Que Carlos
Fabra es un hombre afortunado nadie puede ponerlo en duda. Persona popular
donde las haya, él mismo ha alardeado de su fama: “Soy más famoso que José
Tomás”, buscando el comparativo en una de sus favoritas aficiones, los toros, y
en el más destacado de sus protagonistas. Político por tradición familiar, la
Diputación Provincial, que su padre y algún otro miembro de su familia ya
presidiera, ha sido la institución de sus amores, que ha presidido durante dieciséis
años, y el PP su partido de referencia, presidiéndolo a nivel provincial
durante veintidós. Castellón, su patria chica, su corralito particular, siendo
probablemente el castellonense más importante, al menos a nivel mediático y de
influencia político económica. Y, por si fuera poco, para que la saga de “los
Fabra” tenga futuro, hasta una de sus hijas, Andrea, anda metida en política,
aunque, en este caso, como diputada en el Congreso. . .¿Por dónde? Por
Castellón, por dónde iba a ser. Fabra y Castellón o Castellón y Fabra son
consustanciales. Con semejante papi, Andrea se permite el lujo de agredir
verbalmente a los parados desde el hemiciclo. “¡Qué se jodan!”, una
terminología indigna de una persona supuestamente bien educada. Ya ven, salvo
esto último, todo un ser afortunado, pues, aunque Cospedal se viera obligada a
censurar la actitud y el vocabulario de Andrea, nada que temer, un pecadillo de
juventud, su todopoderoso papi, tildado por Rajoy como “político ejemplar”,
supongo que en privado habrá reprendido la salida de tono de su hija. Algo así
como, desde nuestra posición económica tan favorable, no es inteligente
mencionar excesivamente a los parados, menos aún de forma grosera, cuando tan
mal lo pasan; piensa que muchos de ellos te tienen que votar después. . .Y
Andrea, seguro que lo habrá entendido.
Carlos Fabra, por si
todo lo anterior fuera poco, es afortunado por otras muchas razones.
Probablemente sea el español que más veces le ha tocado la lotería nacional,
decenas y cientos de miles de euros, a veces casi de forma sucesiva, año tras
año, fue tocado por la varita mágica de la suerte. Lo que explica un
sustancioso patrimonio económico, por más que las malas lenguas consideren que
puede haber cosas raras en el asunto, después de que un gran amigo suyo
decidiera acabar con su amistad acusándole de algún que otro delito. Es tal su
suerte que, después de diez años de iniciarse el juicio, cuando el ministerio
público solicitaba trece años de cárcel, le acaban de condenar sólo a cuatro
años, y cuando se le imputaban delitos continuados de cohecho, tráfico de
influencias y cuatro contra la Hacienda Pública, sólo se le condena por estos
cuatro delitos últimos, lo que ha supuesto gran alegría al condenado, que entiende que defraudar a Hacienda casi 700.000 euros (casi un millón si se
incluye lo defraudado por su ex mujer, condenada también a dos años), no empaña
su actuación política, que considera “correcta" ya que “no hubo
corrupción, ni cohecho ni tráfico de influencias” y por tanto “nada enturbia” su
etapa en la vida política. Es decir que para este personaje tan afortunado es
clara y trasparente la actuación de los políticos, contradiciendo, como dice el
fallo, que “es indiscutible que si se comparan, por ejemplo, los 60.000 euros
de renta declarada en 1999 con los 774.000 euros ingresados en efectivo durante
ese año, las cuentas no salen”, concluyendo el tribunal que con los ingresos
detectados (unos 3´3 millones contando lo de su ex mujer) no se corresponde con
su patrimonio y constituye una “fuente oculta” de dinero. Un grave error a mi
juicio por parte del Tribunal, la fuente no es oculta, sino mágica (no se
olviden lo de las loterías). Si el fiscal, durante la vista, no veía
explicación “razonable” a de dónde sacaba dinero para realizar los ingresos que
figuran en sus cuentas (y ello se queda en agua de borrajas) hasta se puede
explicar, por pura lógica, que se olvidara declarar tan fantasmales cantidades
a Hacienda que es por lo que en definitiva se le condena. Lo demás entra dentro
de los misterios sin resolver.
Es tan afortunado el personaje que,
aunque los magistrados consideran su versión “ilógica”, “absurda” e
“inverosímil”, me temo que si, tal como ha prometido, recurre la sentencia,
hasta es capaz de verla rebajada y salir más airoso todavía. Ha prometido,
mientras se da de baja en el PP, que, en caso de que agote todos los recursos
sin resultado positivo no solicitará el indulto. Un grave error desde mi punto
de vista ya que, con la suerte que tiene, seguro que se lo concederían. Si a su
vez la Fiscalía Anticorrupción también va a recurrir la sentencia justo para lo
contrario, el culebrón del “caso Fabra”, el artífice del aeropuerto fantasma
sin aviones presidido por su gigantesca efigie, continuará por un tiempo más y,
entretanto, lo de pisar la cárcel, ni hablar. Y lo de pagar la multa de casi
700.000 euros, más la indemnización por idéntica cantidad, ya veremos.
Esperemos que no sea dentro de otros diez años.
Fdo. Jorge
Cremades Sena
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