreno
municipal que sus únicas y escasas propuestas viables, no todas son
descabelladas, ya están en los programas de otros partidos políticos y, muy
especialmente, en los de IU de donde procede buena parte de sus promotores y la
principal víctima del invento, como refleja Monedero, que, al ser preguntado si
comparte la aspiración de IU, su antiguo partido, de pactar con Podemos,
contesta que “Podemos no va a ser la UCI de ningún partido del régimen del 78”.
Más claro, el agua. Para que luego los ingenuos pongan el grito en el cielo
cuando el socialista Sánchez dice que no pactará con los populismos.
Podemos
no puede, ni quiere, asumir que su éxito se debe más a lo que critican que a lo
que proponen y como buena parte de su crítica es a los partidos políticos
clásicos y a sus formas de funcionar, desde que decidieron crear su propio
partido político, distanciándose de aquella inicial propuesta de democracia
directa interminable de las movidas en la Puerta del Sol, andan locos en
disimular una genuina forma de funcionamiento de Podemos como partido político
que parezca distinto a los demás, pero, como casi todo está ya inventado, se
trata de una nueva falacia, al igual que sus políticas inasumibles. Valga como
muestra que, al margen del nombre que quieran dar a cada cosa, el ya iniciado
proceso de constitución como partido, dirigido por Pablo Iglesias y compañía,
ya asume que Podemos (como el resto de partidos) tendrá una cúpula y un
secretario general como “la representación política e institucional del partido”
para “asegurar la coherencia estratégica y la unidad organizativa interna” que
además presidirá una especie de consejo ciudadano con representación
territorial y un consejo de coordinación (una especie de ejecutivas mayor y
menor). Como ven, aunque lo parezca, nada que ver, según ellos, con los
partidos tradicionales pues “es verdad que inevitablemente tiene que haber
órganos de dirección, pero vinculados a la gente”. Y se quedan tan anchos.
Fdo. Jorge Cremades
Sena
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