Es
momento de balances y previsiones. Balances de resultados de un 2013 que nos
dice adiós y previsiones para un 2014 que, al menos en España, se prevé
bastante complicado. Superado el ecuador de la legislatura del gobierno del PP
con mayoría absoluta, con sus luces y sombras, cada vez queda menos tiempo para
que, tanto el gobierno como la oposición, consigan ganarse la credibilidad
perdida, tanto a nivel interno como externo, requisito básico para que, al
margen de las preferencias ideológicas individuales, la política recobre el rol
imprescindible que le corresponde en una sociedad democrática. Hoy por hoy,
desgraciadamente, no es así y demasiada gente considera a los políticos como
uno de los graves problemas que tiene España en vez de considerarlos el eje
esencial de la solución de los mismos. En estas condiciones son excesivas las
incertidumbres para afrontar con solvencia política las próximas elecciones
generales, corriéndose el riesgo de que un voto cautivo del desencanto y huérfano
de la convicción, si supera la ciénaga de la abstención, vaya a parar a
opciones políticas inviables, generando un mapa político de ingobernabilidad
que, tal como está el patio, España no se puede permitir.
Con
semejante panorama de previsible inestabilidad política, tanto el PP, como
partido del gobierno, como el PSOE, principal partido de la oposición, están
obligados a mirar más allá de lo que queda de legislatura y, con altura de
miras, por encima de los legítimos intereses electorales, arbitrar políticas
consensuadas, desde la prudencia y la coherencia, para afrontar los asuntos
pendientes en lo que queda de legislatura, obligando al resto de partidos a
sumarse a lo razonable o desenmascarándolos de sus irracionales proyectos
inviables. Si tal como dice el Ecofín entre los grandes deberes por culminar
está la reforma laboral, la de las pensiones y el control de las comunidades
autónomas no nos podemos permitir el lujo de tratar dichos asuntos con tópicos
generalistas para caer en incoherencias manifiestas que provocan el típico
debate del “y tú más” o el “por qué no lo hiciste cuando gobernabas” del que
siempre salen beneficiados quienes, sin previas responsabilidades de gobierno,
pueden seguir demagógicamente ofertando la luna.
Si
la imprudencia por un lado y la incoherencia por otro son las principales
fuentes del descrédito acumulado por parte del PP y del PSOE, sólo será posible
salir de esta situación afrontando de forma honesta y desde la prudencia los
debates pendientes con absoluta coherencia y no con exabruptos como argumentos
que no se sostienen ni entre los propios correligionarios, especialmente si en
tu etapa de gobierno (o de oposición) hiciste lo que criticas ahora o te
comportaste como el que ahora repudias. Ni al PP le vale ya apelar a las
herencias para justificar las incoherencias con su proyecto
ideológico-programático, ni al PSOE, recurrir a descalificativos gratuitos de
las políticas que, practicadas hoy por el PP, se asemejan a las que ellos
practicaron cuando gobernaban (valga como ejemplo oponerse a la nueva ley del
aborto con el argumento de que socaba la libertad de las mujeres cuando la ley socialista de 1985 se asemeja bastante a la de
Gallardón, lo que, en boca de Rubalcaba, ministro comodín de casi todos los
gobierno socialistas, es pura demagogia se mire como se mire, salvo que
idéntica ley tenga efectos liberticidas no según su contenido sino según quién
la elabore o la aplique).
No
es baladí recordar que, al margen de las exigencias de la UE, otras muchas
reformas están pendientes de adopción o plena aplicación como la ley Wert, la
reforma tributaria o la citada ley del aborto, así como el grave asunto de la
consulta catalana soberanista que, por sí mismas, predicen un 2014 convulso. Si
además han de celebrarse elecciones al Parlamento Europeo, para elegir por
sufragio universal directo, libre y secreto a los eurodiputados, que por vez
primera, gracias al Tratado de Lisboa, verán incrementado el poder de la
Eurocámara, la convulsión política del año entrante está más que asegurada. Y
si, para colmo, muchos de los casos de corrupción en progresión investigadora
sirven como el más indeseable ingrediente del descrédito político con el
argumento intolerable del “y tú más”, la rehabilitación de la prudencia y
coherencia política de los partidos en España se me antoja harto complicada.
Se
puede o no estar de acuerdo en que el 2014 será el año que inicie la
recuperación económica. Incluso es probable que así sea, casi toda Europa lo
está haciendo. Pero desgraciadamente España, aunque saliera de dicha crisis,
está afectada por otras crisis, incluso más graves, como es la crisis de
valores, social, política y territorial. De la económica se puede salir
haciendo las cuentas bien. Las restantes requieren otros muchos más esfuerzos,
comenzando por la asunción de una serie de valores por parte de nuestros
gobernantes y políticos que, lamentablemente, han perdido. Uno de los
importantes, la prudencia, tanto en la forma como en el fondo de afrontar los
problemas; otro, la coherencia, tanto en las propuestas como en las críticas a
la hora de hacer creíbles los proyectos. Sin éstos es difícil asumir el resto
de valores que deben adornar a un gobernante. ¿Estarán los nuestros dispuestos
a intentarlos? Es el primer reto a superar en 2014.
Fdo. Jorge Cremades
Sena
No hay comentarios:
Publicar un comentario