jueves, 17 de octubre de 2013

UNA RESPUESTA DE ESTADO

                        Es lo que exige Durán y Lleida a Rajoy en sede parlamentaria, “una respuesta de Estado”, lo antes posible, ante el desafío soberanista catalán, ya que, si no lo hace y deja sin respuesta “a las aspiraciones de Cataluña”, el resultado será “una declaración unilateral de independencia que algunos van a hacer en el Parlament”. Y se queda tan a gusto, sin que se le caiga la cara de vergüenza. Todavía no se ha enterado el líder de UDC y, por tanto, colíder de CiU, que su estrategia política farisaica, que viene practicando durante décadas en el Congreso de los Diputados, ha llegado a su fin desde que su colega Artur Mas, pasándose a las filas independentistas de ERC para chantajear al Estado “sí o sí”, liquidó el espacio para la cohabitación con esa especie de nacionalismo responsable constitucionalista de rostro moderado, que les ha permitido vivir cómodamente, tanto en Cataluña como en Madrid, a base de una estrategia política de ambigüedad calculada, justo porque los distintos gobiernos democráticos jamás dieron una respuesta de Estado a sus progresivas salidas de tono, de palabra y obra, propiciando que un problema prácticamente inexistente o de tono menor durante la transición, se haya convertido en el principal problema del Estado Español.
            Durán no descubre nada nuevo que no sepamos. Y Rajoy, por fin, le ha dado la única respuesta de Estado posible que, no puede ser otra, que el acatamiento estricto a la legalidad vigente emanada de nuestra Constitución, como ya sucediera con el famoso plan Ibarretxe en el País Vasco. Es así de sencillo. ¿Qué otra respuesta de Estado pretende Durán? Supongo que se trata de asumir y dar vía libre a su famosa “tercera vía” consistente básicamente en una reforma constitucional que otorgue una cierta soberanía parcial a Cataluña y un pacto fiscal singular. Una propuesta política tan válida como cualquier otra (centralismo, autonomismo, federalismo o, incluso, independentismo), pero que, en todo caso, ha de desarrollarse dentro de los cauces establecidos hasta que su promotor consiga algún día que la asuma mayoritariamente el pueblo español, sin extorsionar entretanto a ningún gobierno, ni a ningún partido (incluido el que sostenga el gobierno), para que la asuma como propia si quiere evitar que se rompan las reglas de juego, lo que convertiría al promotor en totalitario y al gobierno, si cede, en irresponsable.
            Durán, como el resto de políticos que juegan a la indefinición permanente, lo que tiene que hacer es decir con absoluta claridad cuál será su postura, o mejor, cuál es, ante esa hipotética declaración unilateral de independencia que, según él, “algunos van a hacer”. Buena forma de pretender quitarse las pulgas de encima con el mayor de los cinismos. Bien sabe, como todos nosotros, quienes son esos “algunos” que anuncia. Son sus propios compañeros de coalición en connivencia con ERC y, por tanto, la mejor respuesta de Estado por parte de Durán es demostrar con hechos (y no con manifestaciones equívocas) que ni él ni su partido, UDC, va a seguir participando en esta farsa independentista. No basta con no haber participado en la cadena humana por la Vía Catalana el día de la Diada, para, a continuación, seguir participando día a día, en la esquizofrénica e ilegal deriva del gobierno de Artur Mas y, al tratarse evidentemente de un asunto de Estado de primera magnitud, lo que sobra es marear la perdiz con terceras o enésimas vías para eludir la responsabilidad de ponerse a favor o en contra del órdago ilegal independentista lanzado por el gobierno catalán. La mejor respuesta de Estado es no participar en el mismo, ni prestarle el mínimo apoyo. No es incompatible mantener tu peculiar propuesta de estructura del Estado con el posicionamiento contundente, a favor o en contra, de un golpe totalitario al mismo, sino todo lo contrario, pues hay que saber exactamente dónde estamos cada uno de nosotros. Máxime si, como presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores en el Congreso de los Diputados (como es el caso), se tiene un estatus importante de representatividad del Estado en el exterior; justo de ese Estado que tus mismísimos socios en otros ámbitos institucionales tienen sometido a un chantaje permanente.
            En fin, Durán i Lleida, tiene toda la razón cuando afirma que “no es más catalán y más comprometido con su país y con el futuro de sus generaciones quien defiende la independencia que quien no lo hace”. Totalmente de acuerdo, aunque yo añadiría que, en cualquiera de los casos, lo esencial no es lo que se defiende, sino cómo se defiende. Es de lo que ahora se trata. Y Durán no aclara ni cómo lo defiende él, ni cómo pretende que lo defienda Rajoy. No sabemos si la “respuesta de Estado” que le ha dado Rajoy le ha satisfecho. Si no ha sido así, convendría que, de una vez por todas, Durán nos dijera cuál es su “respuesta de Estado” de forma urgente, pues, en caso contrario, nos podemos encontrar con que “algunos” harán desde el Parlament de Catalunya una declaración unilateral de independencia sin saber, hasta ese instante, cómo responderá él ante la misma. Al menos, ya sabemos cómo responderá Rajoy. No hay mal que por bien no venga.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

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